SEGREGACIÓN EN EL TRANSPORTE URBANO A CAUSA DEL ACOSO SEXUAL

La ciudad de México pone en circulación 13 vehículos públicos de uso exclusivo para mujeres

Manoseos y groserías son un calvario cotidiano para las mexicanas

Una joven mexicana sube a uno de los autobuses solo de mujeres.

Una joven mexicana sube a uno de los autobuses solo de mujeres.

TONI CANO
MÉXICO

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"Se siente una gran tensión en el ambiente", dice Lupita. No está hablando de un antro peligroso, sino del transporte colectivo de la ciudad de México. "Los hombres te miran insistentemente: el primer acoso es visual --narra la mujer--. Algunos se acercan, se arriman, te frotan o te sueltan al oído alguna grosería, cuando menos un baboso 'mamacita...'". Todas cuentan lo mismo que Lupita, porque la presión machista, que muchas veces acaba en violación, es el calvario cotidiano de millones de mexicanas, en casa, en la calle o en el trabajo, pero singularmente en el metro y el autobús.

El Gobierno de izquierdas de la capital --que a estas alturas puede presumir de bodas homosexuales, aborto libre y gratuito, mensualidad para las maltratadas, suspensión voluntaria de tratamiento para enfermos terminales y, en el metro, hasta de lectura-- no podía dejar de tomar cartas en un asunto en el que la ciudadanía machista no solo se muestra reacia a cambiar, sino que además, según muestran las estadísticas, multiplica abusos y violaciones. Dos autobuses con foto y obra de la pintora Frida Kahlo anunciaron hace unos meses la campaña Viajemos seguras. De la única forma que eso parece posible: en vehículos y vagones solo para mujeres.

"Ya era hora"

Antes, solo el metro reservaba en las horas punta los dos vagones delanteros para las damas. El llamado metrobús de la avenida Insurgentes incorporó la separación para mujeres, ancianos y discapacitados. Por fin, la semana pasada, 13 autobuses exclusivos para mujeres se distribuyeron en dos de las rutas más utilizadas de la ciudad, el paseo de la Reforma y el Eje Central, con frecuencia de 20 minutos a media hora y como preludio de una medida que se extenderá a 15 trayectos. "Ya era hora", suspiran sus usuarias. "No hay otra manera; no van a cambiar los hombres, cortos como sus atributos", ríe una.

"Dentro de pocos años, tendrán que ser mitad y mitad los buses y los vagones de metro, porque cada vez somos más las mujeres que trabajamos, estudiamos, andamos en la calle", dice Miroslava García, encargada de políticas de género en el Ministerio de Transporte y Vialidad local. Solo en el Distrito Federal, que abarca la mitad de una megalópolis de 25 millones de habitantes, circulan 30.000 microbuses, 97 autobuses articulados (metrobús), 1.400 autobuses, 327 trolebuses y casi 110.000 taxis regulares.

Los chóferes, incluyendo los concesionarios de microbuses y taxis, son los primeros aleccionados con cursos sobre cómo tratar a las usuarias. Los más sensibles cuentan que muchas veces han tenido que "defender a pasajeras que eran manoseadas por hombres" e incluso llamar a la policía. Dos conductores de los nuevos vehículos exclusivos para damas comentan que "hasta ahora solo ha habido algunos insultos" de pasajeros rechazados a la subida.

El Gobierno del Distrito Federal fomentará también los taxis conducidos por mujeres y con servicio solo para mujeres. E irá aumentando el espacio de andén y la cantidad de vagones de metro a ellas destinados. Las señoras que usan los autobuses de Reforma comentan ya que "viajar solo entre mujeres es mucho más cómodo". Alejandra añade: "Si a mí, que ya tengo 58 años, los hombres me siguen molestando y se me pegan al cuerpo, qué no les hacen a las jovencitas".

Repertorio obsceno

"De todo", coinciden en señalar Lupita, Silvia, Fabiola, Yvonne y muchas otras. De pie, cualquiera puede acabar "manoseada, pellizcada, fajada", en medio de un "sándwich". Sentadas, "los penes rozan el brazo" y "las manos van a los senos y a las piernas". Siempre, las frases obscenas, los burdos requiebros y propuestas: "Qué buenas chichis  (pechos) tienes", "te voy a agarrar bien las nachas (nalgas)", "quiero contigo". Las güeras --rubias o de tez clara-- aún lo tienen peor.

Silvia explica: "Algunas llevan agujas para pinchar, pero la mayoría nos quedamos calladas y eso hace que siga pasando". Fabiola es de las que prefieren "bajar del vagón antes que seguir soportando miradas fuertes de lujuria", grita si la tocan y contesta a las babosadas con un "¡díselo a tu madre!". Yvonne usa un pin y pincha fuerte: "Ni rechistan". Lupita trata de ignorarlo, pero, como todas, está "hasta la madre", harta del acoso machista.