De Blancanieves a Spears, referentes

'Malas mujeres', el aquelarre feminista de María Hesse

La ilustradora andaluza restañe el honor de aquellas a las que el patriarcado tildó de "locas, putas o brujas", por plantar cara al machismo con sus actos o pensamientos

María Hesse

María Hesse / LUMEN

Laura Estirado

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Hasta la llegada de 'Girls', la serie en la que Lena Dunham presentó en 2012 a su protagonista de cuerpo no normativo, o la de 'Fleabag', en 2016, con una Phoebe Waller-Bridge en el rol de una treintañera llena de humor negro e incorrección política, el papel que nos habían dejado a las mujeres en la historia de la humanidad era poco menos que el de "locas, putas o brujas". Así lo cree la ilustradora María Hesse (onubense, pero sevillana de adopción, 1982), que, tras las exitosas biografías de Frida Kahlo o Marilyn, acaba de lanzar en Lumen 'Malas mujeres', su particular aquelarre feminista donde rinde tributo y da la vuelta a todos los "conceptos negativos", como los citados o los de "''femme fatale'" o "mala madre", con los que el patriarcado ha ninguneado a referentes que con su vida, sus actos o sus pensamientos abrieron camino, aun sin saberlo, en la consecución de la igualdad.  

Hesse, que ya trabaja en un nuevo libro, no ha dudado en ponerse a ella como ejemplo de mujer a la que también llamaron "loca". "Me acababa de mudar de ciudad y era 'la nueva' [en el cole]. Las gafas que usaba no ayudaron mucho; era la época del 'gafitas, cuatro ojos, capitán de los piojos'", relata. 

Desde las "princesas pasivas" de los cuentos, las "madrastras perversas", las figuras míticas o bíblicas, pasando por matronas, sufridas damas burguesas, "sufragistas histéricas"actrices y cantantes raritas, todas, todas ellas tienen una nueva oportunidad con el retrato que Hesse les ha pintado, porque "si acaso, fueron mujeres valientes, atrevidas, decididas, rompedoras".

He aquí algunas de ellas 👇

Los cuentos

En los relatos de los hermanos Grimm -y después, de Disney-, "las perversas madrastras son mujeres fuertes y astutas que no dependen de ningún hombre (...). Si no se dedicasen a matar a diestro y siniestro, hasta podríamos admirar sus enormes talentos". Las heroínas, en cambio, "no muestran un pelo de voluntad propia": "Blancanieves jamás cuestiona a su madrastra (...) y Rapunzel se resigna mansamente a vivir desterrada". En cambio son ellos los que viven la aventura y los que imprimen aliento vital a la vida de las doncellas.

El mito

Pero los famosos cuentacuentos no fueron los primeros en construir nuestro imaginario, recuerda Hesse. "En la 'Ilíada' y la 'Odisea', Homero habla de las mujeres como objetos de deseo de los hombres y causa por tanto de todos los males (...). Vengativas y locas, mentirosas y ambiciosas, putas y asesinas: allí, en la Antigua Grecia, se diseñó todo nuestro repertorio de taras para los milenios venideros". El ejemplo de Medusa, la sacerdotisa del relato de Ovidio, es tremendo: tras ser violada por Poseidón en el templo, a la que castigan por mancillar el lugar sagrado es a ella (y no al abusador), convirtiendo para siempre sus cabellos en serpientes y desterrándola a la más absoluta soledad.

La religión

En la religión cristiana, el conocimiento se transformó en pecado (lo mismo pasó antes con la curiosidad de Pandora). "Eva, sumisa por haber salido de una costilla de Adán, no es mala por naturaleza, pero sí algo tonta, y al caer en las redes de la serpiente arrastra con ella a toda la humanidad", escribe irónicamente la autora.

La brujería

"La Iglesia metió su hocico en aquellos relatos en los que la mujer pecaminosa tiene demasiado poder", señala Hesse, y reescribió personajes como el de Morgana, la célebre hechicera de la leyenda artúrica; valiente y ambiciosa en el escrito original. Al parecer dicha figura fue retocada en 1220 por la orden cisterciense, "que se dedicaba a erradicar herejes y odiaba a las mujeres de manera descarada". Morgana representaba todo aquello que una mujer no podía ser: sabia, poderosa y sexualmente libre.


Santa burguesía

En la incipiente vida moderna del siglo XIX surgió un nuevo género, la gran novela realista, protagonizada por "heroínas insatisfechas y de moral dudosa". Hablamos de Anna Karenina, Ana Ozores o Emma Bovary. Defiende Hesse que si 'Madame Bovary' "sobrevive es gracias al desenlace de su protagonista, cuyas ideas carentes de sentido le acaban acarreando su propia destrucción. Una vez más, el mensaje busca calar en las mujeres para que no salgan de la cajita en la que están metidas".

Histeria panfletista

"Afortunadamente, llegó Olympe de Gouges para incluir a la mitad olvidada de la población en la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, de 1791: 'Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta'. Así empezaba su documento, un desafío que, unido a sus simpatía por los girondinos, la llevó dos años después directa a la gillotina". 

'Femmes fatales'

Las mujeres fatales, las malas de la película (de Lana Turner a Ava Gadner) son "complejas y elegantes, inteligentes y cínicas'". En los 40, la cantante Billie Holiday también integró este grupo, y además se puso a las autoridades en contra por enfrentarse al racismo: acababa sus actuaciones en vivo con 'Strange Fruit' (acerca del cuerpo linchado de un negro colgado de un árbol). "Siendo mujer, estaba claro que debía estar loca de remate". ¿La excusa para tenerla bajo custodia policial hasta su muerte en 1959?

Diabólicas locas

Que la 'princesa del pop' de los 90, <strong>Britney Spears</strong>, comenzara a trabajar desde niña, gestionara sus giras y sus finanzas estuvo bien visto hasta que se excedió con el alcohol, las drogas y las fiestas. "Como muchos de sus compañeros varones -remarca Hesse-. Pero cuando llegó la maternidad, bastó un traspiés para que la tildaran de mala madre". Raparse la cabeza en público fue el pretexto al que se agarró su padre (y el juez) para encerrarla como a Rapunzel con una tutela legal de la que por fin (una jueza) la ha liberado casi 14 años después.

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