visita a Segovia

Carlota Casiraghi, la princesa filósofa

La hija de Carolina de Mónaco presenta el libro 'Archipiélagos de pasión'

Carlota Casiraghi, con el filósofo Robert Maggiori y el editor Leopoldo Kulesz, en el Hay Festival de Segovia

Carlota Casiraghi, con el filósofo Robert Maggiori y el editor Leopoldo Kulesz, en el Hay Festival de Segovia / periodico

Amanda Rubio / Efe

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La virtud favorita de Carlota Casiraghi es la dulzura, para Robert Maggiori, su profesor de Filosofía y compañero en su andanza editorial, es la gentileza. Con ellas han escrito 'Archipiélagos de pasión', un libro que empieza su viaje emocional por el amor y lo termina en su hermano cercano, el odio.

"No podemos pensar en los sentimientos sin que una pasión afecte a otra", ha asegurado Casiraghi (Mónaco, 1986) en la presentación de este sábado del festival artístico Hay Festival, y es por ello que han creado con este libro un "archipiélago" que "se adapta a la experiencia moderna en la medida en que es difícil definir fronteras".

Entradas agotadas

A ratos tímida y a ratos sonriente, Casiraghi ha llegado a Segovia rodeada de expectación y con las entradas agotadas para un auditorio con capacidad para más de 300 personas, a las que ha hablado a puerta cerrada y bajo la prohibición de la presencia de cámaras, con la paciencia y la lentitud que, según ella, son las virtudes en las que habita la filosofía.

Aunque sea nieta de Grace Kelly y miembro de la monarquía monegascanieta de Grace Kelly , y él sea hijo de inmigrantes italianos y profesor de Filosofía; esta extraña pareja se ha dejado llevar por la pasión que comparten por el pensamiento crítico para crear este tratado filosófico.

En 'Archipiélagos de pasión' han vertido los fantasmas que los atormentan buscando respuestas "a las preguntas existenciales que siempre hemos tenido", afirma Casiraghi, licenciada en filosofía por la Soborna que también colabora con Maggiori (Osimo, Italia, 1947) en los Encuentros Filosóficos de Mónaco y con quien ha creado el Premio anual de filosofía.

La compasión, la piedad, la confianza, el coraje, la culpa, la nostalgia, y así hasta cuarenta. Cuarenta pasiones por las que han navegando y que, aunque distintas, terminan por entremezclarse porque, como los islotes de un archipiélago, "a veces se alejan y a veces se acercan tanto que no se distinguen uno de otro", explica Casiraghi.

El discurso del odio

Pese a negarse a detallar el proceso de escritura alegando, algo molesta, que "siempre se quiere encasillar todo y saberlo todo", sí se ha mostrado firme contra el discurso del odio: "Me preocupan mucho los discursos de odio que se filtran de forma insidiosa, me cuesta entender cómo se llega a decidir que una categoría de ser humano no forma parte de la sociedad".

Con esta "pasión tan difícil de aceptar", y que incluso la llevó a dudar durante el proceso de escritura, decidieron poner punto final a un libro que ha dedicado a su padre, Stéfano Casiraghi, fallecido en un accidente naútico cuando ella tenía solo 4 años.

"Cuando se habla de filosofía la gente piensa en algo abstracto con lo que no tienen conexión, pero el cuestionamiento filosófico nos une a todos, nadie puede afirmar que las cosas sea fáciles porque a todos nos afecta la muerte, el tiempo, el amor", asegura Casiraghi, ataviada con unas sencillas camisa y zapatillas blancas y vaqueros.

Política de inmigración

Ante la seriedad de Casiraghi, ha sido su maestro quien ha levantado la verdadera pasión del público, que rompió en aplausos cuando, tajante, criticó la política de inmigración italiana porque no se explica cómo "un país de emigrantes estigmatiza a los que llegan del otro lado del mediterráneo".

Igual de crítico y firme ha sido al hablar de la "banalización" de la amistad que plataformas como Facebook producen, ya que "el genio de Zuckerberg es introducir, en un mundo dominado por el individualismo, los términos de amistad o la camaradería" y por tanto "simplificar al extremo la dificultad de conservar una amistad".

La amistad entre Casiraghi y Maggiori no ha requerido de Facebook para resistir las embestidas del tiempo, la han desposeído de la tiranía de tener que ser el más fuerte para potenciar la timidez y el temblor del que duda y del que protesta, porque, como ha dicho Maggiori al cerrar su discurso, "no temamos temblar y filosofemos".