Durante los años 60 del siglo XX, un día, a primera hora de la mañana, el entonces alcalde franquista de Barcelona, José María de Porcioles, llamó a los principales empresarios con negocios en la Rambla y los citó en la puerta de la Boqueria: “Quitaremos el mercado de aquí y haremos un gran párquing”, les contó, satisfecho por su iniciativa. Al parecer, uno de los presentes, el joyero Amadeu Bagués, se arrodilló para enfatizar que aquello le parecía una locura y le instó a descartar ese plan: “¡Tendrá que dispararme!”.