SU PAREJA DURANTE 18 AÑOS

El dandi que enamoró a Lagerfeld

Las cenizas del káiser de la moda reposarán junto a las de su gran amor, Jacques de Bascher

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Luis Miguel Marco

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Karl Lagerfeld no quería damas vestidas con 'chaneles' negros en su funeral soltando lágrimas, fingidas o no. Dejó bien claro que no quería homenajes ni funerales de estado como el de Johnny Hallyday. Pidió ser incinerado y que parte de sus cenizas se unieran a las de su idolatrada madre, a las de su gata Choupette en caso de fallecer antes que él –no es el caso, ella es su 'heredera'–, y a las cenizas de quien fuera su gran y único amor. Y esa persona fue un dandi con cara de ángel llamado Jacques de Bascher, a quien el sida venció en el 1989, a los 38 años, (Lagerfeld estuvo a su lado mientras agonizaba en un hospital de París). Un personaje cuya historia que merece ser recordada. 

Hace dos años un libro retrató a este auténtico 'it boy' de la época, alguien que embelesaba a hombre y mujeres por igual. Se tituló 'Jacques de Bascher, dandy de l'ombre (dandy de la sombra) y lo escribió la periodista del diario 'Libèration' Marie Ottavi. Mostraba a un personaje magnético y decadente que utilizó su belleza y erotismo como arma perversa, un gigoló frívolo y mundano. El libro reveló también la vida en pareja de Lagerfeld y Bascher durante más de 18 años, entre la década de los 70 y los 80 (fue en 1983 cuando Lagerfeld ficha por Chanel). El diseñador de origen alemán accedió a hablar de De Bascher en las conversaciones que mantuvo con la periodista para el libro. "Amé infinitamente a ese hombre, pero no tuve contacto físico con él", le confesó. 

Era bello, joven, culto, inteligente, educado, vestía de forma extremada y no tardó en forjarse un nombre entre la frívola, adinerada y vanguardista élite parisina de la época. Y allí estaba Lagerfeld, antes de convertirse en el 'káiser' de la moda y de estilizar su figura y ocultar sus ojos tras unas gafas negras. Se volvió loco por él. Según escribe Marie Ottavi, "Bascher y Lagerfeld formaron una extraña y ultramoderna pareja abierta, un dúo indestructible que dejó el sexo fuera de la ecuación, que no dejaba sitio a los celos o la posesividad y que operaba bajo el lema 'el que tiene el dinero es quien paga', para emplear las elegantes palabras del propio Lagerfeld".

Por supuesto Bascher no trabajaba y Lagerfeld pagaba las copas y todo lo demás. Bascher tenía algo de anacrónico, como un personaje de Proust. Tampoco le importaba trascender. Era un hedonista y se dejaba querer. Se citaba con condesas o con sus amantes y las noches le encontraban invariablemente en el Café de Flore y en los clubes nocturnos gays que hicieron de París la ciudad más animada de Europa.

Más 'voyeur' que actor

Karl, siempre prusiano y volcado en el trabajo, no sentía interés por las drogas, el tabaco o el alcohol, y actuaba, en palabras propias, más como 'voyeur' que como actor. Pero el sexo sí marcó la trayectoria de Bascher y estuvo en el origen de la enemistad entre Lagerfeld e Yves Saint Laurent. Fueron amantes durante un tiempo, para desespero de Pierre Bergè, compañero de Yves. Bergé llegó a acusar al diseñador alemán de haber propiciado la relación entre De Bascher con Yves Saint Laurent para, al acompañar al modisto en su particular caída a los infiernos, socavar de paso los cimientos de la casa de moda.  

"A Bascher le gustaba follar tanto con hombres como con mujeres y no se frenaba", se describe en el libro de Ottavi. "Organizaba orgías, donde giraba los retrovisores de su nueva y flamante Harley Davidson hacia arriba de modo que sirvieran como superficie para esnifar coca. Acudía a menudo a los cuartos oscuros de los garitos gays de París. Le gustaban los burgueses tanto como los maleantes. Era un seductor nato".

La permisividad sexual de la época, su fascinación por el sadomasoquismo gay, las relaciones de sumisión, su descontrol le conducirían a su propia muerte. Hacia el final cortó todo lazo con el mundo, incapaz de soportar su declive físico. Pero Lagerfeld jamás se alejó de su lado. En realidad nunca volvió a sentir nada igual por nadie.