UNA historia de GRÀCIA... albergue de la Mare de Déu de Montserrat

Una joya junto al parque de la Creueta del Coll

La Casa Josepa Marsans nació como chalet estival, luego fue un orfanato y hoy, un albergue

Entre jardines  8Fachada del albergue Mare de Déu de Montserrat.

Entre jardines 8Fachada del albergue Mare de Déu de Montserrat.

CARME ESCALES
BARCELONA

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Casas particulares con solera por el arquitecto, materiales, estilo o dimensiones con los que fueron construidas hay muchas. Pero que se pueda dormir, comer o asistir en ellas a una conferencia o reunión de trabajo, a la presentación de un libro o a un concierto no hay tantas. Y, a menudo, como sucede con la Casa Josepa Marsans i Peix (Mare de Déu del Coll, 41), la versatilidad de sus espacios, o la existencia de la propia casa, pasan desapercibidos, incluso en el barrio.

Construida en el año 1906 por el arquitecto Juli Marial como residencia de la familia Marsans -fundadores de la banca y agencia de viajes del mismo nombre-, la Casa Josepa Marsans i Peix combina los estilos medieval, modernista y morisco.

Durante la guerra civil, fue expropiada y reconvertida en hospital y, más tarde, cuartel de las tropa marroquís del Ejército Nacional. Hacia 1940, la mansión acogió a huérfanos poloneses de la segunda guerra mundial. Durante la época franquista se estableció en ella el  Hogar El Pinar, posteriormente Hogar Escolar Nuestra Señora de Montserrat, donde convivían monjas y niñas huérfanas de Catalunya.

Primer albergue

Desde 1983, el palacete, catalogado como Patrimonio Cultural Europeo, es propiedad de la Generalitat y funciona como albergue. Fue el primer albergue de juventud catalán y forma parte de la Xarxa Nacional d'Albergs Socials de Catalu-nya (www.xanascat.cat). Y, poniendo el acento en su carácter social, el albergue, de nombre Mare de Déu de Montserrat, organiza mensualmente actividades familiares como espacio histórico abierto a los vecinos del barrio, la ciudad y toda Catalunya.

Dentro, además de una recepción digna de visita por la espectacularidad de su decoración mozárabe, dispone de salas de reunión, un auditorio y un comedor -bajo reserva previa y precios populares- que acoge a grupos y particulares. «Hay corales que vienen a preparar sus actuaciones. Y el jueves (mañana), tenemos un concierto, en el jardín, de una mesosoprano y un tenor», apunta el director del albergue, David Barrera. Será, a las 19.30 h, una buena excusa para descubrir esta joya.