MECENAZGO CULTURAL

Cuando el lujo sale al rescate del arte

Dior se asocia con el Louvre para mejorar el jardín de las Tullerías, un nuevo ejemplo de patrocinio

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Luis Miguel Marco

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Cuando el techo de la catedral de Notre Dame de París fue pasto de las llamas, la tarde del 15 de abril del año pasado, los grandes señores de la moda francesa, léase François-Henri Pinault, del grupo Kering, y Bernard Arnault, propietario del grupo LVMH, se comprometieron inmediatamente a apoyar económicamente su restauración. El primero anunció una aportación de 100 millones de euros; el segundo la dobló a 200 millones. Dicha decisión, aplaudida y también criticada, no es la primera que involucra a las marcas de lujo con la restauración y conservación del patrimonio histórico artístico.

Hace unos días, coincidiendo con los desfiles de la moda en la capital francesa, nuevamente una firma de lujo ha anunciado una contribución económica al patrimonio histórico de la ciudad. Christian Dior, bajo el paraguas del grupo LVMH, ha firmado un acuerdo de cinco años con el Museo del Louvre con el fin de ayudar a restaurar los famosos Jardines de las Tullerías, en el distrito I de la capital parisina, el primer jardín publico que tuvo París, entre el Louvre y la plaza de la Concordia, un espacio histórico que visitan anualmente 14 millones de personas.

Y es que en esto del mecenazgo cultural las grandes firmas están llegando donde no alcanzan los fondos públicos con sus recortes. No es altruismo desinteresado. En esto del amor al arte también hay postureo. Les sirve para darse publicidad y obtener algún tipo de deducción fiscal.  

Desde que el Mueso del Louvre, hace 15 años, se uniera a los jardines de las Tullerías se han puesto en marcha diversos proyectos para mejorar su aspecto. No es solo un lavado de cara. Se han instalado nuevas esculturas, se han limpiado fuentes y reducido del agua de los surtidores para ahorrar, se ha añadido arbolado... Desde el 1991 los jardines aparecen en el listado del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y la primera acción que nacerá ahora de la unión entre Christian Dior y el Louvre será la repoblación de una zona, al oeste del parque, con 166 árboles de cuatro especies diferentes. 

De hecho esta acción ya comenzó la pasada temporada, cuando Dior montó para su desfile un pequeño bosque compuesto por 164 árboles que más tarde serían replantados en distintos distritos de París. Cada invitado al desfile, a través del escaneo de un código QR instalado en la etiqueta de cada árbol, podía averiguar dónde está cada árbol. 

Sin dejar París, también hay que recordar que Chanel contribuyó con 25 millones de euros a mejorar el aspecto de ese edificio único de hierro y cristal que es el Gran Palais. Ubicado en los Campos Elíseos y contruido con motivo de la Exposición Universal del 1.900, Chanel acudió a su rescate no por nada. Cada temporada es el escenario de sus magnos desfiles, que lo transforman desde en un pueblo alpino cubierto de nieve hasta una playa caribeña.

Un deber moral

En Italia también las grandes familias de la moda han tenido que salir al rescate de obras de arte, preferiblemente las más conocidas y de mayor calado. Si el Coliseo de Roma luce hoy así es gracias en parte a Diego Della Valle, el presidente y consejero delegado del Grupo Tod’s, la empresa italiana especializada en calzado y artículos de ropa. "Era casi un deber moral", aseguraba el empresario cuando, en el 2013, puso encima de la mesa 25 millones de euros para que el Ministerio de Bienes y Actividades Culturales afrontar una ambiciosa rehabiliación. En la inauguración de las obras, el por aquel entonces primer ministro italiano Matteo Renzi, agradecía a Della Valle la donación, anunciando que se ponía en marcha una nueva política de incentivos fiscales que beneficiaría a todas aquellas empresas que ayudasen a recuperar el patrimonio histórico.

Los nuevos Medici

También en la ciudad eterna, coincidiendo con el 130º aniversario de la marca, Bvlgari donó 1,5 millones de euros para limpiar y consolidar la escalinata de la Plaza de España. La misma mítica firma de joyas también ha contribuido en la restauración del mosaico de las Termas de Caracalla, y a la mejora del área del Largo Argentina, lugar donde apuñalaron a Julio César y cuyos trabajos están previstos que concluyan el año que viene. Y Fendi, otro de los apellidos que sacan lustre del 'made in Italy', financió con 2,4 millones de euros los trabajos de limpieza de la célebre Fontana de Trevi, dentro de su programa 'Fendi for fountains'.

En otra ciudad que respira y vive en parte del arte, Florencia, la firma Salvatore Ferragamo, un nombre indisolublemente asociado a la capital del Renacimiento -en el centro histórico se puede visitar su museo–, se ha convertido en los nuevos Medici. Donó 600.000 euros para recuperar ocho salas de la Galería de los Uffici, uno de los museos más visitados de Italia, y adecentó la fuente de Nepturo. Este año está haciendo lo mismo con las esculturas de la Piazza de la Signoria, entre ellas el David en Piazzale Michelangelo, la réplica en bronce del original en mármol que se exhibe a unas calles, en la Academia. El proyecto es posible gracias a la donación de un millón de euros.

También Gucci ayudó con dos millones de euros a un lavado de cara de los jardines Boboli hace ahora tres años. A cambio, celebró en uno de los palacios junto al jardín uno de los sonados desfiles de Alessandro Michelle.

El león alado de Venecia

¿Y qué decir de Venecia? Pues que años atrás Renzo Rosso, el dueño de Diesel, pagó 5 millones de euros para salvar el puente de piedra de Rialto sobre el Gran Canal. "Si creamos beneficios, es normal que se beneficien los bienes culturales y la sociedad, sobre todo en este momento. Esto no significa que lo privado deba sustituir al Estado, pero sí debe colaborar", explicó antes de que empezaran las obras de consolidación del puente. Eso sí, a cambio de los fondos aportados, Renzo Rosso pudo exhibir publicidad de sus tejanos en el mismo puente y en los vaporetos.

Chanel también restauró hace unos años el icónico león alado del frontal de la plaza de San Marcos y el mosaico que lo acoge y lo hizo dándole mucho bombo y platillo, igual que cuando colabora con alguna exposición. Son grandes símbolos sin duda, pero migajas para una ciudad que se ahoga. La alcaldía de Venecia ha tenido que recurrir al micromecenazgo para poder paliar los estragos de la marea alta del pasado noviembre y la falta de turistas por el coronavirus.

De todas formas y solo por comparar, la restauración de la casa de los amantes en Pompeya, presentada hace unos días y pagada con aportaciones de los fondos europeos, ha rozado los 100 millones de euros.