Hubo un tiempo no tan lejano en que los debates presidenciales en Estados Unidos eran no un circo o un bochornoso espectáculo, sino un choque civilizado, también a menudo inane, de ideas políticas. Quizá ese tiempo regrese pronto. A modo de ventana hacía ese pasado y ese posible futuro ha servido este miércoles por la noche desde Salt Lake City (Utah) el debate de vicepresidentes entre la nominada demócrata Kamala Harris y el republicano Mike Pence, un careo marcado de múltiples formas por el coronavirus .