ENTREVISTA CON EL FOTÓGRAFO MALAGUEÑO

Ernesto Artillo: "Mis trajes con tetas y vaginas hablan de feminismo"

Eva Hache, Fernando Grande-Marlaska, Benjamín Prado, Isabel Coixet, Carmen Calvo y Alfred, de 'OT' se han puesto sus trajes sobre los que ha pintado atributos femeninos

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Luis Miguel Marco

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Tetas, vaginas… cuando el artista Ernesto Artillo dibujó a mano los atributos femeninos sobre unos trajes, no imaginaba la repercusión que iba a tener su proyecto, que tituló 'La mujer que llevo fuera'. Este fotógrafo malagueño de 30 años conoce bien los códigos de la moda y el marketing –ha trabajado para Dolce&Gabanna, Adolfo Domínguez, Pepe Jeans, Mango, Swarovski...–, pero en este caso aspiraba a agitar  conciencias y reivindicar el feminismo. Numerosos rostros conocidos han posado trajeados, desde el juez Fernando Grande-Marlaska, Eva Hache, Carmen Calvo, Isabel Coixet y Alfred de 'Operación Triunfo'. Se han visto en revistas. Los actores Bárbara Santacruz, Jorge Suquet, Alba Flores, Brays Efe y Gema Galán los llevaron en los premios Feroz. Se los pusieron algunos periodistas en la gala de los Goya. Y el 15 de marzo, serán subastados.

¿Imaginaba la que ha liado?

Para nada. Empecé con los trajes a finales de agosto pasado en mi estudio de Madrid. Y todo vino a partir del reportaje en la revista 'Smoda', cuando una serie de personas públicas posaron con ellos. Para mí es una manera de decir que el machismo no se discute, se interviene. Los trajes invitan a hablar sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres, sobre micromachismo, acoso, malos tratos... y también del empoderamiento femenino.

¿Ha logrado lo que esperaba? 

Que estemos hablando sobre ello ya es un logro, ¿no le parece? La fuerza reside en su tremenda simplicidad estética y conceptual. El mensaje es directo y claro. Están pensados para provocar a aquellos que todavía no se hayan parado a entender el concepto de feminismo. 'La mujer que llevo fuera' viste a los que necesitamos intervenir realidades en busca de una igualdad innegociable. Lo hago a brochazos sobre el traje del patriarcado que llevamos impuesto.

¿Se los piden mucho? 

Pues sí, Pero no quiero que se desvirtúe el mensaje. Llevarlos por simple estética sería una frivolidad, por eso me interesa el mensaje de aporta cada persona que lo viste. El traje no se lo puede poner nadie que no sea feminista ya por dentro.

El primero que llevó uno por la calle fue usted. ¿Qué sintió?

Me fui a varios actos por Madrid vestido así. A la presentación de un libro, al teatro, y noté cómo debe de sentirse una mujer cuando va por la calle a diario. Había miradas bastante intimidatorias, incluso violentas. Notaba cómo los ojos se iban al culo, a los genitales, a los pechos... Me sentí un objeto, una cosa a la que se valoraba por lo que llevaba puesta. Es la mirada masculina de una sociedad patriarcal donde los hombres miran y las mujeres son miradas. Mucha gente me pedía explicaciones, me cuestionaba. Me di cuenta de que el traje hablaba y ponía a hablar a la gente, que era justo lo que yo buscaba.

¿Qué le han explicado otras personas que los han llevado?

En cada uno provoca una experiencia diferente. La veterinaria de mi perro me dijo: "Me gusta porque las mujeres tenemos que demostrar dos veces lo que somos". Algún hombre dice que llevarlo le alivia porque es como quitarse de encima el peso del patriarcado. Alba Flores se sentía comodísima. "Quiero enseñar al mundo cómo soy sin disfraz», decía. Está bien que cada uno sienta la catarsis que considere.

Que se lo pusiera Alfred en la gala de Eurovisón de ‘OT’ sí fue un verdadero triunfo.

Fue increíble. Yo se lo mandé a la estilista del programa, Rosa, y pasó todos los filtros, el de TVE, el de Getmusic… y todos estuvieron de acuerdo. Cuando se lo vi puesto dimos un bote en el sofá, yo y todo mi equipo. Confiaba en el discurso que tenía el programa y en Alfred. Que un tío de 20 años, heterosexual, sensible y con talento, diga que es feminista en televisión es algo increíble. Activismo delante de tres millones de personas.

Que no es lo contrario de ser machista, conviene recalcarlo.

No. No es el antónimo. Y tampoco hay que cambiarle el significado. La idea no es inventar una palabra nueva para defender la justa igualdad entre hombres y mujeres. Es entenderla y usarla.

¿Le ayudó que de pronto irrumpiera con fuerza el movimiento #Metoo?

Es natural que cada cierto tiempo el ser humano se dé un golpe en la cabeza, mire a su alrededor y se dé cuenta de que perpetuar ciertas cosas no tiene sentido. Es algo casi orgánico. Por eso hay que aplaudir toda revuelta pacífica en pro de la igualdad. Prefiero una camiseta que ponga «soy feminista» a otra que ponga «soy princesa». Porque sin igualdad no hay una auténtica democracia.

¿Era importante para usted que los trajes los lleven también personas anónimas?

Sí, porque no quería que fuera algo elitista o exclusivo. O hacer algo aspiracional. Ojalá pudiera pintar un traje a todo el que me lo ha pedido. También quería que los perfiles fueran muy heterogéneos. Y muchos de esos cincuenta trajes los han compartido varias personas. Hay uno que lo ha llevado un amigo mío que es bailarín y se lo ha puesto también Alejandro Amenábar. Lo bonito es que todos, tengamos el género, la idiología o el trabajo que tengamos, estamos de acuerdo en ser feministas.

¿Le han tirado los tejos las marcas de moda?

Sí. Y con cifras suculentas. Mi trabajo está muy relacionado con la moda y era previsible. Pero esto no va pasar con este proyecto y mira que me ha costado dinero porque todos los trajes, menos alguno cedido, son cosa mía, los arreglos, los envíos…. Pero es que creo que  tiene que ser así. Todos los trajes están firmados y numerados. Se subastarán en un evento o 'happening' y cada uno llevará una ficha donde cuente la historia que han tenido. Me hace mucha ilusión, y el dinero recaudado irá para varias asociaciones de mujeres, desde transexuales a mujeres maltratadas o a inmigrantes…  ya veremos lo que conseguimos y hasta dónde llegamos.

Es lo más honesto, ¿no?

Es que es de las cosas más bonitas y personales que he hecho. Y lo mejor de todo es que se hable, que no nos quedemos con la imagen. Es que creo que estamos agotados de tanta imagen, locos de tanto mirar. Hay que poner en valor palabras como feminismo. Son las palabras son las que generan certezas. Y creo que este debería ser el  momento de las palabras. Y te lo dice un tío que se gana la vida haciendo 'collages'.