CRÓNICA DESDE san petersburgo
El ataque de las motos acuáticas
Dmitri Polikárpov
Periodista
DMITRI Polikárpov
Una amiga regresó recientemente de San Petersburgo, donde se proponía aprovechar la temporada de las noches blancas para pasear por la antigua capital rusa de la época imperial. Cuando le pregunté cómo le había ido el viaje me contestó de manera enigmática: «Volví mojada y sin cartera».
Me contó que una tarde estaba sentada en un embarcadero del río Neva, junto a otros turistas, con los pies sumergidos en las aguas oscuras. De repente se les acercaron una decena de motos acuáticas que comenzaron a mojarlos. Ante el brusco y bien coordinado ataque, muchos echaron a correr para evitar la ducha indeseada. Y cuando regresaron, algunos no encontraron sus bolsos, que habían dejado debido a la confusión del momento.
El embrujo del Neva y de los canales es uno de los encantos de San Petersburgo, y la hace ser comparada con Venecia y Amsterdam. El año pasado esta ciudad, apodada laVenecia del norte, era la duodécima más visitada de Europa, y superó por primera vez en número de turistas extranjeros a la Venecia de verdad, la italiana. La antigua capital imperial rusa está cada vez más de moda y, con sus 3 millones de visitantes extranjeros al año, roza los números de otras ciudades con mejores comunicaciones como Praga, Viena y Amsterdam.
Adrenalina
Los habitantes de San Petersburgo conocen bien el truco de las motos de agua. Funciona en unos pocos lugares, donde la gente se sienta muy cerca del río o de uno de sus numerosos afluentes y canales. El principal entretenimiento de los aficionados a las salvajes carreras fluviales es el de sorprender a los relajados turistas y peatones con un jarro de agua fría. Cuando estos ven cómo se les acerca una armada de motos acuáticas, quedan paralizados hasta que les caen encima las primeras gotas. Ni siquiera los que están sacando fotos desde un malecón o un puente pueden sentirse a salvo.
Las motos de agua atacan en grupo, o bien una tras otra, haciendo en el último momento un repentino viraje que causa una impresionante cortina de agua. Al parecer, cuanto más susto y más gritos producen, más contentos se quedan los atacantes y con más adrenalina continúan su viaje por los canales en busca de nuevas víctimas. Los que no se apartan a tiempo quedan mojados hasta los huesos en plena calle. Hay que tener en cuenta que, a decir verdad, las aguas del río Neva están sucias.
Lo que más asombra a un novato es que nadie protesta. Muchos turistas lo ven como una refrescante aventura, un detalle de color local de San Petersburgo. Más aún, algunos vuelven a los lugares donde se concentran las motos acuáticas para repetir la ducha y hacer unas fotos. Este verano, además, debido al impresionante calor que desde principios de julio no deja de batir los máximos históricos, al ver a un grupo de motoristas acuáticos, la gente se acerca para invitarles a queataquen. Está prohibido bañarse en la mayor parte del casco urbano, de modo que rendirse a las motos de agua es la única posibilidad legal que queda para refrescarse con las aguas del Neva.
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