LA CUNA DE LA ESPOSA DEL MAGNATE

Melania Trump: de Sevnica a Washignton

La futura primera dama de EEUU nació en un pueblecito esloveno que ahora se prepara para recibir una legión de turistas siguiendo el rastro de su 'hija más predilecta'.

El castillo medieval, monumento estrella de la localidad natal de Melania Trump.

El castillo medieval, monumento estrella de la localidad natal de Melania Trump.

IRENE SAVIO

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«Uy Melanija! Qué alboroto. ¿Sabe?, este es un pequeño pueblo sosegado y tranquilo. Hasta esto, lo único que había interrumpido nuestra cotidianidad fue un pequeño grupo de refugiados que el año pasado pasó por aquí». Y al decir esto Rok Petancic, el guardián del castillo medieval de Sevnica, lo hace con un tono malicioso, algo pícaro. En este pueblo de Eslovenia, de unos 5.000 habitantes, donde pasó su infancia y adolescencia Melanija Knavs -después Melania Knauss y ahora Melania Trump-, se vive una atmósfera de fiesta mezclada con una repentina devoción por su famosa paisana. Y ya no se habla de otra cosa, desde que se sabe que ella será la futura primera dama de EEUU, la segunda no nacida en Estados Unidos tras Louisa Adams en 1825.

«Ahora esperamos un boom turístico. Ya nos estamos organizando», continúa Petancic, quien, por hablar italiano e inglés, también se encarga de gestionar el turismo de la zona. «Cuando Melanija se fue de Sevnica, tenía 15 o 16 años. Desde entonces no ha vuelto mucho. Pero su familia es de aquí y su padre es un hombre apasionado por la historia y sus raíces, que viene a visitarnos al castillo. Aunque, eso sí, fue todo muy inesperado, pocos aquí creían en la victoria de Donald…», explica en conversación con EL PERIÓDICO.

SUEÑO AMERICANO

Y es que desde el primer minuto que se conoció que Donald Trump sería el nuevo presidente de EEUU, en Sevnica, Melanija ha pasado a encarnar el relato del mejor de los sueños americanos. Un relato que nos cuenta -según su escueta biografía oficial- la historia de una niña de pueblo, nacida en 1970 en la antigua Yugoslavia del mariscal Josip Broz Tito y cuya familia forjó su éxito tras la independencia de Eslovenia (1991).

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Prueba es, dicen los vecinos, que Melanija vivió primero en un modesto apartamento de casas populares en Sevnica y luego en un edificio de dos plantas con jardín, en los suburbios del mismo pueblo. Todo ello antes de emprender la carrera de modelo a los 18 años y mudarse a Milán, y de ahí a París y luego Nueva York, donde terminaría conociendo a su futuro marido.

«Por supuesto que estamos orgullosos de ella. La gente que la conoció solo encuentra bellas palabras para recordarla», dice Srecko Ocvirk, alcalde de Sevnica. «Tuvo una linda infancia, con amorosos padres y era muy exitosa en la escuela», añade. Tanto es así que también los eslovenos se han sentido parte de la victoria del republicano, como llegó a sugerir incluso el primer ministro, Miro Cerar, deshaciéndose en halagos.

LA ESCUELA

Este es el mantra que se repite cuando se interroga a los vecinos de Sevnica sobre la nueva primera dama: ella siempre tuvo la ilusión de hacer cosas importantes. Mirjana Jelancic insiste en ello al relatar su amistad con su compatriota en una de las tantas entrevistas a la prensa estadounidense. Jelancic es ahora directora de escuela primaria a la que acudieron Melanija y Srecko. Y el único colegio del pueblo, levantado en el valle del Bajo Sava, en el que sobrevive cierta industria —son tres las grandes compañías— y donde la tasa de paro no supera el 10,4%.

Pero, lo cierto es que también hay incógnitas sobre la familia Knavs. Según 'The New York Times', su madre, Amalija, era una campesina que se convirtió en una ambiciosa empleada de una fábrica textil de la zona, mientras que su padre, Viktor, ejerció como vendedor de automóviles y fue miembro del Partido Comunista, algo que daba beneficios en la época. Pero esta circunstancia ha sido matizada por uno de los portavoces de la campaña de Trump, Hope Hicks, quien en una ocasión aclaró que el progenitor no era un «miembro activo» del partido.