distinción DE LA GENERALITAT A UN EXMANDATARIO DE LA CASA BLANCA

El Premi Internacional Catalunya reconoce el «coraje» de Carter

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Para algunos Jimmy Carter fue un presidente débil y pusilánime; para otros, un visionario, muchas de cuyas políticas y filosofías reverberan hoy en la Casa Blanca ocupada por otro demócrata. Es esa segunda interpretación la que ha llevado a la Generalitat a otorgar el Premi Internacional Catalunya al 39º presidente de Estados Unidos, definido por el jurado como «un hombre de corazón y coraje que se ha dedicado a lo largo de su trayectoria a defender la paz y los derechos humanos alrededor del mundo, así como a luchar por la mejora de las condiciones de los pueblos más desfavorecidos».

Si en algo hacen hincapié el jurado y el presidente delegado del premio, Xavier Rubert de Ventós, es que no solo se reconocen los méritos de Carter en su intensa vida pospresidencial, encauzada fundamentalmente a través del Centro Carter, sino que se quiere reconocer asimismo su trabajo como presidente entre 1977 y 1981.

Él fue el presidente de los acuerdos de Camp David de 1978, un impulso a la paz entre israelís y el mundo árabe nunca igualado. Fue el mandatario que estableció las relaciones diplomáticas plenas con China; el líder que empezó a hablar de un planeta sin armas nucleares y selló las Conversaciones de Limitación de Armas Estratégicas con Moscú; el ocupante de la Casa Blanca que devolvió a Panamá el control sobre el canal; el hombre que optó por evitar un conflicto armado con Irán y prefirió negociar la liberación de 52 rehenes.

HUELLA / Los ecos de sus políticas en la actual Administración son evidentes. Fue Carter quien creó el Departamento de Educación y el de Energía y la oficina de Derechos Humanos dentro del de Estado. Décadas antes de que la Casa Blanca tratara de dar ejemplo con un huerto ecológico, Jimmy Carter había aleccionado al país sobre la necesidad de acabar con la dependencia del petróleo instalando paneles solares en la Casa Blanca.

Fue justamente el disparado precio del combustible, junto con la crisis de los rehenes en Irán y una desbocada inflación las que terminaron de hundir su presidencia. Tras perder frente a Ronald Reagan, el expresidente se volcó en la escritura de libros y en el trabajo humanitario a través de su centro y de iniciativas como Habitat for Humanity, una lucha que culminó con la concesión del premio Nobel de la Paz en el 2002.

«MEDIADOR DE PAZ POR LIBRE» / No fue la suya una relación fácil con la Administración Bush y el expresidente llegó a ser definido como «un mediador de paz por libre que se tira en paracaídas en los puntos problemáticos del mundo». El Departamento de Estado llegó a negarle permisos de viaje a países conflictivos. Carter no huye de las controversias y el debate y provocó ambos con el título de uno de sus últimos libros, Palestina: paz, no apartheid, denunciado como parcial por los defensores de Israel.

Ayer, el Centro Carter envió un comunicado en el que el expresidente valoraba el galardón como «una inspiración para la abundante gente que trabaja para hacer avanzar la paz y los derehos humanos en todo el mundo».

El próximo 1 de julio recibirá el premio, dotado con 100.000 euros, de manos del presidente de la Generalitat, José Montilla, y el reconocimiento por «una sensibilidad wilsoniana hacia la autodeterminación de los pueblos».