El padre de la Revolución

Jomeini regresó a Irán hace 30 años para fundar la República Islámica

El Estado persa, convertido en una potencia regional, mantiene su enfrentamiento con EEUU

KIM AMOR
BARCELONA

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Fue una recibimiento triunfal y en olor de multitudes. Millones de iranís se echaron a la calle el 1 de febrero de 1979, hoy hace 30 años, para celebrar la llegada a Teherán, procedente del exilio, del gran ayatolá Rujolá Jomeini. Un hecho histórico que supuso la caída de la dictadura prooccidental de la dinastía de los Pahlevi y el nacimiento de una teocracia, la República Islámica de Irán. El espíritu de la Revolución jomeinista, de enorme calado religioso pero también anticolonial, al menos en sus inicios, sigue muy vigente tres décadas después. "La Revolución sigue viva y vigorosa", dijo ayer en los actos conmemorativos el presidente Mahmud Ahmadineyad.

Durante los diez años que ocupó el cargo de Guía Supremo, hasta su muerte en 1989, Jomeini construyó los cimientos de lo que es el actual régimen iraní, que se basa en el principio de la supremacía del poder religioso sobre el político. Su llegada al poder supuso un duro golpe para EEUU, que perdió de un plumazo a uno sus fieles aliados en la región. El sah Reza Pahlevi se vio obligado a salir del país por piernas, aunque le dio tiempo de saquear las arcas del Estado.

Para Jomeini, ese hombre de fría mirada y larga y espesa barba blanca, EEUU era el principal enemigo de la Revolución, y no dudó en permitir que un grupo de estudiantes asaltara en noviembre de 1979 la Embajada estadounidense en Teherán y mantuviera retenidos durante 444 días a 51 funcionarios, acusados de espiar y conspirar. La crisis de los rehenes acabó con la carrera política del entonces presidente de EEUU, Jimmy Carter, y rompió los lazos diplomáticos entre ambos países, que siguen sin restablecerse.

Un millón de muertos

Después, ya con el republicano Ronald Reagan en la Casa Blanca, vino el apoyo de EEUU al dictador iraquí, Sadam Husein, en la guerra que libró Irak contra Irán en la década de los 80 y en la que murieron más de un millón de personas. Los muertos iranís están enterrados en el Cementerio de los Mártires, a las afueras de Teherán, junto a la gran mezquita donde reposan los restos de Jomeini.

Desde la muerte del padre de la Revolución, el poder del país está en manos del ayatolá Alí Jamenei, y bajo su supervisión han pasado tres presidentes: el millonario Alí Rafsanyani, el reformista Mohamed Jatamí y, desde el 2005, el ultraconservador Ahmadineyad. A pesar del enfrentamiento que libra con parte de la comunidad internacional por su programa nuclear --que Teherán califica de pacífico y sus detractores de plan para fabricar armas atómicas--, Irán ha logrado convertirse en una potencia regional.

Y paradójicamente ha sido EEUU, gracias al expresidente George W. Bush, el que lo ha propiciado, al eliminar a dos de los grandes rivales del régimen iraní, los talibanes en Afganistán y Sadam Husein en Irak. El poder chií en Irán y ahora en Irak, donde los chiís controlan resortes clave del Estado, inquieta a los países árabes vecinos, gobernados por sunís pero con minorías chiís díscolas. Este es parte de panorama al que debe hacer frente el actual inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, quien se ha mostrado dispuesto a utilizar la diplomacia para reducir la tensión con el régimen iraní.

Ahmadineyad quiere seguir

De momento Irán calienta motores cara a las elecciones presidenciales del 12 de junio. Parece claro que Ahmadineyad optará a un segundo mandato de cuatro años, aunque no lo va a tener fácil. Su política económica a base de subsidios corre peligro debido al descenso del precio del petróleo, principal fuente de ingresos de país. El descontento de la población le puede pasar factura.

No es posible saber con exactitud qué porcentaje de los iranís apoya al régimen de los ayatolás, al que cada vez le es más dificil mantener la llama revolucionaria. De hecho, el 70% de la población tiene menos de 30 años y no vivió el fervor del regreso de Jomeini. En todo caso, habrá oportunidad de recuperar la figura del gran ayatolá nueve días antes de las elecciones. El 3 de junio se cumplirán 20 años de su muerte.