<b>GRÀCIA</b>
Copas con mucho ritmo
Un bar imparte clases gratuitas de salsa y bachata a 20 personas cuatro días a la semana
"Uno, dos, tres, cuatro, ¡vuelta!". Así resuena casi todos los días el bar El Sabor, en la calle de Francisco Giner, 32, en Vila de Gràcia. Desde hace más de dos años en este bar cubano se imparten gratis clases de salsa y bachata de domingo a miércoles. A partir de las 22.00 horas, el local se llena de gente que quiere aprender algunos pasos básicos de estos bailes latinoamericanos. La única norma es una consumición mínima de 5 euros.
"Cuando vine por primera vez tenía dudas -explica Clara Domínguez, 27, estudiante de biología de Barcelona-. Creí que era el típico sitio donde la gente viene a ligar y todo se hace menos bailar". En realidad, a pesar de la sensualidad del baile, la atención de todos está en los pies.
La clase empieza como la más típica lección de baile en una academia: los alumnos detrás de la profesora, todos en fila delante de un espejo. "Comenzamos con pasos básicos de bachata porque a la gente que no ha bailado nunca le es más fácil seguir el ritmo", aclara Lidia Martín, 33 años, de Barcelona, que da clases todos los miércoles en El Sabor.
Con su ojo experto, hace que los asistentes repitan las secuencias una y otra vez, sin música, hasta que todos consigan seguir sus indicaciones. El momento más divertido llega cuando hay que repartir a todos en parejas. Los hombres, los más tímidos, al final terminan armándose de valor, y cuando empieza la música el Sabor se llena de sonrisas.
"Llevo dos años organizando estas clases -cuenta Jorge Efrain Moreno, de 34 años, mexicano -y solemos tener cada día unas 20 o 30 personas que quieren bailar". La mayoría de asistentes son catalanes, aunque siempre se puede encontrar algún turista y algún latinoamericano que echa de menos su casa.
"Estas clases son para gente de aquí, para aquellos que quieran conocer realmente el sabor cubano, para que nuestras culturas se unan", relata el gerente del bar, Livan Hernández, de 50 años, cubano.
Ganar autoestima
"Vine por primera vez arrastrado por unos amigos, desconfiando plenamente y pensando que me aburriría. Gracias a este sitio he ganado autoestima y confianza en mí mismo", afirma Jordi Moras, un historiador de 37 años, historiador.
Lo cierto es que la cara de los asistentes a la clase, al principio tímidos y patosos, cambia a las dos horas. En el primer descanso los más emocionados siguen practicando lo que la profesora ha explicado, pero en la segunda pausa se produce el milagro. Casi todos los asistentes, lejos de querer descansar, siguen dando vuelta, riéndose, pisándose los pies, deseando que la clase no acabe.
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