INTERVENCIÓN DEL GOBIERNO EN LA PROLONGADA CRISIS DE LOS DESECHOS

Italia recurre al Ejército para la lucha contra la basura en Nápoles

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA
IRENE SÁVIO / NÁPOLES

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Ayer empezó en Nápoles y alrededores la guerra contra un número no precisado de miles de toneladas de basura --la agencia de noticias italiana Ansa las cifra en más de 100.000-- con la intervención de los militares. Mientras, el primer ministro, Romano Prodi, se reunía en Roma con los ministros del Interior y de Medio Ambiente para una supuesta batalla final contra un despropósito único en Europa, que provoca una emergencia permanente desde 1994, con ratas en las calles y gases venenosos por doquier por la falta de vertederos disponibles.

Miembros del cuerpo de ingenieros bajaron a las calles y empezaron a limpiar las zonas colindantes con las escuelas y los hospitales. A la vista de la ofensiva del Gobierno, los alcaldes que habían ordenado el cierre de las escuelas a la vuelta de las vacaciones dieron marcha atrás, pero la mayoría de las familias no se fiaron y dejaron a sus hijos en casa.

Paralelamente, las 500 personas que controlan los accesos al vertedero napolitano de Pianura, cerrado desde 1996 por saturación y considerado el único que puede almacenar de inmediato cuanto se acumula en las calles de 150 pueblos y ciudades, siguen oponiéndose a su reapertura. "No pasarán", dicen, aunque ayer de madrugada la policía antidisturbios cargó contra ellos, porque supuestamente entre los manifestantes había elementos radicales manipulados por la Camorra, la Mafia local, que lleva décadas lucrándose con los desechos y se opone al traspaso del negocio al sector público.

PIANURA RESISTE

En el imaginario colectivo, Pianura es el símbolo de la crisis. Anna, de 60 años, llegó recién casada, hace 40. "Ahí abajo hay residuos tóxicos, y cuando el vertedero funcionaba un humo negro y denso lo cubría todo. Mucha gente enfermó. Hubo tumores, leucemias y malformaciones de fetos. Yo misma sufrí cáncer de pulmón", explica.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en esta región las posibilidades de morir de determinados tipos de cáncer son hasta 12 veces superiores a las del resto de Italia. La dioxina no perdona ni a los niños, ya que el riesgo de traer al mundo un bebé con malformaciones se dispara hasta el 83% en las zonas de Campania donde hay vertederos. Stefania Zeccone, ama de casa de 48 años, asiente con la cabeza. A su lado están Rebecca, de 5 años, Gaia, de 9, y Benedetta, de 12, sus tres hijas. La más pequeña lleva un gran gorro que la protege del frío y un panfleto en la mano. Yo voy a la escuela de aquí. No me quiten la sonrisa, dice.

En la pasada noche, se organizó una protesta por las calles del barrio contra la reapertura del vertedero. Claudio De Caro, de 51 años, párroco de la zona, encabezaba la larga fila de casi 4.000 hombres, mujeres y niños. "Qué decir- Mis fieles están exasperados. Algunos creen que están luchando contra los molinos de viento, como Don Quijote", dice. Unas gotas de agua empiezan a caer lentamente del cielo y se mezclan con la masa en putrefacción de residuos en el suelo. El olor fétido se extiende entre las callejuelas donde los transeúntes caminan entre ratas y motos que se adelantan unas a las otras a gran velocidad. "¿Los ve a esos?", dice Luigi Cuomo, vicepresidente de los comerciantes de la zona. Indica a unos chicos de unos 14 años que conducen sin casco. "Pertenecen a la Camorra. Los adultos están presos. Vinieron con sus motos para asustar a la gente", añade. Los efectos no tardan en llegar. A pesar de no haber anochecido, algunos vendedores cierran sus persianas y se esconden en el interior de sus locales.  "¡Resistamos! ¡Resistamos!", gritan los manifestantes. "Bájense, bájense... Venid a luchar con nosotros", les dicen a los que se asoman a los balcones. Pero nadie baja.