Jordi Rivera: "Si prueban el helado natural, les convenzo"

Cree que Gràcia es el barrio «más ecológico de España» por el tipo de negocios y las cooperativas de consumo. Por eso, Jordi Rivera abrió en este distrito la heladería Bodevici, donde solo utiliza productos naturales.

Emprendedor 8Jordi Rivera, frente a su local de Torrijos, 21.

Emprendedor 8Jordi Rivera, frente a su local de Torrijos, 21.

ÓSCAR HERNÁNDEZ / BARCELONA

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Jordi Rivera Jové (Barcelona, 1979) se especializó en energías renovables tras acabar la carrera de ingeniero industrial. Esa conciencia verde le llevó hace cinco años a abrir su propio negocio, una heladería ecológica, en el corazón del barrio más verde. Que lo natural no está reñido con el sabor se desprende del nombre del local, Bodevici.

-Y no abrió una heladería ecológica en Gràcia, sino dos.

-Abrí esta de Torrijos, 21, y otra en la calle de Astúries. Por esta última pasaba mucha gente, pero el ayuntamiento me obligó a cerrarla. Fue un momento crítico. Perdí 30.000 euros. Cuesta mucho emprender y encima en Gràcia me encontré con técnicos que no me ayudaron. Creo que no están preparados para ayudar. Y todo porque había cuatro escalones que según ellos restaban espacio a la superficie de venta. Sí que me han ayudado otros técnicos municipales de Sant Andreu y Eixample.

-Está dolido.

-Lo que no te mata, te hace fuerte. Yo he trabajado como un animal. Tras dos años batallando por aquel local, el distrito me amenazó con una multa de 3.000 euros. Cerré y seguí trabajando. Ahora he conseguido que 30 clientes, como Veritas, vendan mis productos. Y tengo tres heladerías en la ciudad.

-¿Qué lleva a un ingeniero a montar heladerías ecológicas?

-Soy comedor de helados de toda la vida. Cuando viajo siempre los pruebo. Y sé distinguir un buen helado entre la mayoría. Como no tenía hijos, ni hipoteca, decidí apostarlo todo en montar una heladería. Siempre me decía que lo haría cuando me tocara la lotería. No me tocó, pero me dieron un crédito del ICO.

-Investigó antes el sector.

-Sí. Y me quedé de piedra cuando descubrí que el ingrediente estrella es el saborizante. Me sentí engañado. Yo quería una cosa saludable y aposté por lo ecológico, por hacer los helados con los productos que tienes en casa. Colaboré con un heladero de Trujillo (Cáceres) y aprendí.

-Usted califica a sus helados de saludables, ecológicos, auténticos, nutritivos, naturales...

-Porque lo son. Solo pongo ingredientes naturales. Además tienen la máxima intensidad de sabor. No hay componentes químicos. No te entran ganas de beber después de comértelos como pasa con otros helados industriales. Por ejemplo, el helado de turrón solo tiene turrón, leche y azúcar. Y como estabilizante pongo lecticina de soja.

-Pero lo ecológico es caro.

-Mis helados valen lo mismo que los de las demás heladerías. No gano tanto, es verdad. Pero, al ser un producto estacional, puedes funcionar con menor margen de beneficio.

-¿Y el aspecto?

-Hay personas que entran en la heladería y miran el producto. Ven un color diferente, el natural, y dudan. Yo entonces les doy a probar y les convenzo. El helado de fresa está hecho con fresones recogidos en el Maresme a veces ese mismo día. Pero dejé de hacer el de menta porque no se vendía: su color no convencía.

-Hasta tiene franquicias.

-Sí, pero solo monto una al año. Y pueden incorporar otros productos, como la de Vallirana, que ya ofrece crepes, gofres y turrones. Tengo pocas porque me dedico un año entero a un solo franquiciado, para asesorarle y ayudarle. Le aporto mi experiencia para que pueda vender algo sano y bonito y que, sobre todo, no se equivoque en las mismas tres cosas que yo: coger un local que no se adapte a la normativa, abrir dos tiendas a la vez y comprar máquinas chinas que pese a la inversión no me han servido.