Isabel II, el estilo de una reina pop

Análisis de las piezas más icónicas del vestidor y el tocador de la reina británica más longeva

Quizá no fue la mujer que marcara el estilo de una época, como así lo hicieron otras damas glamurosas como Jackie Kennedy, Grace Kelly o Diana de Gales, pero de lo que no hay duda es de que a lo largo de los dos siglos que han visto desfilar a Isabel II, sus vistosos conjuntos, sombreros, bolsos y pañuelos han construido un estilo de una auténtica reina pop. La soberana más longeva del Reino Unido, fallecida el 8 de septiembre, ha sabido convertir su armario y su tocador en un lenguaje con el que entabla diálogo directo con los británicos. La monarca no escoge su ropa pensando en ella misma, sino en el público. Como reveló su estilista, "necesita destacar para que la gente pueda decir 'vi a la reina'". A continuación, los básicos del 'outfit' real.

1. El 'mono oficial' para cumplir con la agenda

Sombreros. Su colección rondaba los 5.000 ejemplares. Con el paso de los años fue pasando del tímido tocado al modelo de ala redonda y con adornos florales (sus preferidos) o con plumas. Según el historiador británico Robert Lacey, "el sombrero era un recordatorio de que la reina estaba contratada para un servicio, para un trabajo". Y ella lo combinaba siempre con el traje chaqueta o abrigo de cada ocasión. La mayoría de sus piezas multicolor eran obra del británico Philip Somerville, famoso también por los que le hizo a Lady Di. Desde el 2014, la sombrerera real fue Rachel Trevor Morgan.

Trajes monocolor.  El 'look' característico de la reina era obra de la diseñadora y asesora personal Angela Kelly, que firmaba sus vestidos, abrigos y trajes de dos piezas desde 1994. La antigua ama de llaves del embajador británico en Alemania también fue una de sus confidentes (lo que le ha dio para escribir dos libros sobre Su Majestad). Aunque no tiene ningún estudio formal, Kelly es la autora de algunos de sus atuendos más icónicos, como el dos piezas amarillo pálido que vistió en la boda de Guillermo y Catalina, en 2011, o el conjunto verde menta que lució para el Jubileo de Diamante en 2012.

Bolsos. Isabel II fue fan de la firma británica Launer durante 50 años. Tenía unos 300 bolsos hechos a medida, sobre todo del modelo 'Traviata' en negro. Según su biógrafa Sally Bedell Smith, dentro llevaba unas gafas, un pañuelo con sus iniciales bordadas, una pluma y un paquete de caramelos. A veces incluía un espejo, un pintalabios y, los domingos, dinero para la Iglesia. En los últimos años sus bolsos, de entre 1.900 y 2.800 euros, se han hecho más livianos. El bolso tenía, además, su propio lenguaje: si se lo cambia del brazo izquierdo al derecho, significaba que estaba lista para terminar la conversación; si lo dejaba sobre la mesa, que la reunión terminaría en cinco minutos, y si lo ponía en el suelo, que estaba disfrutando y no se quería marchar.

Zapatos. Anello & Davide of Kensington es la firma que fabricaba el calzado de la monarca desde hace 50 años (allí guardan la horma de madera de su pie). Su estilista, Kelly, era la encargada de probárselos. "La reina tiene muy poco tiempo para sí misma y menos para probarse sus propios zapatos, y como calzamos el mismo número, tiene más sentido así", aseguraba. Los "zapatos de trabajo", como Isabel II los llamaba, eran siempre en negro o en marrón y con un tacón cómodo cuadrado de 5 centímetros. Cada par cuesta unos 1.200 euros, y solo prescindía de ellos en las ceremonias y en Balmoral.

2. 'BBC' (bodas, bautizos y comuniones) y otras galas

Joyas. Su colección de regalos de sus difuntos marido, padres y abuelos contiene cerca de 10.000 diamantes y 300 tiaras, collares, pendientes, broches y sortijas confeccionadas con rubís, zafiros, perlas, esmeraldas y brillantes. Para diario, solo usaba perlas y un broche. A todo ello se le calcula un valor de 42 millones de euros, de los cuales unos 26 millones corresponden solo a los brillantes. Este tesoro se guarda a 12 metros de profundidad, en un antiguo refugio antiaéreo del palacio de Buckingham. No confundir con las Joyas de la Corona, como la Corona de San Eduardo o la Imperial, depositadas en la Torre de Londres y que solo las lucía en las ocasiones más formales como las coronaciones.

Peinado. Desde los años 60 lo llevaba corto, pero lo suficientemente largo como para lucir sus caracolillos, y desde los 90, blanco, pues ya no se teñía con el tono Chocolate Kiss. Su peluquero de confianza es el escocés Ian Carmichael, a la postre el estilista de actrices como la 'chica Bond' Olga Kurylenko. Una o dos veces por semana viaja adonde esté la reina para mantener sus bucles a raya. "Tiene un cabello maravilloso", aseguraba. Durante los meses de confinamiento, el año pasado, la reina se lo arregló ella misma, tal como hace durante sus estancias en Balmoral.

Maquillaje. Hace unas décadas no era extraño ver a la reina en un acto público retocándose el labial carmín, fucsia o coral. Era la única nota de color que se permite en el rostro. Desde su coronación, en 1953, la reina confió en la marca francesa Clarins. No solo le encargó que diseñara un tono para complementar su vestido, sino que también era muy fan de uno de sus polvos compactos mate.

Cremas. La soberana no derrochaba en potingues. Según cuenta el especialista británico en monarquías Bryan Kozlowski, para cuidar su pálido cutis confiaba en una marca aún más histórica que ella, pues se fundó en 1896: Cyclax, que además de precios más que razonables incluye su facial favorita, 'Milk of Roses' (en Amazon, por unos 10 euros). En 1969 la marca pasó a formar parte del listado de proveedores reales y obtuvo el sello de 'Royal Warrant'.

3. Conjuntos 'relaxing' para disfrutar de la campiña

Pañuelos. Marcas como Gucci o modistos como el británico Richard Quinn (quien pasará a la historia por ser el único diseñador a cuyo desfile ha asistido la soberana, junto a Anna Wintour), incorporaron en sus colecciones uno de los accesorios predilectos de la reina: el pañuelo colorido en la cabeza anudado al cuello que lucía cuando está en el campo. Aunque sea para montar a caballo, para protegerse del frío o de la lluvia fina e incesante de Escocia, los gastaba de Hermès. Su colección del modelo 'Carré' de seda es casi inabarcable. Cuestan entre 400 y 1.200 euros.

Mascotas. Desde niña, la reina mostró su lado más sensible al lado de sus perros. Fue su padre el que introdujo el primer corgi en palacio (se llamaba 'Dookie'), una raza de perros pastores originaria de Gales y de las más antiguas del Reino Unido. Al cumplir 18 años, le regalaron su primera mascota, a la que llamó 'Susan'. Desde entonces, ha tenido más de 30 corgis, que se llevó hasta de luna de miel. Hasta la muerte de la reina convivían con ella dos, 'Vulcan' y 'Candy'.

Textos: Laura Estirado
Tratamiento gráfico: Marina Cortés
Fotos: Star Max / Anwar Hussein (Getty Images) / Michael Stephens (EPA) / Dan Chung, Jeff J Mitchell, Andrew Parsons (Reuters)

Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA el 21 de abril del 2021.