Alejandro Sanz e Ivet Playà: no es amor, es poder

Alejandro Sanz, 55 años. Ivet Playà, 26. Él, ídolo de masas desde los años 90. Ella, fan adolescente que lo conoció a los 16. ¿Qué podría salir mal? Pues muchas cosas han salido mal. Ivet denunciaba estos días que esa relación, iniciada cuando ella aún idealizaba al cantante, fue “una terrible pesadilla” que la hizo sentirse “utilizada, humillada e incluso sucia”. Alejandro, por su parte, se apresuró a responder con un comunicado digno de coach emocional: “Personas adultas compartiendo su cariño”. A continuación, sacó a relucir que la joven le propuso una inversión que él rechazó. Y el resto empezaron a señalar que, al fin y al cabo, era una relación consentida. Hombre, que menos. Si no fuera consentida sería un abuso sexual, una violación. Pero el consentimiento o la adultez no es el tema, el tema es el poder. 

El cantante ha decidido no quedarse callado. En la revista 'Hola!' han hablado con el círculo íntimo de Alejandro y pintan a Ivet como una interesada que quería “dos casas y una gran cantidad de dinero”. Tamara Gorro, en 'Y ahora Sonsoles', fue más explícita: Ivet, según ella, presionó con su abogado y dijo “negociamos o hablo”. Que alguien le explique a los que intentan ayudar al cantante que poco tiene que ver que ella sea la misma maléfica o una interesada chantajista. Eso no cambia que él, cuando entró en la vida de ella, Ivet solo tenía 16 años. 

Es curioso cómo estas historias se repiten en muchos ámbitos de la farándula y, en vez de verlo como un problema estructural, muchos se llenan la boca con “el amor no tiene edad” o el “son dos adultos libres”. Pero cuando esta narrativa tan edulcorada y tan favorable para ellos, se tuerce, las versiones oficiales convierten a la mujer en una trepa despechada. Da igual que tenga 18 años, que haya un desequilibrio de poder evidente o que nadie quiera hablar del elefante en la habitación: que una joven pueda legalmente consentir no significa que moralmente no sea denunciable.

Y todo esto no es nuevo. ¿O ya hemos olvidado que Risto Mejide se casó con una chica que conoció vía Instagram cuando ella solo tenía 18 años? Él famosísimo y ella una adolescente fascinada. En este país, hay una extraña simpatía por los hombres maduros que se enamoran de mujeres muy jóvenes. En este y en otros, porque solo falta ver a Leonardo DiCaprio y los aplausos que despierta. Un DiCaprio que sigue envejeciendo y sus parejas nunca superan los 25 años. 

A pesar de todo, las Mamarazzis hemos detectado que en el caso de Alejandro Sanz la sociedad empieza a estar un poco más concienciada. Ya, en algunos círculos, esta historia ha empezado a chirriar. Ante esto, Alejandro Sanz, intenta blindarse con la narrativa del respeto y la pena. Mientras tanto, el foco mediático gira hacia ella, que de repente pasa de víctima emocional a aspirante a estafadora. Y si encima, cobra por explicarlo en “De Viernes”, ya se convierte en la peor de las mujeres. Pero vamos, que quiera facturar no deslegitima su relato.  

Alejandro Sanz dice que espera que Ivet “encuentre su camino”. Puede que lo haya encontrado: denunciar públicamente esta historia y convertirse, quizás, en el nuevo fichaje de algún reality. Lo de siempre vaya. 

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