DECADENCIA DE UN SÍMBOLO HISTÓRICO
Caracas retira todas las estatuas de Colón medio milenio después de la llegada del navegante
Chávez repudia en público los logros del descubridor
Más de medio milenio –concretamente 511 años– después de la llegada de Cristóbal Colón a las costas de Venezuela, donde por vez primera tuvo contacto con las tierras del continente americano, el célebre almirante ha sido expulsado de la memoria oficial de la capital venezolana: 2009 ha sido el primer año en más de un siglo en que se conmemora el 12 de octubre sin que haya en Caracas ningún monumento que recuerde al navegante ni a su gesta.
De forma progresiva, durante los últimos años se han borrado los elementos que recordaban en Venezuela la memoria de Colón. El primer cambio se produjo en el 2001, cuando en un proyecto de explotación gasífero que se realiza en el oriente del país fue sustituido el nombre de Cristóbal Colón por el del Mariscal Sucre, uno de los héroes venezolanos de la independencia suramericana.
Posteriormente, en el 2003, el Gobierno del presidente Hugo Chávez decidió cambiar la celebración del día de la Hispanidad, el 12 de octubre, para conmemorar el día de la Resistencia Indígena.
La imagen es impactante: una estatua, con cuerdas atadas en su cuello, cae de su alto pedestal jalonada por una muchedumbre iracunda, que luego la arrastra por la ciudad. No se trata de Tirana en 1991 ni de Bagdad en el 2003. Es Caracas en 2004 y la estatua derribada con tanta saña por seguidores chavistas pertenece a Cristóbal Colón. Esa figura de bronce, creada por Rafael de la Cova, fue develada en 1904 y desde entonces se convirtió en uno de los iconos más reconocidos de la capital venezolana, la imagen ante la cual se conmemoraba cada año el 12 de octubre.
Orden municipal
Otra estatua centenaria del navegante sería retirada cinco años más tarde, en el 2009, del caraqueño Parque de El Calvario, donde se exhibía desde 1898. Esta vez no fue por la acción de una horda sino por órdenes del alcalde chavista del municipio Libertador, Jorge Rodríguez, quien justificó su decisión con el argumento de que levantar un monumento a Colón en estas tierras «sería tan injustificado como colocar un busto de Hitler en Berlín».
La medida recibió el espaldarazo del presidente Hugo Chávez quien, en un acto televisado, afirmó que «Cristóbal Colón fue el jefe de la invasión que produjo un genocidio», y propuso sustituir la escultura removida por «un indio o una india, señalando el rumbo de la liberación de los pueblos, el rumbo del socialismo». En la erradicación de la memoria de Cristóbal Colón ha tenido un papel fundamental el mandatario venezolano, quien nunca ha ocultado el rechazo que le producen los actos destinados a recordar al navegante.
Este repudio ha sido expresado reiteradas veces en los programas Aló, presidente. Allí, Chávez ha contado cómo siendo un joven cadete le molestaba tener que participar cada 12 de octubre en paradas militares frente a la estatua de Colón. También ha manifestado su inconformidad con las enseñanzas impartidas a los niños venezolanos, quienes tienen que aprender las rutas de los viajes del almirante Colón en lugar de estudiar, por ejemplo, los recorridos del precursor de la independencia hispanoamericana, Francisco de Miranda.
Sustituir la nave
Ese malestar del gobernante venezolano se tradujo hace tres años en la decisión de retirar del principal parque recreativo de Caracas una réplica de la nave Santa María, construida en Barcelona en 1970, para sustituirla por un enorme barco museo, aún en construcción, que recuerde al Leander, la nave con la cual Francisco de Miranda intentó invadir Venezuela en 1806. El historiador Manuel Caballero considera que, al intentar borrar las huellas de la presencia española, Chávez «pretende reescribir la historia a partir de su ignorancia», pues el pueblo venezolano es y se siente mestizo. Caballero señala que se trata de una política que busca despertar odios irreconciliables y advierte de que «eso siempre termina en guerra civil».
Cuando en su tercer viaje Cristóbal Colón llegó a las costas venezolanas, lo que vio le hizo pensar que había encontrado el jardín del Edén. Cinco siglos más tarde el navegante ha sido expulsado, aunque ya ha quedado claro que no es precisamente del paraíso de donde le han echado.
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