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Patrimonio

Santiago Segura habla claro sobre Hacienda: "He tenido que hacer frente a una deuda fiscal de más de 800.000 euros..."

Insiste en que su motor principal no es la acumulación de capital, sino la pasión por su trabajo

Santiago Segura, en la terraza de un hotel barcelonés, con la sierra de Collserola al fondo.

Santiago Segura, en la terraza de un hotel barcelonés, con la sierra de Collserola al fondo.

Alexandra Costa

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Santiago Segura es una de las figuras más reconocibles y rentables del cine español. Su nombre es sinónimo de éxito comercial, humor irreverente y una capacidad única para conectar con el gran público. Sin embargo, detrás del personaje carismático y del creador de la taquillera saga Torrente, se esconde un empresario pragmático que ha tenido que navegar las complejas y, en ocasiones, turbulentas aguas del sistema fiscal español. Lejos de ocultarlo, Segura ha abordado sus problemas con Hacienda con la misma franqueza con la que habla de sus proyectos, convirtiendo su experiencia en un testimonio sobre los desafíos de triunfar en España.

Aunque su fortuna se estima en decenas de millones de euros, una cifra que le permitiría retirarse cómodamente, Segura insiste en que su motor principal no es la acumulación de capital, sino la pasión por su trabajo. "Con lo que he ganado podría haber dejado de trabajar hace mucho tiempo", ha admitido, "pero sigo porque disfruto crear contenido". Esta mentalidad es la que le ha llevado no solo a amasar un patrimonio considerable, sino también a diversificarlo con prudencia. Consciente de la volatilidad del mundo del espectáculo, ha invertido en sectores más estables como el inmobiliario y la hostelería. Esta visión de inversor precavido, que incluye la copropiedad de un castillo en Segovia junto a su amigo José Mota, revela a un hombre que planifica a largo plazo, sabiendo que "en este país nunca sabes cuándo te cambia la suerte". Y la suerte, o más bien la interpretación de la ley, le jugó una mala pasada.

Una deuda millonaria: la batalla de la interpretación

El episodio más sonado de su relación con la Agencia Tributaria fue la sentencia de la Audiencia Nacional que le obligó a hacer frente a una deuda fiscal de casi 827.000 euros. La noticia resonó con fuerza en los medios, asociando su nombre a una lista de celebridades con problemas fiscales. Sin embargo, Santiago Segura se ha esforzado en matizar el origen y la naturaleza de esta deuda. Según su versión, no se trató de un caso de fraude o evasión intencionada, sino de un "desacuerdo en la interpretación de la norma" contable de su productora, Amiguetes Entertainment.

Para respaldar su argumento, Segura subraya un detalle crucial: la ausencia de una multa en la resolución. En el derecho tributario español, la sanción o multa suele aplicarse cuando se detecta intencionalidad o negligencia grave. El hecho de que su caso se resolviera como una liquidación complementaria sin sanción apoya su tesis de que fue una discrepancia técnica entre sus asesores fiscales y los inspectores de Hacienda. "Son los asesores fiscales los que hacen las declaraciones", explica, distanciándose de la gestión directa pero asumiendo la responsabilidad final. Lejos de pedir disculpas, su postura ha sido firme y desafiante: "Yo pagaré cuando lo deba, como he hecho toda la vida. Lo que no voy a hacer es pedir perdón por el éxito".

El contexto: "No soy el único"

Para desmitificar su situación y alejarla del escándalo mediático, Santiago Segura ha contextualizado su caso dentro de una realidad mucho más amplia y común. Con frecuencia recuerda que miles de contribuyentes en España se enfrentan a discrepancias con la Agencia Tributaria cada año. "En 2020 hubo 233.000 personas que no estaban de acuerdo con lo que les salía a declarar", afirmó, utilizando datos para demostrar que su litigio no era una anomalía, sino parte de las complejidades inherentes a la declaración de impuestos, especialmente para autónomos y empresas con estructuras contables complejas.

Esta defensa no solo busca limpiar su imagen, sino también denunciar lo que considera un tratamiento mediático injusto, que tiende a "empañar" el trabajo de toda una vida por un titular sensacionalista. Segura se presenta como un empresario que, a pesar de los obstáculos burocráticos y las polémicas, sigue apostando por producir y generar empleo en España. Su compromiso de pagar lo que le corresponde, sin dejar de defender su postura, lo convierte en un ejemplo de la tensa pero inevitable relación entre el éxito empresarial y las obligaciones fiscales.

Filosofía de vida: el dinero como colchón, la pasión como motor

Más allá de la cifra exacta de la deuda fiscal, la historia de Santiago Segura con Hacienda arroja luz sobre su filosofía de vida. Para él, el dinero es una herramienta que proporciona "tranquilidad", un colchón de seguridad para afrontar el futuro. Su famosa broma, "tengo dinero de sobra para vivir hasta los 80 años, pero ahora quiero vivir 100 y eso cuesta una pasta", encapsula perfectamente su visión: una mezcla de humor, realismo y ambición. No trabaja por necesidad, sino por vocación.

Su verdadero patrimonio no reside únicamente en sus cuentas bancarias o propiedades, sino en su capacidad para seguir generando ideas, proyectos y entretenimiento. Ha sabido lidiar con el éxito masivo, la crítica feroz y los reveses financieros sin perder su esencia emprendedora ni su icónica sonrisa. La batalla con los impuestos, aunque costosa y mediática, no ha sido más que otro obstáculo en una carrera marcada por la resiliencia. En última instancia, la mayor fortuna de Santiago Segura es haber construido un legado que trasciende el dinero, demostrando que se puede ser un magnate del entretenimiento y, al mismo tiempo, un ciudadano que se enfrenta, debate y cumple con sus obligaciones en el complejo tablero de juego fiscal.