SEXTO LIBRO

Irene Villa: "Mi destino era morir, pero si estoy aquí es por algo"

La periodista y psicóloga presenta 'Los ochomiles de la vida', un ejemplo de que la actitud vital es fundamental a la hora de enfrentarse a los retos que nos depara la vida

Irene Villa: "Mi destino era morir, pero si estoy aquí es por algo"

Irene Villa: "Mi destino era morir, pero si estoy aquí es por algo" / periodico

Mireya Roca

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Irene Villa (Madrid, 1978), periodista, psicóloga y deportista de esquí adaptado, es más que un ejemplo de superación. Desde que sufrió el atentado terrorista de ETA junto a su madre, que la dejó sin piernas y sin cuatro dedos de una mano, ha lidiado de forma admirable con todo tipo de adversidades.

Una compleja carrera de obstáculos que relata en ‘Los ochomiles de la vida’ (Espasa), su sexto libro, donde habla de su experiencia personal a partir de reflexiones de personajes que le han marcado y brinda una serie de consejos prácticos para ser capaces de superar las dificultades de forma que, en vez de problemas, se conviertan en oportunidades para nuestro crecimiento personal.

¿‘Los ochomiles de la vida’ rinde tributo a la resiliencia?

Sí, todos tenemos esta capacidad. El ser humano es resiliente por naturaleza, lo que pasa es que a veces la mente te complica la existencia. En realidad, existe un resorte de supervivencia que se activa ante cualquier dificultad. A mí me ha pasado y entre la gente que conozco con discapacidad de mi fundación y otros acontecimientos deportivos también es un denominador común. Incluso personas que han superado un cáncer dicen que ahora viven más despiertas, más felices, más conscientemente. Muchas veces vivimos con el piloto automático, en la rueda de hámster, quejándonos, sufriendo por las prisas, pero cuando la vida te pone al borde del abismo sale la supervivencia.

¿Cómo se aprende?

Enfrentándote a las cosas. Y si la vida no te pone ese reto, póntelo tú. En mi caso, he tenido que ponerme retos toda mi vida. Enseguida me puse a competir en esgrima y en esquí, hice el descenso del Sella, el Camino de Santiago en bici… Cosas que han sido verdaderos retos. Eso me ha ayudado a tener autoestima y fuerza interior.

El sobreponerse a las dificultades implica un gran esfuerzo que no siempre se consigue.

Yo creo que sí se logra. En el mundo en el que me muevo, en las conferencias internacionales, veo historias verdaderamente sobrecogedoras. Y si en la vida existen retos, el ser humano puede con ellos. He conocido a mucha gente que lo ha conseguido. Por ejemplo, las chicas del equipo con el que compito: todas tienen una dura historia de vida, todas van con silla de ruedas, trabajan, tienen hijos…  La mayoría lo sobrelleva, lo afronta y sale fortalecido de ello, pero es verdad que en este país gusta mucho el victimismo y la queja. Pero hay que luchar y divertirse, que la vida es un suspiro.

¿Su ejemplo de superación es el hilo conductor del libro?

Sí, porque al final somos lo que pensamos. Si tu quieres ser feliz, en lugar de pensar que estamos en estado de alarma, que hay toque de queda, que nos vamos a contagiar y que la vida es horrible, dale la vuelta: te darás cuenta de que es un momento de recogimiento en el que vamos a seguir creciendo, vamos a salir con algo aprendido, daremos más valor a los abuelos y a la familia, y juntos lo superaremos.

 ¿De dónde saca esta fortaleza?

Creo que hay un poco de todo. Hay una parte de genética muy optimista que es la de mi madre, una mujer entusiasta y, por otro lado, las adversidades te hacen fuerte. He conocido a personas que les ha pasado lo más horrible de la vida que es perder a un hijo y de repente se sienten plenas por la fe, por los pensamientos positivos, por todo esto que hablo en el libro. Y es que de todo lo malo se saca algo bueno.

Oportunidad, una de sus palabras favoritas.

La vida me ha dado muchísimas oportunidades. La primera, cuando me parió mi madre, y después, por supuesto, el atentado, y es que nadie se salva prácticamente de un coche bomba. Recuerdo que mi madre me dijo: “Hija si estamos aquí es por alguna razón. Estás a prueba de bomba”, me decía (risas). Mi destino era morir, pero si estoy aquí es por algo. Todos estamos por algo, esto nos lo tendríamos que tatuar. Sin duda, todos tenemos aquí una misión y hay que descubrirla… Nada más hay que vivir dándole un sentido a la vida, aportando algo a la sociedad y a ti mismo. Tenemos la oportunidad cada día de ser la persona que queremos ser.

¿Cómo superó el atentado terrorista que sufrió con 12 años?

Mi familia fue un motor increíble. Recuerdo que mi madre me dijo: ‘Hija mía tienes dos opciones: lamentarte y decir que desgraciada soy, o decidir que tu vida empieza hoy. Yo le respondí: ‘Mamá he nacido sin piernas’. Esa fue una de las afirmaciones que más me ha ayudado, porque al final somos lo que pensamos. Si tú piensas que has nacido sin piernas, ya no tienes a nadie a quien odiar, nada que lamentar y tu vida empieza desde cero.

¿En otras ocasiones también tuvo que empezar desde cero?

Sí,  la vida me dio otras oportunidades como cuando superé una bacteria que pille en el quirófano. Allí sí que perdí la fe, pensé que no podía ser, con todo lo que ya me había pasado, no solamente el atentado, sino otras muchas cosas… me operé para tener mejor calidad de vida y casi pierdo la vida, porque si la bacteria pasa a la sangre me muero. Ahora pienso que fue peor el miedo que la propia bacteria, porque finalmente me curé. Y es que es peor el miedo a sufrir que el propio sufrimiento.

 La mejor medicina son los abrazos, los besos, las sonrisas…

Sin duda... Ahora los estamos echando mucho de menos. Un buen abrazo te da fuerza, te reconforta, te carga pilas. Y es que todos necesitamos amor.

¿Sin perdón ni gratitud no se vive en paz?

El mayor aprendizaje que me dejó mi madre fue eso: ‘Perdónales, no saben lo que hacen’. Y es verdad, no puedes estar toda la vida odiando y queriendo vengarte porque eso no te aporta nada positivo. Sin embargo, el perdón te da la posibilidad de tener una nueva vida y de vivirla plena y feliz. El perdón te hace romper ese vínculo que te hace daño y te da la oportunidad de empezar de cero. Además es un acto de amor y como tal a quién beneficia es a quien lo da. Hay mucha gente que me dice no se merecen que les perdones, pero no lo hago por ellos, lo hago para vivir en paz conmigo misma. Mientras que la gratitud es la llave mágica para que vengan los milagros a tu vida. Cuando tú agradeces atraes cosas positivas, es alucinante. El hecho de dar las gracias es un imán para las cosas buenas, mientras que la queja es un imán para lo malo.

 ¿Qué valor tiene la autoestima?

Es la base de nuestra vida. Si tú no te quieres todo suena a vacío. Pienso que lo primero es amarte a ti mismo y es que cuándo te amas eres capaz de perdonar porque el perdón te va a beneficiar.

En el libro afirma que la relación más larga que ha mantenido en su vida ha sido con el dolor.

El dolor es inevitable y llega cuando menos te lo esperas. Lo cierto es que me ha acompañado en muchos periodos de mi vida. Primero por los encajes de las prótesis de las piernas que me hacían daño siempre. Luego me operé en Suecia para que no me hiciera daño el encaje y tuve que luchar durante cuatro años contra la bacteria que pillé en el quirófano. Después me curé de la bacteria y sufrí el dolor psicológico de perder a mi cuarto hijo. Recuerdo que cuando pasó pensé que había superado tantas cosas que se trataba de una más. Sin embargo, tuve que hacer un duelo, una despedida… Han sido muchas cosas.

¿Y el sufrimiento?

Nunca he dejado que el sufrimiento perpetuara el dolor con los propios pensamientos. Mientras que el sufrimiento es inútil y solo sirve para anclarte a la queja, el dolor tiene que servirnos para crecer.

¿Siente que ha ganado la batalla frente a tantos obstáculos?

 Lo que cuento en este libro funciona. La actitud proactiva, la sonrisa, estar siempre ilusionada con algún proyecto. Hay que crear, leer, escribir, ayudar... Hay que estar activo, porque cuando una persona no hace nada, la negatividad se cuela en esos vacíos.

¿Qué significa el esquí en su vida?

Libertad, adrenalina e independencia. Justamente me acaban de confirmar que en diciembre nos vamos a Vaqueira con mi equipo de esquí adaptado. Si nos dejan y no nos vuelven a confinar, el próximo 21 de diciembre estaremos retomando los campeonatos de España que se cancelaron el pasado abril por la pandemia del coronavirus.

¿Cómo practica la felicidad?

Mis hijos, la familia y los amigos son mis principales fuentes de felicidad. Me obligo también a hacer rutinas de deporte. Aunque no salga de casa hago pilates por Zoom y eso me carga las pilas y duermo mejor. También practico yoga, esquí… Creo que la felicidad está en amar lo que haces.

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