Llamar o no llamar. Cuando suenan gritos en el piso de al lado, cuando una compañera de trabajo llega con un ojo morado, cuando una amiga consulta el teléfono y echa a temblar. El entorno a menudo sabe, o sospecha, que una mujer está sufriendo violencia machista por parte de su pareja pero normalmente no se atreve a avisar a las autoridades para que medien. La duda de intervenir o quedarse al margen no es sencilla de resolver. Pero siempre resulta más complicado acabar conviviendo con la de preguntarse qué habría pasado si hubieran hecho esa llamada a tiempo. Según los Mossos d’Esquadra, el entorno de cinco de las mujeres que ha enterrado esta lacra durante el 2020 –ocho adultas y una menor– conocían el calvario que sufrían. Y decidieron no meterse. Los otros cuatro ni siquiera habían percibido ninguna señal.