Se levantan 10 minutos antes de que empiece la clase, se ponen una sudadera encima del pijama y, con el desayuno aún sin terminar, se conectan a la clase. La mayoría ni encienden la cámara del ordenador (para no ser vistos) y quedan registrados en la pantalla con un número o el nombre de pila. Mientras el profesor va explicando la lección del día, ellos se van preguntando dudas por el móvil o se levantan un momento a dejar la taza del café con leche en la cocina... Así es desde hace más de un mes, el día a día de la mayoría de los universitarios catalanes. Las restricciones impuestas por la Generalitat cuando la segunda ola del coronavirus estaba en pleno auge, el pasado 15 de octubre, siguen todavía en vigor para los estudios superiores y no hay visos de que nada vaya a cambiar ni en enero, a la vuelta de las vacaciones de Navidad.