LA MUJER DEL CANDIDATO DEMÓCRATA

Michelle Obama deja de lado su condición de brillante abogada por razones políticas

J. C. B.
DENVER

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Autocontrol. Encanto. Seducción. No asustar."Si es primera dama, por encima de todo será una madre y una esposa",en palabras de David Plouffe, mánager de la campaña. Convencer a los votantes de ello era la misión que la pasada madrugada (hora española) tenía ante sí Michelle Obama, la abogada de 44 años esposa de Barack Obama que protagonizó la intervención estrella de la primera jornada de convención demócrata y que, al igual que su marido, aspira a hacer historia: ser la primera esposa de presidente negra de la historia.

Lleva todo el verano Michelle --una abogada de Princeton y Harvard que creció en una familia trabajadora de Chicago-- degira de redención. Calmada, modesta, ha aparecido en programas televisivos para mujeres comoThe Viewy en revistas no especializadas en política comoEbonyyPeople.Trataba de quitarse de encima la caricatura --"la primera dama del resentimiento",la llaman-- que han hecho de ella los conservadores.

Actos íntimos

Empezó muy bien el ciclo electoral Michelle, protagonizando actos íntimos (comparados con los de su marido) que contribuyeron a popularizar la biografía del candidato. Pero pronto las cosas se torcieron. La controversia con el reverendo Jeremiah"Dios maldiga a América"Wright la salpicó ya que fue ella quien llevó al desarraigado Obama a esa iglesia. Aunque lo peor fue cuando dijo que"por primera vez"se sentía"orgullosa"de su país. Rectificó --estaba elogiando la implicación popular en las elecciones-- pero ya era tarde.

En el proceso de convertir a Obama en un peligroso radical en que se ha embarcado parte de la derecha, la figura de Michelle es clave. La pintan como alguien más radical que él. Las críticas llegaron a tal nivel que hasta la actual primera dama, Laura Bush, salió en su defensa. Urgía un cambio de imagen, potenciar a la madre y esposa por encima de la abogada, a la mujer que no quería entrar en política y que puso como condición a su marido que viera al menos un día por semana a sus hijas. Los sondeos dicen que la esposa de John McCain, Cindy, tiene mejores índices de popularidad. Puede que las esposas no ganen elecciones, pero no es bueno que reafirmen una mala imagen política construida por los adversarios del candidato.