EL REGRESO DE UN HUMORISTA

Bigote Arrocet, el cómico siniestro

No sabíamos nada de él hasta que reapareció como novio de María Teresa Campos. Vuelve pidiendo guerra y se apunta a 'Supervivientes'.

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RAMÓN DE ESPAÑA

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Hay personas de las que no te libras jamás. Tú has acabado asumiendo, no sin cierto pesar, que forman parte de tu pasado: hace tiempo que no has oído hablar de ellas y piensas que se han jubilado, que han regresado a su país de origen, que agonizan en una residencia de ancianos… Y, de repente, ¡zas!, aparecen en un programa de televisión luciendo un aspecto inmejorable. No sabes dónde se han metido los últimos 20 años -puede que en formol-, y ahí están de nuevo, sin haberse movido de Madrid desde que eran famosillos y anunciando alguna novedad impropia de su tercera edad. De esa guisa me topé con Bigote Arrocet hace unas noches, en el rebautizado programa 'Sábado de Luxe' -fichajes de lujo: Gabriel Rufián y Pilar Rahola-, informando a Jorge Javier Vázquez de que es el primer concursante confirmado de la nueva edición de 'Supervivientes', aunque parece que a su actual pareja, la simpar María Teresa Campos, y a la que debe su reciente regreso al candelero, no le hace mucha gracia la cosa.

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PADRE CATALÁN

Uno llevaba tiempo intuyendo que Edmundo Arrocet Von Lohse, nacido en Buenos Aires en 1949 de padre catalán y madre hispano-alemana (aunque a los 11 años ya estaba en Chile, donde se quedó hasta que le dio por trasladarse a España), no se iba a conformar con ejercer de novio en la sombra de María Teresa Campos e iba a aprovechar la coyuntura para recuperar -o, por lo menos, intentarlo- la popularidad de la que gozó entre los años 70 y 90. Una popularidad, por cierto, que muchos no entendimos jamás, ya que el bueno de Bigote nos parecía uno de los humoristas más siniestros del mundo, cuyas apariciones en el 'Un, dos, tres...' de Ibáñez Serrador (1977-1988) nos producían auténtico terror. Yo es que lo veía salir con la sonrisa de orate encajada, hablando con un acento mexicano imitado de Cantinflas y diciendo cosas carentes de la menor gracia e ingenio y se me llevaban los demonios; más, incluso, que con el difunto Joe Rigoli, cuya prodigiosa cara de pazguato me generaba instintos criminales, como entenderán a la perfección todos aquellos que lo recuerden guiñando un ojo, torciendo un dedo y repitiendo su muletilla de la época: ¡Yo sigo!

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Bigote Arrocet llegó a España presentándose como humorista, pero en Chile se había distinguido por sus imitaciones de cantantes de moda, brillando con luz propia en la edición de 1974 del festival de Viña del Mar, la primera tras el asesinato de Salvador Allende, presidida por su verdugo, Augusto Pinochet, al que Bigote obsequió con su versión de 'Libre', de Nino Bravo, hincado de rodillas ante el tirano. Aunque él ha dicho en alguna ocasión que lo suyo fue un acto de valor, a muchos les pareció más bien una genuflexión interesada, y todo parece indicar que nuestro hombre mantuvo cierta relación personal con Pinochet: existen fotos en las que se les ve juntos y sonrientes, y el propio Bigote dijo una vez que le había aconsejado a su compadre que se quitara las gafas de sol, pues le daban aspecto de gánster.

LAS EXNOVIAS

El asunto Pinochet ha perseguido a nuestro hombre durante toda su vida, al igual que algunas exnovias, como la hija del gran Kiko Ledgard -presentador peruano que dio inicio al 'Un, dos, tres…'-, Anette, con la que tuvo un hijo al que, según ésta, nunca le ha hecho mucho caso. Y es que Bigote tiene otros tres hijos con sus dos primeras esposas y a lo mejor no le llega el presupuesto para todos. Los últimos trabajos remunerados que me constan son dos películas de Chiquito de la Calzada, 'Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera' (1996) y 'Brácula, Condemor II' (1997), donde interpretaba el papel de Lucas, el sirviente de Chiquito. Y como llevaba casi 20 años sin saber nada de él, pensé que me había librado de su presencia para siempre.

Cuando vi que era el nuevo novio de María Teresa Campos, supe que el hombre había vuelto con ánimo de venganza. Afortunadamente, como concursante de un 'reality', no como humorista, un camino por el que nunca le llamó Dios. De hecho, cuando lo vi hablando con Jorge Javier, me pareció un tipo encantador porque no se empeñaba en ser gracioso. Intuí en ese momento que puede ser un gran concursante. Eso sí, al primer chiste con acento mexicano, que lo cuelguen de un cocotero por los pies.