HOMENAJE FILIAL

Eugenio, el eterno resiliente del humor

El empresario y productor Gerard Jofra reivindica en 'Eugenio' la figura de su padre, el mítico cómico del "¿saben aquel que 'diu'?"

GERAD JOFRA, HIJO DE EUGENIO

GERAD JOFRA, HIJO DE EUGENIO / periodico

Sergi Pérez

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Eugenio Jofra Bafalluy (1941-2001) fue la persona detrás del legendario cómico de gafas oscuras, cigarrillo y copa de whisky, del "¿saben aquel que¿ diu?". Joyero de profesión, formó un dueto musical, Els dos, con Conchita Alcaide (1939-1980), el amor de su vida. Pero aquel joven de marcado acento catalán no sospechaba que acabaría vendiendo millones de casetes de chistes en toda España, y convirtiéndose en un mito del humor. ‘Eugenio’ (Planeta) es el libro que presenta ahora su hijo, Gerard Jofra Alcaide, en el que reivindica la figura del padre, maestro y amigo que fue Eugenio.

"Empecé a escribir el libro en el 2001, pero lo dejé ahí, porque no hubiese sido justo escribirlo en esa época". Cuando Eugenio murió, toda España lloró su marcha, sin embargo Gerard aún espera la oportunidad de poder hacerlo. "Él falleció poco después de venir al hospital a ver a mi hija, que acababa de nacer.  Aquel fue uno de los días más felices de mi vida y no pude permitirme llorar la muerte de mi padre".

"El chiste de su vida fue casarse con quien se casó, lo hizo por desesperación y cuando ya no era él"

Diez años antes, en 1991, Eugenio ya tenía claro que las cosas iban a acabar pronto, por ello encargó a su hijo la tarea de acabar su obra, con la altísima responsabilidad que implicaba aquello. "Le pregunté qué era lo que me estaba pidiendo. ¿Que subiera al escenario como él? ¿Qué contara los chistes inéditos que dejó? La respuesta fue que no, que ya me llegaría, que dejase fluir".

Gerard conoció la noche con su padre, quien la habitó sin acercarse a las drogas hasta los últimos cinco años de su vida. Pero el documental 'Eugenio’, de Xavier Baig y Jordi Rovira, cuenta otra historia: la de una vida oscura y autodestructiva con la que Gerard no está de acuerdo. "Para quien no sepa quién fue Eugenio no está mal, como reflejo de la realidad no sirve. Ellos dan su historia contada por quienes quieren que la cuente. Si mi padre hubiese levantado la cabeza, ese documental no habría salido".

El declive del genio

Ser Eugenio no fue fácil, pero ser su hijo tampoco. La relación entre Gerard y su padre tuvo mejores y peores momentos. "Por mi padre siento una admiración que de adolescente no supe valorar. Fue un padre exigente porque no quería que me descarrilase". El hijo también jugó el papel de amigo y asesor, ya que en el mundo artístico lo complicado es rodearse de gente en quien se pueda confiar. 

"A Conchita, mi madre, le tocó tener tres niños: mi padre, mi hermano y yo"

Los últimos años de Eugenio fueron los del agotamiento, y el declive personal y profesional. Después de una vida sobre el escenario y 20 años sin Conchita, todo empezó a rodar cuesta abajo. En 1996 sufrió un infarto, y al poco conoció a Isabel Soto, quien arrasó con él y lo apartó de todo, cuenta Gerard. "El chiste de su vida fue casarse con quien se casó. Lo hizo por desesperación y cuando ya no era él. Con ello perdió toda su fuerza, su magnetismo, y su yo. No pude darle mi aprobación con aquello".

ReEugenio

Pero cuando Eugenio falleció, Gerard sintió que debía reivindicar las figuras de sus padres, y las ideas comenzaron a llegar solas. Fue en su 40º cumpleaños, en una actuación improvisada entre amigos, cuando nació ReEugenio. "Yo subí primero al escenario e hice ver que contaba un chiste, luego di paso al primer actor que más adelante haría el espectáculo. Fue una intetrpretación nefasta, pero vi la reacción del público. En aquel momento fue como si mi padre me hablase desde el cielo y me dijese: ‘Gerard, es esto’". Y tras meses de trabajo y preparación, ReEugenio se hizo una realidad. Los chistes del legendario cómico volvieron a cobrar vida sobre el escenario, en este caso, los miércoles por la noche en el teatro Capitol de Barcelona.

Una obra para acabar otra

Hay heridas que tardan en cerrar, y la de Eugenio se llamó Conchita. Ella fue el centro y el pilar de todo. "Fue quien tenía la visión, y le tocó tener tres niños: mi padre, mi hermano y yo". Eugenio tuvo que hacer de tripas corazón, pero no perdió el rumbo. Se dedicó a ser el mejor padre que pudo a la par que se convertía en leyenda. Por eso Gerard solo tiene palabras de agradecimiento hacia sus progenitores, Els dos, a quienes ha dedicado su obra y su vida para dejar sus nombres donde se merecen. Así, el legado de uno de los cómicos más grandes que ha dado nuestro país sigue adelante en manos de su hijo. La promesa ha sido cumplida y la herida, poco a poco a poco, se va cerrando.