ESCALADA DE LA OFENSIVA ANTES DE UN POSIBLE ALTO EL FUEGO

Israel ataca la sede de la ONU en Gaza y destruye ayuda humanitaria

RICARDO MIR DE FRANCIA
JERUSALÉN

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Gaza vivió ayer uno de los bombardeos israelís más terribles desde el inicio de la ofensiva, hace 21 días. La aviación y la artillería castigaron sin descanso el centro de la capital, mientras sus tropas barrían algunos barrios de las afueras provocando la huida de miles de civiles. Nadie está a salvo. Los tanques atacaron la sede de la UNRWA, desde la que se centraliza la distribución de la ayuda humanitaria, además de otros tres hospitales y las oficinas de varios medios de comunicación. La cacería, saldada ya con 1.050 muertos y 5.000 heridos, se cobró ayer por fin un trofeo de envergadura: el ministro del Interior de Hamás, Saed Siam, uno de sus halcones más prominentes.

El redoble de los bombardeos podría, sin embargo, indicar que el final de la ofensiva está cerca. Israel acostumbra a apurar sus operaciones con un castigo ejemplar. Ya lo hizo en la última guerra del Líbano. Durante las 72 horas entre el alto el fuego decretado por la resolución de la ONU y el cese definitivo de hostilidades, roció el país con cerca de un millón de bombas de racimo. Esta vez la resolución de la ONU ha sido abiertamente ignorada, pero en cuatro días toma posesión Barack Obama como presidente de EEUU y muy pocos en Israel quieren tentar la suerte de una posible condena del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Este mercadeo político lo sigue pagando la población de Gaza y todo aquel que insiste en aliviar su calculado martirio. El Ejército israelí golpeó por cuarta vez las instalaciones de la ONU.

NUBE TÓXICA

Un tanque disparó obuses de fósforo blanco contra la sede del organismo para los refugiados (UNRWA), desatando el pánico entre 700 personas que se refugiaban en su interior, la mayoría familiares de los empleados. La nube tóxica envolvió en llamas el almacén que albergaba las miles de toneladas de alimentos y medicinas que han entrado en la franja, así como las reservas de combustible para distribuir la ayuda.

El ataque coincidió con las reuniones del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, con la cúpula dirigente israelí. "He comunicado mi más firme protesta e indignación y he pedido una completa explicación", dijo el impotente Ban. El primer ministro, Ehud Olmert, recurrió a la misma explicación empleada para justificar la masacre en la escuela de Yabalia. Algunos milicianos, dijo, dispararon antes desde la sede de la UNRWA. La experiencia de Yabalia lo pone en tela de juicio. Militares israelís admitieron después a diplomáticos europeos que los milicianos estaban fuera.

Los combates más encarnizados se vivieron en el barrio de Tel Haua. Excavadoras israelís levantaron hondonadas para atrincherar a sus tanques, y con octavillas y megáfonos instaron a la población a marcharse.

Miles escaparon, llorando o cargando niños en brazos, una imagen reminiscente del éxodo forzoso de 1948. Algunos trataron de refugiarse en el Hospital Al Quds, pero también fue golpeado por los tanques. Anoche, cientos de personas presas del pánico trataban de huir del centro hospitalario en llamas. Son ya 16 los centros sanitarios atacados.

Dos periodistas resultaron heridos por los proyectiles lanzados contra el edificio donde se ubican medios occidentales y árabes. En su avance hacia el centro, las tropas ocuparon el parque Barcelona, una de las pocas zonas verdes de Gaza, construida con fondos españoles. Hamás recibió el golpe más duro desde el inicio de la contienda. Un misil acabó con su número tres, Said Siam, y con uno de los jefes de su aparato de seguridad, Salá Abú Shreh.