UNA historia de GRÀCIA... Club Tennis de La Salut

Una entidad digna de una gran novela

El centenario Club Tennis de La Salut tiene una intensa vida deportiva, familiar y social

Con trayectoria  8Instalaciones de tenis de La Salut, creado en 1902.

Con trayectoria 8Instalaciones de tenis de La Salut, creado en 1902.

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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Olivares, viñedos y campos inmensos con vistas al mar y masías esparcidas aquí y allá. De ellas, Can Xipreret -bautizada así por un ciprés que aún sobrevive- es la protagonista de esta historia que comienza el 8 de junio de 1902 cuando nace el Salut Sport Club, conocido hoy como Club Tennis de La Salut (Mare de Déu de la Salut, 75).

La llegada al mundo de la entidad estuvo arropada por destacadas figuras de la época. El primer presidente fue Juan Galobart, que fichó a Eusebio Güell, primer conde de Güell, como presidente honorífico. Galobart contó con la colaboración de su mujer que creó una indumentaria tenística para las señoras, aunque hasta 1943 no se acabó una discriminación, ya que las mujeres no tenían agua caliente en el vestuario.

'Últimas tardes con Teresa'

El club, con 1.870 socios y 34.000 metros cuadrados, es rico en anécdotas, personajes, deportistas y vida social y familiar. Sus verbenas eran famosas, alguna la retransmitió Radio Barcelona y se mencionan en la novela Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsè. Manolo Reyes Pijoaparte, uno de los protagonistas, salta el muro y se cuela en la fiesta.

«La Salut es el único club del mundo que tiene dos campeones del Máster de Tenis: Manuel Orantes y Àlex Corretja», apunta el presidente Felip Ródenas, que ganó las elecciones en julio. Orantes reúne además otra condición, haber sido recogepelotas o nano, como los llamaban. Había 16 y allí trabajaban y estudiaban con el maestro que ponía el club para ellos. Los que destacaban se quedaban, como José María González que llegó con 9 años y ahora es jefe de mantenimiento. Cobraba 2,5 pesetas cada media hora y con el dinero ayudaba en casa. Recuerda esa época con cariño: «Había un gran compañerismo».

Por el club pasaron personajes entrañables como Miguel de las Barbas, el primer conserje de pistas, que adiestró a su perra, Diana, para ir a comprar al mercado de Gràcia con una cesta de mimbre en la boca y dos pesetas. También le enseñó a recoger pelotas, así él no se agachaba. Otro personaje fue Manuel Rincón, que destacó como jugador de tenis y de apuestas. Entre sus hitos figura jugar con un paraguas abierto, con una maleta en la mano, con los pies atados... Es la historia de una entidad que se transformó al cumplirse «la pretensión de los socios de comprar los terrenos y la masía de Can Xipreret», afirma Josep Lluís Saavedra, asesor del club.