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La Infanta Cristina compra piso en Barcelona: ¿nueva vida o peligro para la imagen de la Corona?

La compra de un piso en Barcelona por parte de la infanta Cristina ha despertado suspicacias. Superado el tsunami de los audios del Rey Juan Carlos con Bárbara Rey, ahora, el posible regreso a España de la Infanta despierta dudas sobre sus intenciones, las implicaciones fiscales y el impacto en la imagen de la Corona

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La infanta Cristina en una imagen de archivo.

La infanta Cristina en una imagen de archivo. / EUROPA PRESS

Laura Fa

Laura Fa

Barcelona
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'Lecturas' sorprendía el miércoles con el titular en portada:La Infanta Cristina se muda a Barcelona. Recompra el piso donde vivió con Iñaki”. Desconcierto para todos con la noticia y rápida reacción. 'Hola', la revista casi portavoz de los miembros de la familia real, contratacaba pocas horas después desde su versión on line con el siguiente titular: “Desmentido rotundo: la Infanta no se viene a vivir a España”. Es decir, 'Hola' daba por buena la noticia de la compra de la casa pero demostraba el estrés que había producido en la Corona que se creyera que la hermana del Rey iba a cambiar su lugar de residencia. Pero, ¿por qué tanta preocupación? ¿Se considera negativa su vuelta para los intereses de Zarzuela? ¿O es que la Infanta no tiene ganas que nadie cuente los días que pasa en territorio español?

La verdad, a veces, es mucho más sencilla. La Infanta Cristina tiene fijada su residencia fiscal en Suiza. No tributa en España, como su padre, el emérito, que no vuelve al país en el que ha sido Rey no porque no pueda o no le dejen sino porque no tiene ganas de pagar impuestos. Todo bien en el mundo de la realeza. Y ahora es su hija la que sigue su mismo ejemplo.

Si Cristina pasa más de 183 días en España, podría ser considerada residente fiscal y estar obligada a tributar en el país, en su país vaya. La normativa española es estricta y las dudas sobre su residencia fiscal podrían afectar aún más la imagen de la Corona, que intenta distanciarse de escándalos recientes. Que no, que no viene a vivir, que el piso es para su hijo Pablo y para alojarse ella cuando venga de visita. Que la Infanta así estará más cómoda y no tendrá que estar en un hotel. Esta información también se han ocupado de que nos llegue a todos los periodistas. Que no quede ni la mínima duda sobre su retorno. Ella seguirá viviendo en Ginebra. Aunque la hermana del Rey está apartada de la agenda oficial, su figura sigue ligada a la familia real, y cada paso puede repercutir en la percepción de la institución. Cada paso de genere dudas en la sociedad, claro. Si se compra un ficus en vez de un pisazo no pasa nada. 

La elección de comprar en Barcelona no ha pasado desapercibida a nadie, y algunos círculos más cercanos a Zarzuela cuestionan si la infanta está midiendo adecuadamente las repercusiones de sus actos. La compra no es solo una decisión personal, sino que también podría tener consecuencias para la institución. Y ya si se descubre que vive aquí pero que tiene su sede fiscal en Suiza, ni te cuento. Ni Shakira se pudo librar del minucioso escrutinio para comprobar día a día donde había pernoctado. Ahora la Infanta, que se imaginaba pasando temporaditas aquí tan tranquila sin que nadie supiera nada, va a tener que empezar a tachar días en el calendario para no encontrarse con un problema, para ella y, sobre todo, para su familia. Esta Monarquía, después de amantes y las tarjetas black del Rey, la cárcel de Iñaki, las raves de Froilán, no aguantaría otra polémica más. O eso esperamos.