CIBERDIARIO DESDE Guinea Bissau

«¡Bienvenida al narcoestado!»

La investigación por el crimen del presidente Nino Vieira está paralizada por falta de fondos

El candidato Baciro Davo, asesinado el viernes de varios disparos.

El candidato Baciro Davo, asesinado el viernes de varios disparos.

SANDRA Valent
ALFABETIZADORA DE CATALUNYA CASAMANCE

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«¡Bienvenida al narcoestado!» De esta peculiar manera me recibieron en la capital de Guinea Bissau, y no se trataba de una broma. Esta ciudad se ha convertido en una especie de almacén de África de la cocaína que procedente de Colombia tiene como destino final Europa. En este peculiar lugar del planeta impera la ley de los narcos, con el beneplácito de los poderes públicos. El ambiente que se respira es tan enrarecido y bochornoso como las elevadas temperaturas que fatigan a sus conciudadanos cuando el sol brilla en lo alto.

El asesinato a principios de marzo de los dos líderes del país, el presidente, Nino Vieira, y el jefe del Estado mayor, Tagme Na Waié, no ha hecho más que perjudicar la ya delicada situación. El país está paralizado, a la espera que alguien tome las riendas, desde el atentado con coche bomba que acabó con la vida del jefe militar y el posterior asesinato del presidente. El dinero ha cesado de circular, entre otras cosas porque el negocio del tráfico de droga también se encuentra en estado de coma vegetativo.

Las elecciones presidenciales avanzadas están previstas para el 28 de junio, pero en la calle muchos dan por hecho que la revuelta está a punto de estallar. El viernes asesinaron al candidato Baciro Davo, considerado el sucesor de Vieira. Hace meses que servicios públicos como las escuelas no funcionan adecuadamente puesto que el Estado carece de recursos para asumir los salarios de los docentes. Los militares, por su parte, también hace meses que dejaron de percibir un sueldo, por lo que los soldados, a diferencia de otros guineanos, intentan obtener dinero abusando de la fuerza que les concede su uniforme y su armamento. Así pues, por ejemplo, es desaconsejable circular de noche a bordo de un vehículo con matriculas extranjeras. Cualquier europeo despistado puede convertirse en el blanco fácil de los militares.

Bissau es una capital singular. Charlando con sus residentes puedes percibir con facilidad la paranoia que reina en sus calles. Nadie se atreve a hablar en público de política o del tráfico de cocaína. Antes de responder a mis preguntas, el interlocutor echará un vistazo con disimulo a derecha e izquierda. Si nadie alcanza a escuchar la conversación, puedes obtener al vuelo alguna información fugaz. Y es que además de narcos colombianos y militares conspirando en cada esquina, uno también debe evitar toparse con miembros de los servicios de información extranjeros o chivatos de cualquiera de los bandos.

La corrupción, la gran lacra de África, por supuesto también ha hecho estragos en este país. Cuentan que su antiguo presidente, Nino Vieira, amasó una fortuna con el negocio de la cocaína. En Guinea Conakry se dice lo mismo de su anterior presidente, Lansana Konté, y de su hijo, Ousmane Konté, que se encuentra en la actualidad arrestado, acusado de múltiples delitos. Cuentan, incluso, que la cocaína procedente de este país africano aterrizaba en París en una nada sospechosa valija diplomática.

Unos días atrás leí un titular impactante en un diario de Guinea Bissau. No hay dinero para investigar los atentados de Vieira y Na Waié y se pregunta «¿Para qué tanto dinero (se estiman necesarios un millón de euros) si los criminales se encuentran aquí mismo?» Existen muchas teorías sobre los asesinatos, y alguna implica a Francia. El misterio, según parece, quedará sin resolver.