PREMIO HONORÍFICO

Jean-Paul Belmondo, mil vidas en 83 años

El actor emblema de la corriente 'nouvelle vague' ha publicado un libro de memorias

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La imagen ha quedado para la posteridad. Un Jean–Paul Belmondo, de 83 años, visiblemente desmejorado y apoyado en una muleta, rodeado de un ramillete de actores del cine francés, buenos amigos suyos, se llevó hace unos días en París la mayor ovación en la última edición de la gala de los premios César. Recibía emocionado el premio honorífico.

La academia del cine francés considaraba que había llegado ya el momento de homenajear la dilatada trayectoria de uno de los rostros más populares y queridos, representante de aquella corriente llamada la 'nouvelle vague’. Alejado de los focos, Belmondo ha publicado recientemente una novela autobiográfica ‘Mil vidas mejor que una’

Nacido en una familia burguesa y culta de Neuilly, la 'banlieue' más exquisita de París, Jean Paul creció en un entorno feliz y despreocupado. Hijo del escultor parisino de ascendencia italiana Paul Belmondo y de la pintora Madeline Reinaud–Richard, el actor pasó una feliz infancia en París. Su padre llevaba a él y a sus hermanos al Louvre cada domingo, sin excepción, aunque esas lecciones de cultura, como el mismo galardonado reconoce, no hicieron demasiada mella en su personalidad.

Durante su juventud fue mal estudiante y siempre le interesaron más los deportes que el colegio. Por ese motivo acabó convirtiendose en boxeador aficionado, lo que acarreó que le rompieran la nariz. Más adelante supo aprovechar los estragos que le dejó el boxeo en su cara para interpretar a un buen número de tipos duros en incontables películas de acción.

En 1950, Belmondo comenzó en el teatro interpretando 'La Bella Durmiente' en diferentes hospitales de la capital francesa. Tras dos intentos fallidos, entró en el Conservatorio de Arte Dramático de París. Hizo apariciones en varias películas sin despuntar demasiado hasta que, en 1960, protagonizó ‘Al final de la escapada’ de Jean–Luc Godard.

En la novela habla de mucho más que de su vida profesional. Pese a haber llevado con dignidad el mote del 'hombre más feo del cine francés', ha compartido más que pantalla con las actrices más bellas de la época."Por mis brazos, en la pantalla, pasaron las mujeres más guapas de la época. Tan solo Brigitte Bardot, pese a unas pruebas muy convincentes, ¡escapó a mi poder de seducción!”, se vanagloria en el libro, en el que también reconoce que, salvo un encontronazo, mantiene una buena relación con Alain Delon.

Según Belmondo, la prensa le atribuyó idilios falsos con actrices como Jean Seberg, Claudia Cardinale, Françoise Dorléac o Jeanne Moreau. “Acabó por suceder. Me enamoré de Ursula Andress, una tigresa dinámica y deseable, una mujer divinamente bella y divertida, una alma gemela a la que no tuve el corazón de resistir”. Por ella se divorció de la madre de sus hijos y vivió siete años de pasión y de “extravagantes” escenas de celos. Como aquella noche en que llegó borracho a casa y Úrsula había cerrado la puerta para impedir que entrase. Al intentar subir por la pared con una escalera, la actriz abrió la ventana y el actor sufrió una severa caída.

Belmondo ha tenido cuatro hijos. Patricia, fruto de su primer matrimonio con Elodie Constantin, falleció en 1994 a causa de un incendio doméstico. “Yo estaba hundido, pero el médico que vino a verme ese día me exhortó a ir al teatro, como de costumbre. Me dijo: si no actúa hoy no lo hará nunca más”, relata el actor en 'Mil vidas mejor que una".

Superó un accidente vascular en el 2001, y estuvo rodando peligrosas escenas de acción cada vez que el guion se lo pedía. Ahora, desde la atalaya de su vejez, reflexiona sobre todo lo vivido y concluye: "Estas mil vidas han pasado demasiado deprisa, a la velocidad a la que conducía los coches".