ROLAND GARROS
Juan Carlos I y la infanta Elena asisten a la 12ª victoria de Nadal
El Rey emérito y su hija cuparon la primera fila del palco de autoridades durante la gran final
Justo una semana después de despedirse de la vida pública en una corrida de toros en Aranjuez (Madrid), Juan Carlos I ha reaparecido, ya fuera de la agenda institucional y con carácter privado, en la gran final del torneo de tenis de Roland Garros, en París, donde este domingo, 9 de junio, el tenista español Rafa Nadal ha logrado la proeza de ganar su 12ª título.
El Rey emérito, junto con su hija la infanta Elena, ocuparon la primera fila del palco de autoridades, escoltados por el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, quien antes del partido declaraba su admiración por el Nadal deportista y, sobre todo, por el Nadal persona. "Es como el compendio del deportista y ciudadano perfecto, porque todo lo hace bien y muy respetuosamente", dijo Guirao a los periodistas.
Fiel a su cita anual, el Rey emérito, pese a su retirada de la vida pública, no se quiso perder a Nadal en su jardín de tierra batida. Junto a él, la infanta Elena, otra gran seguidora del mallorquín, la secretaria de Estado para el Deporte, María José Rienda, y el embajador español en París, Fernando Carderera.
Otra asidua a Roland Garros, Anne Hidalgo, tampoco faltó a su encuentro con Nadal, que para ella tiene además un doble aliciente como alcaldesa de París y franco-española.
Hidalgo departió a menudo con una leyenda del tenis sentada a su lado, Rod Laver, mientras que a su derecha la ministra de Deportes, Roxana Maracineanu, separaba a Hidalgo de la presidenta de la región parisina, Valérie Pécresse, con quien es sabido que no mantiene la más cordial de las relaciones.
Otros ilustres del graderío fueron el presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, Jean Todt, o la leyenda del tenis Manolo Santana, Manolo Santana,con la familia Nadal al completo en su palco.
La anécdota
Sin embargo, una pequeña criatura en el anfiteatro de la Philippe-Chatrier quiso robarles el protagonismo a todos. En medio del silencio absoluto y cuando le correspondía a Nadal abrir el partido con su servicio, el bebé comenzó a llorar y berrear, lo que obligó al español a detener su servicio.
Pese a que toda la pista trataba de localizar el origen de los llantos, el pequeño continuó con sus sollozos, lo que provocó las quejas del público y el malestar evidente de Nadal, incapaz de poner la bola en juego. Finalmente la madre salió con el bebé de las gradas y el espectáculo de Nadal pudo continuar.
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