LA MADUREZ DE UNA FAMOSA

Kim Kardashian, los 40 años de 'ciudadana K'

La 'celebrity' llega a la cuarentena convertida en próspera empresaria y símbolo del famoseo de nuevo cuño

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Eloy Carrasco

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Kimberly Noel Kardashian West nació en Los Ángeles el 21 de octubre de 1980, o sea que este miércoles se convierte en cuarentona y cruza el umbral de esa edad en la que la gente se replantea cosas, se traza metas, piensa en su vida, lo que ha sido y lo que será. Ocurre que 'ciudadana K' lleva haciendo eso desde la cuna y amenaza con seguir así hasta la tumba. "Ambiciosa es mi segundo nombre", dijo en una ocasión esta mujer que durante un tiempo elevó hasta cotas magistrales el arte de ser famosa por el mero hecho de ser famosa y hoy es una empresaria multimillonaria e insaciable: "Soy la definición de una adicta al trabajo". El capitalismo salvaje e Instagram la saludan. Vayamos por partes.

Los inicios en el reciclaje

Si dijéramos que Kim Kardashian empezó a ganarse las lentejas en el negocio del reciclaje no mentiríamos mucho, pero hay que aclararlo. Nació en una familia bien de Los Ángeles, hija de un abogado de origen armenio (famoso por ser uno de los defensores de O.J. Simpson) y de Kris Mary Houghton (hoy, Kris Jenner), de quien parece haber heredado no solo el aspecto físico sino también la astucia para el dinero. La joven Kim sentía desapego por los estudios pero mostraba una singular agudez para las cosas relacionadas con el mundo de la belleza y la moda. Conoció a Paris Hilton cuando esta habitaba en la cima de su desconcertante celebridad y se convirtió en su estilista y mejor amiga. Eso le facilitó el contacto con otras famosas, a las que convenció para que le regalaran sus carísimas ropas una vez usadas para venderlas de segunda mano en eBay: el reciclaje. Entre esas famosas estaban Serena Williams y Cindy Crawford. También una menos conocida, pero que resultaría clave en su vida: Brandy Norwood.

El vídeo pornográfico

Porque Brandy Norwood, una cantante de cierto éxito a principios de siglo, tiene un hermano, el rapero Ray J, que hizo buenas migas con Kim; las suficientes como para grabar un vídeo pornográfico que actuó como 'big bang' de este universo. Kim pasó de ser esa morena bajita y guapa que salía en muchas fotos al lado de Paris Hilton a la gran 'celebrity' emergente. El vídeo fue objeto de un litigio jurídico muy plomizo con la productora que se hizo con él. Se dice que del río revuelto la protagonista pescó cinco millones de dólares y una catapulta hacia el éxito. Y, sobre todo, se dice que la difusión de tan íntimas imágenes fue urdida desde el minuto uno por la ávida mamá Kris. El bloguero Perez Hilton, buen conocedor de la materia, sostiene que la grabación dañó más que benefició a Kim. "Ella tenía la ambición, los medios y los contactos para convertirse en una 'celebrity'. Lo habría conseguido igual sin el vídeo".

El 'show' en la TV

Es posible, pero el formidable impulso publicitario la puso en una órbita de la que ya nunca se bajó. Una vez que todo el mundo la había visto fornicando, ¿qué importababa mostrar impúdicamente cualquier intimidad cotidiana? Así que Kim y el resto de la 'familia K' (la madre, Kris, y las hermanas, Kourtney, Khloé, Kendall y Kylie, más Rob, el único hermano varón y disonante, dieron el gran paso y se prestaron a exhibirse en 'Keeping up with the Kardashians', reducido aquí a 'Las Kardashian'. La quintaesencia de los 'realities' televisivos. Vida cotidiana de una familia que descorría las cortinas para enseñar disgustos, romances, alegrías y el paso de amigos, amantes y novios. Uno de ellos fue Kris Humphries, exjugador de la NBA, que se llegó a casar con Kim (2,06 él, 1,59 ella). Duraron 72 días y el tufo a montaje perdura. El programa constituyó un rotundo éxito que ha durado 13 años, siempre con el contador de dólares conectado, y cuyo fin se anunció el mes pasado.

La empresaria implacable

Lo cual nos lleva a la conclusión de que los secretos más rentables del 'show' han sido los de belleza, pues toda la familia ha ido sentando cátedra al respecto y lanzando líneas de moda y cosmética millonariamente lucrativas. Ese hogar fue una teletienda las 24 horas del día. A Kim se le atribuyen trucos como (por ejemplo) levantar el busto con unas cintas adhesivas (que ella comercializa, claro) que permiten lucir escotes muy abiertos sin usar sujetador ni someterse a las leyes de Newton. Ha innovado en técnicas de maquillaje y normalizado el uso de fajas, ha moldeado sus prominentes nalgas, mimadas por la cirugía, hasta erigirlas en un símbolo de su persona, y ha redefinido las poses en los selfis de Instagram. Su cuenta es la séptima más seguida del mundo, con 190 millones. Y cada foto, cada post, cada pestañeo conlleva el paso por caja.

El matrimonio con Kanye

Porque, decíamos, Kim Kardashian no sabe estarse quieta. "Si no estoy contenta con mi cuerpo no me voy a quedar en casa y sentir pena de mi misma sin hacer nada. Levántate, toma medidas, no seas vago", consta en su lapidario. Difícilmente se amasa una fortuna de 900 millones de dólares (Forbes dixit) sin ser un culo inquieto. "Si algo no me gusta, hago todo lo posible por cambiarlo, no me conformo", es otra de sus frases, que algunos han relacionado con el momento actual con su marido, el rapero Kanye West. Juntos desde el 2012, tienen cuatro hijos (North, 7 años, Saint, 5, Chicago, 2, y Psalm, 1). Esa unión con un músico respetado por la crítica e ídolo de masas convalidó el carisma de Kim y la alejó definitivamente de cualquier sordidez pasada, pero algunos medios han publicado que actualmente <strong>hacen vidas separadas</strong>. Él, que en su día se fotografió con Donald Trump en la Casa Blanca, chapotea ahora en la campaña con una confusa candidatura a la presidencia. Ella se mantiene al margen, quizá porque siempre ha estado segura de que no necesita a su marido para ser una dama de primera.

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