Toda una estratega
Quién era Eugenia de Montijo: la emperatriz española a la que el robo del Louvre ha vuelto a poner de actualidad
La última emperatriz de Francia fue, en esencia, la Jacqueline Kennedy de su tiempo
El diamante 'maldito' que los ladrones del Louvre no se han llevado: una historia de miedo

La emperatriz Eugenia de Montijo, en un cuadro de Edouard-Louis Dubufe / Rue des Archives / EDOUARD-LOUIS DUBUFE

El reciente y audaz robo de joyas en el Museo del Louvre ha conmocionado al mundo, no solo por la valía de las piezas sustraídas, sino también por un detalle que ha rescatado del olvido a una de las figuras más fascinantes del siglo XIX. En su precipitada huida, los ladrones dejaron caer y dañaron la corona de la Emperatriz Eugenia de Montijo. Este incidente ha vuelto a poner el foco sobre la aristócrata española que se convirtió en la última emperatriz de Francia y que, mucho antes de que existieran las redes sociales, se erigió como la primera gran 'influencer' de la historia, una mujer que dictó la moda a nivel mundial con la ayuda de su modisto personal.
Pero, ¿quién era realmente esta mujer cuyo legado sigue brillando con luz propia? Lejos de ser una simple consorte, Eugenia fue una estratega de su propia imagen, una pionera que entendió el poder de la moda como herramienta de influencia y que transformó para siempre la industria del lujo. Con inteligencia y estilo fue capaz de, conquistar el corazón de un imperio.
De Granada al trono de Francia
Nacida en Granada en 1826 como María Eugenia Ignacia Agustina de Palafox y Kirkpatrick, condesa de Teba, Eugenia no pertenecía a una casa real reinante, pero su belleza, intelecto y ambición la catapultaron al centro del poder europeo. Educada en París, su carisma no pasó desapercibido para Luis Napoleón Bonaparte, quien, tras convertirse en el Emperador Napoleón III, quedó prendado de ella y la eligió como su esposa en 1853. Su matrimonio fue el inicio de una era de esplendor y sofisticación en la corte francesa, con Eugenia como su principal artífice.
Comprendió rápidamente que su papel como emperatriz iba más allá de lo ceremonial. Se convirtió en una figura política activa, llegando a actuar como regente en ausencia de su marido, pero fue en el ámbito de la moda donde su influencia se volvió legendaria. En una época de rígidos protocolos, Eugenia utilizó su guardarropa como una declaración de intenciones, promoviendo la industria textil francesa y convirtiendo París en la capital indiscutible del estilo.
La primera 'influencer' y la invención de la alta costura
Eugenia de Montijo fue, en esencia, la Jacqueline Kennedy de su tiempo. Cada uno de sus atuendos era analizado y copiado por las mujeres de la alta sociedad y la burguesía de toda Europa y América. Pero su genialidad residió en no hacerlo sola. Fue pionera en establecer una relación simbiótica con un diseñador, algo inédito hasta entonces. Su elegido fue Charles Frederick Worth, un modisto inglés afincado en París a quien elevó de simple sastre a la categoría de artista. Esta alianza marcó el nacimiento de la alta costura tal y como la conocemos.
Worth no solo le confeccionaba vestidos; creaba para ella un universo estético completo, desde los trajes de día hasta los opulentos vestidos de baile que definieron la silueta del Segundo Imperio, popularizando la crinolina. Eugenia fue la primera en apostar por el concepto de un guardarropa diseñado por una única mente creativa, convirtiendo a Worth en el primer modisto de cabecera de la historia. Juntos, crearon una marca personal tan potente que cualquier cosa que la emperatriz lucía se convertía en tendencia inmediata. Fue, sin duda, la primera 'influencer' global, sentando las bases de cómo la imagen y el estilo personal podían proyectar poder e inspirar a millones.
Un legado que perdura en palacios y hoteles
La influencia de Eugenia de Montijo trasciende los libros de historia y las vitrinas de los museos. Su legado está vivo en lugares que fueron testigos de su vida, como el Palacio de Eugenia de Montijo en Toledo. Este edificio renacentista, donde la emperatriz se refugiaba del boato de la corte parisina, ha sido reconvertido por la familia Ortega en un hotel de lujo (bajo el sello de Marriott) dedicado precisamente a la moda y a su histórica relación con Charles Frederick Worth.
Como explica Diego Ortega, presidente del grupo hotelero Fontecruz, el concepto del hotel rinde homenaje a "una de las primeras mujeres que apostaron por la moda prêt-à-porter". Irónicamente, el mismo empresario que celebra el impacto de esta "influencer" histórica, ahora muestra una visión más crítica hacia las instagramers modernas. Sea como fuere, la figura de Eugenia de Montijo demuestra que la verdadera influencia no se mide en likes, sino en la capacidad de forjar un legado tan perdurable que, más de un siglo después, sigue siendo relevante, ya sea por el accidentado robo de su corona o por inspirar los espacios más exclusivos.
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