AL FRENTE DEL SELLO SUARA

Coyu, Dj, productor y salvador de gatos, lanza su primer álbum

Iván Ramos presenta 'You don't know' en la 'Cat House' que tiene en el Born

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Luis Miguel Marco

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Imposible que su camiseta negra 'I hate humans' no se llene de pelo de gato. Estamos con Iván Ramos (Barcelona, 1985) en la Cat house que su <strong>Fundación Suara</strong> tiene a dos pasos del Born Centre Cultural, en la calle Fusina. Un espacio gatuno-chic donde viven Maceo, Bagheera, Dixon –felinos residentes- y donde otros gatos recogidos esperan ser adoptados. Su novia de toda la vida, veterinaria para más señas, tiene mucho que ver en esta aventura.

Hasta aquí no llega el sonido de la música electrónica y ambiental de la tienda de la planta baja, donde hay más gatos estampados en camisetas de algodón orgánico, alguno con 'malvadas' intenciones, como ese minino arañando un ojo de Donald Trump. Aquí se venden sudaderas, camisetas y otras prendas con gatos, además de vinilos del sello Suara. "Los gatos me dan paz porque mi día a día es muy ajetreado. A veces vengo a estar con ellos después de pinchar en Estados Unidos, Sudamérica o Australia. Pinchar es lo que realmente me apasiona, sentir la conexión con la gente, ver que están disfrutando con lo que tú les das para mí es lo más".

El Big Cat

Ivan Ramos es Coyu, el Big Cat de la música electrónica, dj y productor. Al año este joven que se ha recortado su barba hipster se hace unos 100 bolos de media en más de 60 países. "Son bastantes actuaciones cada mes y en verano más. Lo curioso es que en cada sitio, en cada ciudad, el público se comporta de forma diferente. Pero lo que une a todos son las ganas de pasárselo bien, bailar y estar en comunión con el resto. Eso pasa en Barcelona o en Tempe, Arizona, donde estuve hace unos días".

Coyu tiene su primer álbum y lo ha llamado 'You don't know'. "Desde el 2012 en que me dije 'voy a hacer disco, quiero expresar realmente quién soy’ he estado dándole vueltas. Llevaba en la producción unos años pero por circunstancias diversas, también por inseguridades mías, retrasaba el momento. Hasta ahora en que me siento mucho más maduro para poder defender la música que quiero". Coyu no es ningún recién llegado. Ya pinchaba en Barcelona a los 18 años, mientras estudiaba Ciencias Políticas en la Autónoma y ejercía de periodista musical, algo que le abrió muchas puertas.  

Me siento hijo de los 90

"El hilo conductor del disco soy yo. Mis emociones, lo que siento por la música. Es un álbum bastante años 90. Hay géneros que hoy no son demasiado populares como el trip hop y el drum & bass. Es que yo musicalmente me siento hijo de los 90. Me gustan los Chemical Brothers, Moby, Massive Attack... Y es una parte de Coyu que nunca había mostrado”.

Una de las colaboraciones del LP, el tema entre Coyu y Moby titulado 'I may be dead, but one day the world will be beautiful again' logró 200.000 'plays' en Spotify en cinco días. "No es mi primera colaboración con él, pero es la primera vez que hago un tema original con él. Para mí es Dios. 'Play' o '18' son álbunes colosales, así que imagina la ilusión , todavía no me lo creo. Él también es un activista social, político y cultural muy importante en Estados Unidos y quizás me ha influenciado más como persona que como artista. Piensa que yo soy vegano desde hace dos años en parte por él y por lo que ha hecho por el activimo en favor de los animales". 

Desde hace bastante tiempo, asegura, "si no produces tu propia música no vas a triunfar. Puedes ser bastante conocido a nivel local, pero para salir a nivel internacional tienes que hacer tu propia música". El Sonar por supuesto ha marcado su experiencia vital. "Como barcelonés actuar en el festival más importante de tu ciudad y uno de los más importantes del mundo es increíble. Yo fui por primera vez como espectador en el 2004 y verme ahí, en el 2012, en el escenario principal, antes de Richie Hawtin, un referente del thecno, fue muy especial, con mi familia y mis amigos delante. Recuerdo que después de tocar me quedé una hora en el 'backstage' sin poder hablar con nadie. Me había puesto tanta presión que acabé exhausto, pero lo disfuté muchísimo. He vuelto dos veces más al Sonar y he estado delante de muchísmima más gente en otros festivales, pero esa primera vez creo que fue lo mejor de mi carrera. Eso ya no se volverá a repetir". 

Eivissa, plaza difícil

Eivissa es una isla maravillosa para dejarse llevar por la música electrónica y las fiestas, pero reconoce que es una plaza difícil. "Hay dinero y hay carreras de por medio. Y hay gente que destaca con buenas artes y otra que no. Y es un negocio en el que te puedes hacer daño. Allí es donde están las marcas más importantes, donde hay gente muy poderosa y puede ser francamente difícil trabajar allí".   

Como difícil es escuchar música electrónica en la radio. "Eso no pasa en el Reino Unido, en Alemania o en Holanda. Aquí desgraciadamente tenemos muy poquitos programas de radio, ya sea privada o pública, que promocionen esta música. A su vez, cada vez hay menos revistas especializadas y con menos fuera, los medios, la prensa, los promotores, el público, no tratan al artista local como en otros países. El 80% de los festivales aquí se hacen con gente de fuera y los artistas locales están de relleno".