Patrimonio local

Ramon Puig i Gairalt, el arquitecto que dibujó la identidad de L’Hospitalet

Las obras del edificador y urbanista más influyente de la historia de la ciudad componen buena parte del patrimonio histórico aún hoy conservado en la segunda urbe de Catalunya

MAPA | Las 'joyas' arquitectónicas del patrimonio cultural de L'Hospitalet, ayer y hoy

Retrato del arquitecto municipal de L'Hospitalet Ramon Puig i Gairalt.

Retrato del arquitecto municipal de L'Hospitalet Ramon Puig i Gairalt. / AMHL 101 AF 0000620 /a.Autor desconegut/da (Arxiu Municipal de L'Hospitalet

Àlex Rebollo

Àlex Rebollo

L'Hospitalet de Llobregat
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“Es incalculable el número de horas que he pasado hablando para mirar de impedir a tantos individuos que pretendían construir viviendas en forma de verdaderas pocilgas, en el sentido más bajo de la palabra, sin condiciones para aprovechar tan sólo un poco de alegría de ver el sol. ¿Tenemos alguna culpa los arquitectos en lo que sucede? ¡Qué duda cabe!”. Son palabras de Ramon Puig i Gairalt (1886-1937) en un artículo de la revista ‘El Constructor’ publicada en 1925. El entonces arquitecto municipal de L’Hospitalet de Llobregat recordaba a sus compañeros de gremio que sus conocimientos no habían sido adquiridos para “uso privado”, sino que se debían “a nuestros semejantes y principalmente a nuestros compatriotas”.

Puig i Gairalt es, sin duda, el arquitecto más influyente de la historia de L’Hospitalet. La mayor parte del patrimonio histórico del segundo municipio de Catalunya, uno de los principales elementos que permite construir sentimiento de ciudad, lleva su firma. En sus 25 años como arquitecto en el consistorio dibujó y mandó a construir fábricas, viviendas y edificios culturales, principalmente, de estilo novecentista y modernista. Pero su huella en la ciudad va más allá de sus obras como arquitecto. Puig i Gairalt jugó también un rol importante como urbanista, ya que fue el encargado de elaborar los planes de ensanche y saneamiento para la ciudad, parte de ellos todavía presentes en el entramado de calles del norte, pese a que su idea original quedó torpedeada durante el crecimiento del ‘desarrollismo’ franquista.

Aunque L’Hospitalet es una ciudad que ha destacado por carecer siempre de una burguesía, la familia de Puig i Gairalt era lo suficientemente acomodada como para permitirse que sus dos hijos, Ramon y Antoni, estudiaran en la universidad. El ‘pater familias’ era originario del barrio del actual barrio del Centre y trabajaba como contratista de obras. Un oficio que, como recordaba en un artículo para el Centre d'Estudis de L'Hospitalet (CELH) la doctora en historia del arte Mercè Vidal i Jansà, le había llevado a trabajar con arquitectos de la talla como Antoni Gaudí. La rama familiar de la madre provenía de la zona de la Marina, espacio mayormente dedicado a los cultivos.

Los dos hermanos terminaron estudiando en la Escola d’Arquitectura de Barcelona, aunque en un inicio Antoni había apostado más por la música y las artes. Ramon, el mayor de los dos, obtuvo el título de arquitecto en 1912 y en seguida empezó a trabajar en el Ayuntamiento de L’Hospitalet, donde terminó como arquitecto municipal. Ramon pertenecía a la élite intelectual del momento y estaba muy conectado con la Mancomunitat de Prat de la Riba, pero en las distintas etapas políticas consiguientes se adaptó al poder del momento, en gran parte, debido a la naturaleza de su cargo. Aún así, se definió como progresista, buscó siempre estar a la vanguardia de los movimientos arquitectónicos y se caracterizó por tarar que las clases populares tuvieran acceso a viviendas dignas.

Inauguración del edificio de Correos y Telégrafos de L'Hospitalet el 23 de octubre de 1927, obra del arquitecto Ramon Puig i Gairalt.

Inauguración del edificio de Correos y Telégrafos de L'Hospitalet el 23 de octubre de 1927, obra del arquitecto Ramon Puig i Gairalt. / AMHLAF0000234 /a.Merletti /d.Família Tomás Giménez (Arxiu Municipal de L'Hospitalet)

Una época de expansión

Uno de los principales motivos de la extensión de su obra se debe a que él aterriza en el consistorio en un momento de expansión de la ciudad, en la que se requieren nuevas viviendas, equipamientos y otros tipos de construcciones para adaptarse a la realidad del momento. Una etapa en la que la localidad empieza a dejar atrás esa idea de pueblo agrícola que la había caracterizado hasta entonces. Es en estos años cuando llega la gran primera oleada migratoria del siglo XX a L’Hospitalet. Constan más de mil expedientes de obra con su firma, tal y como explica el historiador Josep Maria Solias.

El arquitecto municipal de L'Hospitalet de Llobregat Ramon Puig i Gairalt.

El arquitecto municipal de L'Hospitalet de Llobregat Ramon Puig i Gairalt. / AMHL 101 AF 0000620 /a.Autor desconegut/da (Arxiu Municipal de L'Hospitalet)

Gerard Lara, miembro del CELH y divulgador del patrimonio de la ciudad, señala que no es que Puig i Gairalt contara con “un equipo multidisciplinar”, sino que “trabajaba muchísimo”. “La mayoría de propietarios buscaban sacar rendimientos y no invertían tanto en licencias decorativas”, comenta Lara, quien explica que es en los edificios municipales y fábricas, como la Albert Germans, donde elaboró obras con mayor ornamentación.

Así, resalta también que el arquitecto más destacado de la ciudad quiso modernizar el municipio, “no sólo para mejorar la calidad de vida de la gente, sino también para educar a la gente en este civismo del momento”. Son muchas sus obras emblemáticas, pero destaca que, por ejemplo, fue el autor del primer ‘rascacielos’ del área de Barcelona. Un edificio que todavía pervive en el barrio de Collblanc, en la frontera entre L’Hospitalet y la capital catalana.

El 'rascacioelos' de Collblanc, obra del arquitecto Ramon Puig i Gairalt.

El 'rascacioelos' de Collblanc, obra del arquitecto Ramon Puig i Gairalt. / Diputación de Barcelona

El plan de ensanche

Fue en 1926 cuando se aprobó el plan urbanístico de Ramon Puig i Gairalt, un proyecto que, por primera vez, dibujaba y sectorizaba el crecimiento que debía emprender la ciudad. Has entonces, el consistorio de la época admitía que la planificación de la ciudad "se realizaba en plena anarquía d ela urbanización". Lo hacía en consonancia con el plan Jaussely, el cual buscaba continuar el plan Cerdà y adaptarlo más allá de la capital catalana para que el trazado del Eixample encajara con la urbanización primigenia de las urbes de la conurbación barcelonesa. Aunque a finales de los años 20 se pusieron en práctica algunos de los conceptos propuestos, la crisis, la llegada de la República y la Guerra Civil, así como la consecuente posguerra, paralizaron la expansión hospitalense. La ciudad empezó a crecer de forma masiva, principalmente, entre los años 50 y 60. Hacía tiempo ya que el arquitecto municipal había fallecido a causa de una peritonitis.

Perspectiva de una parte del proyecto de ensanche de L'Hospitalet, premiado por el municipio

Perspectiva de una parte del proyecto de ensanche de L'Hospitalet, premiado por el municipio / AMHL 101 AF 0000119 /a.Ramon Puig Gairalt (Arxiu Municipal de L'Hospitalet)

Sin embargo, apenas se llevaron a cabo algunos de los proyectos dibujados. La crisis económica, la llegada de la República y el estallido de la Guerra Civil frenaron los planes expansionistas de la ciudad. Se aprobó entonces el plan comarcal de 1953, que buscaba organizar urbanísticamente Barcelona y su conurbación para dar respuesta a ese gran fenómeno migratorio, junto, con los distintos planes parciales. 

Fue aquí cuando los planes de Gairalt se desdibujaron. Lo que mejor sobrevivió fue el entramado de calles en La Florida y Pubilla Cases, donde el arquitecto planificaba una ciudad-jardín obrera, una trama radial y con manzanas triangulares al estilo parisino que debían acoger viviendas con poca altura. Una ciudad-jardín que, con la especulación inmobiliaria y la necesidad de construir mucho y en poco tiempo durante el ‘desarrollismo' franquista, terminó convertida en el kilómetro cuadrado más denso de Europa. Hay quienes apuntan a que los planes de Gairalt contaban con errores de base y ya dejaban poco margen entre bloques. Aunque el consenso mayoritario es que, las necesidades urbanísticas, a cien años vista, han mutado mucho y que el principal problema fue la sobreedificación de la época.

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