un vecino de Horta Guinardó

Josep Maria Padró: "El cierre del Lauren fue una gran pérdida para el barrio"

El director del servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital de Sant Pau es vecino de Horta desde hace 18 años. Pero ya en 1970 la medicina lo vinculó al distrito en el que se realizó el primer trasplante de corazón de España y en el que él participó.

El doctor Josep Maria Padró, en la recién inaugurada escuela municipal de música en la masía de Can Fargues.

El doctor Josep Maria Padró, en la recién inaugurada escuela municipal de música en la masía de Can Fargues.

CARME ESCALES / BARCELONA

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La madrugada del 9 de mayo de 1984, en el barrio barcelonés del Guinardó, la aorta, venas, ventrículos y arterias del corazón de una persona que pocas horas antes había fallecido en un accidente, eran conectados en el pecho de un paciente que, gracias a esos nuevos latidos, pudo continuar viviendo. Era el primer trasplante de corazón que se realizaba con éxito en España. Los doctores Josep Maria Caralps y Josep Oriol Boní lo llevaron a cabo.

Josep Maria Padró (Barcelona, 1951) también estuvo aquella noche en el quirófano del Hospital de Sant Pau donde se hizo la histórica proeza. "Sí, el primer trasplante fue en el Guinardó", rememora quien entonces tenía 33 años y su vínculo con el barrio del Guinardó ya había empezado en 1970, cuando empezó a estudiar medicina en el Sant Pau, el hospital en el que hoy dirige el servicio de cirugía cardiaca. Desde hace 18 años, además de trabajar en Horta-Guinardó, también vive en él.

DEL QUIRÓFANO AL PARQUE

Desde su casa hasta el hospital de Sant Pau, Josep Maria Padró tiene una media hora de camino, a pie. Pero ante cualquier posible emergencia, es la moto su mejor aliado. "También utilizo alguna vez el bus del barrio, el 117", explica el vecino de Font d'en Fargues. Vive camino de la montaña, muy cerca del parque del Guinardó, que solía aprovechar mucho más cuando en casa tenían perro. Ahora reserva los paseos por esa montaña vecina para desconectar de la concentración del quirófano.

Pero ya en el barrio desconecta bastante. "En Horta, desde el paseo de Maragall hacia arriba en dirección a la montaña, es como un pueblo, se respira mucha tranquilidad, según a qué horas, a veces incluso es un tanto solitario", afirma.

Mercado y pequeños comercios del barrio son otro de los alicientes para Josep Maria Padró, en el barrio en el que reside. "Me gusta mucho ir a comprar a las tiendas del barrio, y considero que Horta está muy bien servido en este sentido, y siguen abriendo comercios", puntualiza.

NOSTALGIA DEL CINE

Padró fue uno más de los vecinos del distrito de Horta-Guinardó que lamentó, y lamenta, el cierre del cine Lauren Horta, hoy sustituidos por un gran supermercado. "Las tiendas y también supermercados dan mucha vida al barrio, pero locales culturales, son un puntal importante para construir todavía más vida de barrio", precisa el cirujano. "Antes podías ir al cine y antes o después ibas a cenar, y todo sin tener que salir del barrio. Ahora ya tienes que moverte al centro o a un complejo comercial -añade- Por eso la desaparición del cine fue una gran pérdida para el barrio".

En su día a día, Josep Maria Padró saca partido por igual a ambas partes del distrito: Horta y Guinardó. En Horta aprovecha esos paseos, la calma de sus cimas de casas bajitas, los vermuts del mítico bar Quimet, junto a la plaza de Eivissa, en el casco antiguo y centro más neurálgico del barrio de Horta. Pero también sabe el tesoro que representa para el distrito contar con un romántico parque como el del Laberint d'Horta.

Del Guinardó, donde se ubica el hospital en el que hace latir corazones a diario, también sale a aprovechar la vida que le brinda el entorno comercial que rodea al Sant Pau. "Cuando no te apetece comer entre batas blancas, a 500 metros tienes muchos bares y restaurantes donde puedes despejarte", explica el responsable de un servicio que realiza unas 600 operaciones cardiacas al año, "una gran parte de ellas a vecinos del distrito de Horta-Guinardó".