Adiós al duque

Felipe de Edimburgo: 10 curiosidades sobre el amor de la reina Isabel II

El duque tenía fama de indiscreto, imprudente y supuestamente mujeriego, pero también de ser un hombre cariñoso, amable y muy afectuoso con sus familiares

El duque de Edimburgo, 10 curiosidades que forjaron su carácter

El duque de Edimburgo, 10 curiosidades que forjaron su carácter / WPA POOL

Laura Estirado

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A punto de cumplir el siglo el próximo 10 de junio, el príncipe Felipe de Edimburgo, el hombre que caminó durante más de 70 años detrás de la reina Isabel II de Inglaterra, ha fallecido este viernes "plácidamente en el castillo de Windsor". El duque que nació como príncipe de Grecia y después adoptó el apellido Mountbatten, deja viuda a la soberana del Reino Unido tras más de 73 años de matrimonio, 4 hijos, 8 nietos y 11 bisnietos, 2 de ellos en camino. Aunque debió caminar cuatro pasos por detrás de su mujer, a la que por protocolo debía llamar "'Mam'" (señora), en su vida privada familiar afirmó que nunca se sintió "el segundo violín de la orquesta". No solo fue conocido por sus desplantes, imprudencias, supuestas infidelidades y por sus numerosas meteduras de pata y comentarios ofensivos, en la intimidad cuentan que fue un hombre cariñoso, amable y más afectuoso con sus familiares que la propia reina. Estas son algunas curiosidades de la vida del fallecido duque de Edimburgo que forjaron su particular carácter.

Griego y primo (tercero) de su mujer

El duque de Edimburgo nació en la villa ‘Mon Repos’, el retiro de verano de la familia real griega, en la isla de Corfú. Era el hijo menor y único varón del príncipe Andrés de Grecia y la princesa Alicia (de Battenberg). Su abuelo fue un príncipe de Dinamarca que se convirtió en rey de Grecia (el duque era el tío segundo de la reina Sofía de España). Estaba emparentado relacionado con los reyes de Prusia y los emperadores de Rusia. Era primo tercero de Isabel II, pues ambos son tataranietos de la reina Victoria. Cuando era niño, él y su familia se vieron obligados a abandonar Grecia y años más tarde, cuando sus padres se separaron viviendo en París, lo enviaron a Inglaterra con tan solo 9 años. Para entonces, y después de siete años en el país galo, ya dominaba el francés.

Educación muy estricta

A los 12 años ingresó en la escuela Gordonstoun, en Escocia, que obligaba a sus alumnos a tomar duchas de agua fría y a hacer largas sesiones de ejercicios. La institución sostenía que los retos físicos forjaban el carácter. Con prácticas espartanas, los alumnos debían vestir pantalón corto todo el año, mantener las ventanas abiertas aunque estuviera nevando, correr por las mañanas antes de desayunar (aunque lloviese o granizase) para luego ducharse con agua helada. Además no se permitían las visitas familiares. Tras su paso por esta escuela, se unió a la Marina Real Británica. Este tipo de educación logró que la personalidad de Felipe también fuera muy exigente. Amaba los deportes y las actividades al aire libre, entre todos ellos, el que más le gustó fue el polo, que practicó durante 50 años.

Un flechazo a primera vista

En el verano de 1939, el padre de Isabel II, Jorge VI, visitó con sus hijas la Universidad Naval. Su primogénita, a la que llamaban 'Lilibet', tenía 13 años. Un cadete rubio de 19 años, de 1,83 metros y de una elegancia innata fue designado para entretener a Ia adolescente y a su hermana pequeña, Margarita. Cuando Isabel lo vio quedó prendada al instante. Aquel fue su primer día juntos. Al despedirse, ella subió al 'Victoria & Albert', el yate real y Felipe la siguió en un bote de remos. La futura reina no podía dejar de mirarlo cómo se alejaba en el horizonte con sus prismáticos.

Primera boda 'royal' planetaria

Tras años de intercambios de largas cartas y varias visitas al castillo de Windsor, Jorge VI aceptó a Felipe como novio de su primogénita a regañadientes. El candidato no tenía ni tierra ni fortunas, pero Isabel estaba terriblemente enamorada. El novio le regaló a su futura esposa un brazalete de diamantes diseñado por él y la promesa de dejar de fumar. El 20 de noviembre de 1947, dos años después de terminada la guerra, se casaron. Fue la primera boda 'royal' retransmitida a todo el planeta.

Renuncias

Pese a que Felipe aceptó cambiar su título de príncipe de Grecia y Dinamarca y abandonar su apellido Mounbatten al casarse con Isabel II -de hecho, la familia real más cercana conserva el apellido Windsor mientras que los más lejanos son nombrados Mountbatten-Windsor, como Archie, el hijo del príncipe Enrique y Meghan Markle-, aceptó a regañadientes que sus hijos no heredasen su apellido, por recomendación de Winston Churchill. A cambio de renunciar a sus derechos por parte de la corona griega, el rey Jorge le otorgó los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth, barón de Greenwich y caballero de la Jarretera.

Padre amoroso, sobre todo con Ana

La pareja real tuvo cuatro hijos: el príncipe Carlos (1948), la princesa Ana (1950), y los príncipes Andrés (1960) y Eduardo (1964). De todos ellos, Ana fue su favorita desde que nació. Ella misma lo explicaba en un documental sobre su padre: "Cuando todos los hermanos estábamos creciendo, quien nos contaba cuentos a la hora de dormir y jugaba con nosotros corriendo por los pasillos como otro chiquillo, era nuestro padre y no una niñera". Según la hermana del heredero al trono, su padre fue "muy cariñoso" con sus hijos y sus nietos. No así la reina. Al parecer, su primogénito una vez le reveló al periodista Jonathan Dimbleby que su madre "solo pasaba una hora y media por día con él cuando era pequeño".

Supuestos amoríos

Por más de siete décadas, el matrimonio entre Isabel II y el príncipe Felipe ha sido una roca, si bien en varios momentos se ha hablado de problemas en la pareja y de algunas supuestas infidelidades por parte del duque, que siempre se han negado a la luz pública. A pesar de vivir custodiado, aseguran que siempre encontraba la oportunidad de satisfacer sus deseos, incluso de compartir mujeres con algún amigo. Se le vinculó a mujeres como Daphne du Maurier, casada con un hombre que trabajaba en la oficina del príncipe; Hélène Cordet, su amiga de infancia y madre de uno de sus ahijados; Pat Kirkwood, una de las artistas más bellas y reputadas en Londres con unas piernas tan hermosas que eran conocidas como 'la octava maravilla del mundo'. Una de sus aventuras más comentadas fue, en los años 70, con Susan Ferguson, madre de la duquesa de York, Sara, ex de su hijo Andrés.

Sonrojantes salidas de tono

Los comentarios públicos políticamente incorrectos, y a veces sonrojantes, realizados por el príncipe Felipe durante su longeva vida dan para una abultada <strong>antología de "meteduras de pata" </strong>para el recuerdo. Valgan estas dos como ejemplo para el recuerdo. Antes de una visita a la URSS en 1967, soltó: "Me gustaría mucho ir a Rusia, aunque esos bastardos asesinaron a la mitad de mi familia". En otra ocasión, tras serle ofrecida una copa de vino en Italia no se cortó al decir: "No me importa que tipo de vino es. ¡Tráiganme una cerveza!". Genio y figura.

Piloto y escritor

Entre las facetas más desconocidas del duque está la de experto aviador. Ha pilotado aviones militares de la Fuerza Aérea Real (RAF) en 1953, helicópteros, en 1956, y en 1959 se sacó la licencia de piloto privado. En total voló un total de 5.986 horas en 59 tipos de aviones. Su último vuelo a los mandos fue el 11 de agosto de 1997, de Carlisle (condado de Cumbria, Inglaterra) a Islay (Escocia). También fue un prolífico escritor. Sus temas favoritos eran el medioambiente (preocupaciones que han heredado su hijo Carlos y su nieto Guillermo), la tecnología, los asuntos ecuestres y otros animales. Sus libros incluyen: 'Discursos escogidos 1948-1955' (1957); 'Pájaros de Britannia' (1962); 'Con los pies en la tierra' (1988); y 'Supervivencia o extinción: una actitud cristiana hacia el medio ambiente' (1989).

'Dios' de Tanna

Los habitantes de Tanna, una de las islas de la República de Vanuatu en el suroeste del Pacífico, veneran al duque de Edimburgo como a un dios. Vanuatu fue anteriormente el condominio anglo-francés de las Nuevas Hébridas, que visitó el príncipe Felipe en 1971. Allí está deificado el duque. Sus aldeanos siguen el Prince Philip Movement [Movimiento del Príncipe Felipe], una religión que tiene como principal ser celestial al fallecido consorte de la reina Isabel. Basándose en una antigua leyenda local, se le consideraba el hijo del dios de la montaña. La leyenda contaba que, un día, un "ente de piel pálida" surcaría los mares recorriendo grandes distancias para acabar casándose con una muy poderosa mujer.