EL PERSONAJE DE LA SEMANA

Mark Zuckerberg, el rey del filantrocapitalismo

El fundador de Facebook, de 31 años, afirma que la iniciativa de destinar el 99% de sus acciones en la red social a causas benéficas es su «pequeña» aportación a un mundo ideal

El rey del filantrocapitalismo_MEDIA_1

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IDOYA NOAIN

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"Curar las enfermedades, personalizar la enseñanza, emplear energías limpias, conectar a la gente, construir comunidades fuertes, reducir la pobreza, dar derechos igualitarios y extender la comprensión entre naciones". La frase parece una de esas insultantes parodias que se suelen hacer para mofarse de las participantes en concursos de misses, pero la ha dicho Mark Zuckerberg y nadie se ríe. Menos aun cuando llega con un anuncio del fundador de Facebook de que él y su esposa, Priscilla Chan, destinarán a lo largo de su vida el 99% de sus acciones en la red social, valoradas hoy en 41.000 millones de euros, a la búsqueda de ese mundo ideal para las nuevas generaciones. Ha llamado a ese empeño su "pequeña aportación". "Pequeña".

Nada o casi nada en el 'mundo Zuckerberg' se puede medir con los parámetros normales para el resto de los mortales. Se entra en una dimensión distinta cuando a los 19 años se funda una empresa que en poco más de una década altera la forma en que la humanidad se comunica (este verano Facebook alcanzó por primera vez los 1.000 millones de usuarios en un solo día, uno de cada siete habitantes del planeta) y también la forma en que se entiende la privacidad y se comercializa. Y se hace difícil siquiera imaginar la conciencia del poder que debe dar mirar las cuentas a los 31 años y ver que se posee una fortuna valorada en 43.000 millones de euros (12.000 de ellos ganados este año).

UN PRODIGIO

David Newman, 'developer' de software que alrededor de 1995 Edward Zuckerberg contrató para que fuera una vez por semana tutor informático del único varón de sus cuatro hijos, lo tuvo claro desde que vio en aquella casa de Dobbs Ferry (Nueva York) al mocoso de 11 años. "Era un prodigio". Poco después el muchacho estaba tomando clases nocturnas en una universidad. Y para el año siguiente creaba en la consulta que tenía en la casa su padre (dentista) un sistema que conectaba los ordenadores, ZuckNet. El 'instant messenger' de AOL aún tardaría meses en presentarse en sociedad.

En el instituto Zuck (porque así le llamaba la familia y le llama su círculo cercano) crearía Synapse, una especie de versión temprana de Pandora, por el que se interesaron AOL y Microsoft. Ni lo vendió ni aceptó las ofertas para reclutarle. Prefirió irse a Harvard, donde entró en 2002. Y aunque se iría antes de graduarse, allí nacieron dos proyectos que han marcado su vida: Facebook y la relación con Priscilla Chan.

Como bien sabe cualquiera que se haya sumergido en su biografía o que haya visto La red social (aquella película que Zuckerberg ha definido de "dolorosa") el origen del primero es disputado, sobre todo por Divya Narendra y los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss, que le acusaron de robarle la idea después de pedirle ayuda para desarrollar un sitio que habian ideado como Harvard Connection. En cualquier caso, él lo ha hecho lo que és (hasta el azul que domina la página está marcado por su daltonismo), un imperio al que no ve límites (supuestamente por la buena causa de conectar a la humanidad) y que hace ya años hizo que 'Vanity Fair' le declarara 'El nuevo César'.

A Chan, hija de refugiados chino vietnamitas que vivían en los suburbios de Boston y que estudiaba biología, la conoció mientras los dos hacían cola para entrar al baño en una fiesta de Alpha Epsilon Pi, la 'fraternity' judía de la que él era miembro. Y aunque el noviazgo tuvo un pequeño parón, ella se mudó a vivir con él en 2010, en 2012 se casaron (un día después de que Facebook saliera a bolsa y, para mantener el secreto, diciendo a sus amigos que iban a celebrar la graduación de Chan como pediatra).

SU MURO

Podrían parecer, en apariencia, una pareja normal y el propio muro de Zuck en su red (donde ha dado al "me gusta" en la página de Gerard Piqué) está salpicado de mensajes, fotos y vídeos similares a los de muchas otras parejas jóvenes: los viajes, los disfraces de Halloween, su perro (Beast), retratos de familia, un momento de relax en el jardín de la casa de Palo Alto, el anuncio de embarazo y la información de que antes había habido tres abortos involuntarios, el baby shower, la presentación de su primera hija, Max...

Pero ahí están también los discursos, los premios, intervenciones en la ONU, una cena de estado en la Casa Blanca, las imágenes con líderes mundiales, la inauguración de un centro en el hospital general de San Francisco que ahora lleva su apellido, su nuevo club de lectura que le ha convertido en el sucesor de Oprah Winfrey, el anuncio de la donación que le convierte en el nuevo rey del llamado filantrocapitalismo y la promoción de sus grandes inversiones, desde Instagram y Whatsapp hasta Oculus, su gran apuesta porque el futuro de las comunicaciones pasa por la realidad virtual.