REVISION DE UN JUICIO
Un crimen televisivo
La serie sobre el juicio, en los noventa, a O.J. Simpson, icono de la comunidad negra por doble asesinato arrasó en los últimos Emmy. El público de EEUU la ha devorado y la crítica la ha encumbrado. El año próximo llega a nuestros televisores.
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE
A principios de los 90, O. J. Simpson era un modelo de conducta para la comunidad negra en Estados Unidos: estrella del fútbol americano, actor carismático (todos reímos con él en la trilogía 'Agárralo como puedas'), emprendedor… Y en 1994 llegó el escándalo. Simpson era arrestado, no sin antes una famosa persecución por autopista, como sospechoso del asesinato de su exmujer, Nicole Brown Simpson, y un amigo de ésta, Ronald Goldman. Todas las pruebas apuntaban a O. J. como responsable, pero ('spoiler') finalmente fue absuelto.
La serie de 10 episodios 'The people v. O. J. Simpson' ('El pueblo contra O. J. Simpson') explora el llamado «juicio del siglo» con ritmo de 'thriller', unas dosis de melodrama y cierto humor negro. En EEUU la gente creía conocer el caso al dedillo, pero la serie arroja luz sobre partes poco conocidas, como la vida personal de los abogados a uno y otro lado. El público americano la ha devorado, la crítica la ha adorado… Y los Emmy la elevaron definitivamente a (mini)serie del año con los cinco premios que recibió el pasado domingo, más que ninguna otra producción esa noche.
De haberse estrenado ya en España, también habría dado mucho que hablar. Si en EEUU conocen casi todos los detalles, aquí somos más neófitos en la materia. Por desgracia, habrá que esperar al 2017 para verla legalmente, a través de Netflix.
DETRÁS DEL PROYECTO
Se habla de esta serie como una consecuencia lógica de la fiebre por las historias de crímenes reales. Tras el éxito del podcast 'Serial' y series documentales como 'The jinx' y 'Making a murderer', probar con una dramatización de un caso real parecía tiro casi seguro.
Pero, en realidad, Ryan Murphy, cocreador de 'American horror story', pensaba en un proyecto en esta línea desde antes de esa fiebre. Se llamaría, claro, 'American crime story'. La historia adecuada tardó en aparecer, pero apareció. Era el relato del 'caso Simpson' escrito para una posible miniserie por Larry Karaszewski y Scott Alexander, el dúo de guionistas de 'Ed Wood', 'El escándalo de Larry Flynt' y 'Man on the Moon'.
Karaszewski ha explicado en una entrevista con 'Esquire': «Como sabrá por las películas que Scott y yo hemos hecho, estamos atraídos por la excéntrica historia alternativa de Estados Unidos en sus últimos 30, 40 años. El gozo es que la verdad supera a la ficción, y en esta historia la verdad es tan estrafalaria y tan absurda que nos equivocaríamos si no le sacáramos partido».
PALIZA A RODNEY KING
La estrafalaria historia ya había sido adaptada en dos telefilmes, uno de 1995 (quizá demasiado pronto) y otro del 2000 con Ving Rhames como protagonista. Ninguno de ellos tenía la ambición de la producción de FX. De entrada, la serie arranca, sabiamente, con imágenes de archivo de acontecimientos sucedidos tres años antes del doble crimen: la paliza a Rodney King, la absolución de los policías y los disturbios en Los Angeles de 1992.
Igual que el juicio a King acabó siendo un juicio a la policía de Los Angeles, aquí se exploran sobre todo temas de discriminación racial y el sistema de justicia criminal de EEUU. Se nos muestra la forma retorcida en que un caso claro escapó del control de la fiscal Marcia Clark (Sarah Paulson) y su aliado Christopher Darden (Sterling K. Brown), pero también por qué muchos miembros de la comunidad negra tenían derecho a ver zonas de sombra en la acusación. El mensaje del abogado defensor Johnnie Cochran (Courtney B. Vance) era bueno, aunque su beneficiario principal fuera dudoso.
REFLEJOS DEL PRESENTE
La discriminación racial sistemática y las injusticias del sistema penal siguen de actualidad en Estados Unidos, igual que otras cuestiones abordadas por la serie. Véase el flagrante sexismo sufrido por la fiscal Clark en el trabajo, en el tribunal y hasta en el súper. Por culpa de su primer marido acabó saliendo en 'topless' en la revista 'The National Inquirer'.
En cierto modo, Clark fue víctima involuntaria de la decisión del juez Ito de permitir la presencia de cámaras en el tribunal. La realidad supera a la ficción, como decía Karaszewski, y enseguida los pormenores del juicio y sus participantes se convirtieron en un sustituto adictivo de las ficciones urdidas por los mejores guionistas. Como ha dicho Lili Anoik en 'Vanity Fair', aquel juicio puede verse como el comienzo de la fiebre por la telerrealidad: «Ver algo que, al menos teoréticamente, no deberíamos estar viendo es la fuente del empuje y la fascinación de los realities. Hace que hasta las partes aburridas tengan la emoción de lo prohibido».
Curiosamente, la próxima historia de 'American crime story' no girará en torno a un crimen de pistolas o cuchillos, sino a uno cometido con mera burocracia: el desastre del huracán Katrina.
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