Carlota Casiraghi, orla de (nuevos y viejos) amores

Anatomía de una 'anti-itgirl'

La aristócrata, que estudió Filosofía en la Sorbona y halla en la moda un filón para pagar sus aventuras hípicas, vuelve a atraer los flases por su romance con el cineasta italiano Lamberto Sanfelice.

BLINDADA. Pasa gran parte de su tiempo en París y rara vez habla conla prensa.

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NOELIA SASTRE

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Hace rato que desbancó a Carolina y Estefanía en portadas y belleza. Ellas son ahora mujeres maduras con vidas aparentemente tranquilas apartadas de los focos. Así que las revistas del corazón se centranen Carlota, tercera generación de los Grimaldi, hija de Carolina y su segundo marido, el empresario italiano Stephano Casiraghi, quien murió en una carrera de lanchas motoras cuando Carlota tenía 4 años.

Tras la tragedia, Carolina se llevó a sus tres niños a una casa de campo en la Provenza francesa y, después, a Fontainebleau, cerca de París, cuando se casó con Ernesto de Hannóver. A lo largo de los años Carlota aparecía en el radar de los paparazis. Como al resto de su familia, la hemos visto crecer en las fotos. Sin palabras. Solo imágenes sonrientes: en el aeropuerto, de compras, en el baile de la rosa, en la hípica. Hasta que decidió presentarse ante el mundo de una forma distinta y muy pública: posando para las cámaras de moda.

Un filón para la moda

En agosto del 2011, Carlota posaba para Mario Testino en la portada de la edición francesa del Vogue. En el interior, se deplegaba un editorial de moda de 24 páginas donde lucía pendientes de diamantes de Cartier, zapatos de terciopelo de Louboutin, y ropa de Dior, Chanel y Céline. A principios del 2012, debutó como la nueva cara de Gucci en una campaña que celebraba su pasión por la equitación. «Carlota es una gran embajadora de este deporte»decía la directora creativa de la firma italiana, Frida Giannini, al tiempo que muchos en esa industria insistían en su deseo de crear su propia identidad, al margen de sus orígenes en el diminuto y artificial Principado de Mónaco, paraíso fiscal del Mediterráneo.

El fotógrafo Peter Lindbergh firmó aquella campaña de Gucci y la conoce desde hace años. «Tuvo la oportunidad de salir a la vida real y decir: '¡Aquí estoy!'. Salir de casa e involucrarse en la publicidad fue una gran decisión para ella», dijo el fotógrafo a The New York Times durante los desfiles de París aquella primavera. «Es una chica maravillosa. En las fotos aparece exactamente como es en su vida diaria». Gucci insiste en no llamarla «modelo», sino «protagonista» de una campaña que titularon «Forever now» y de la que Carlota decía promocionar solo «el espíritu de Gucci», no sus productos (Grace Kelly, modelo antes que actriz, era una de sus clientas fetiche y la marca diseñó el pañuelo Flora en su honor). Este marzo, repitió sesión con Testino para la portada de la misma publicación, convertida ya en madre a sus 28 años, vestida con chaqueta vaquera de botones dorados junto a las palabras: «Divina Carlota Casiraghi». Un un reportaje que la editora del Vogue galo, Emmanuelle Alt, definió como «una oda a la feminidad, absolutamente sublime, deportiva, brillante y creativa. ¿Acaso no es Carlota Casiraghi la mujer ideal?». Gucci aparte, Carlota se ha involucrado como «embajadora» (esa palabra que tanto gusta en las casas de lujo) con Montblanc, Cartier o Chanel.Y en el 2009 fundó la publicación de moda Ever Manifesto junto a Alexia Niedzielski y Elizabeth von Guttman.

Caballos y facturas

Su revista de cabecera volvió a cortejarla hace un año durante la semana de la moda de Milán, donde Carlota acudió como imagen de la nueva colección de maquillaje de Gucci. Allí estaba la joven monegasca, en primera fila, observando un desfile inspirado en los años 70, con todos los flases apuntándola cuando se encendieron las luces. Al día siguiente habló con Vogue en una suite del Four Seasons. «Monto a caballo casi cada día, a menos que esté trabajando o de viaje», aseguró. «Mi relación con la marca empezó a través de la competición. Gucci era mi patrocinador y Frida y yo diseñamos ropa de equitación juntas. Así que todo comenzó por esta pasión compartida. Monto a caballo desde los 3 años, pero empecé a competir en serio hace poco tiempo. Tengo varios caballos porque, a medida que progresas, compites cada vez más, pero los animales necesitan descansar. Para cuidarlos bien lo mejor es tener al menos dos y alternarlos», explica. «Es un deporte muy completo pero no pienso en ello como ejercicio. Lo hago porque me encanta, y es un plus que me ayude a estar en forma».

Según el periodista francés Stéphane Bern, que sigue a la familia real de Mónaco desde hace años, Carlota se ofreció a colaborar con Gucci porque necesita dinero para mantener a sus caballos, pero «no tiene ningún interés en ser modelo, es mucho más inteligente que eso. Competir es muy costoso, tiene que transportar a los caballos, pagar por su cuidado, al entrenador… Gucci ayuda a todo eso con cheques de muchos ceros, pero, honestamente, es extraño ver a alguien tan inteligente en un mundo tan frívolo como el de la moda».

«No soy una princesa»

Nacida en Mónaco el 3 de agosto de 1986, es hija de Carolina y Stephano, nieta de Rainiero III y la actriz estadounidense Grace Kelly, hermana de Andrea, Pierre y Alexandra. Su tío Alberto es quien representa a esa minúscula corte donde los títulos no se transmiten por vía materna. Carlota insiste: «No soy una princesa. Mi madre sí, yo soy la sobrina de un jefe de Estado y como tal tengo algunas obligaciones de representación, pero nada demasiado restrictivo ni excepcional». Fue buena estudiante, pero no logró entrar en uno de los centros de la élite francesa, la École Normale Supérieure, donde acudieron Jean Paul Sartre o Simone Weil. Carlota estudió Filosofía en la Sorbona, compite como amazona, le gusta la ropa cara y ha hecho cursos de escritura, edición y vídeo. Pasa gran parte de su tiempo en París, rara vez habla con la prensa y, cuando lo hace, el acceso es muy breve y limitado. Aparece ocasionalmente en eventos oficiales en Mónaco y siempre brilla. «Es impresionante, luminosa, de una belleza increíble y muy agradable en sus formas», decía hace un par de años el embajador francés en Mónaco, Hugues Moret. Con sus impresionantes vestidos de Chanel, suele eclipsar a quienes la acompañan en las fotos, incluyendo sus cuñadas o Charlene, la mujer de su tío.

Cuitas con la prensa

Como ocurre en estos casos de celebridades con pedigrí, el apellido pesa. Y, en el caso de los Casiraghi-Grimaldi, es más que evidente, a juzgar por su presencia en las revistas: imposible pasar desapercibido si buscan privacidad. Las relaciones de Carlota han ocupado páginas de papel e internet desde la adolescencia. Su hermano Andrea está casado con la rica heredera Tatiana Santo Domingo y es un habitual de los veranos de Eivissa. Su hermano pequeño, Pierre (casado con la italiana Beatrice Borromeo), ha vivido en Nueva York, donde ha protagonizado algún que otro altercado en sus años más discotequeros (como en el club del Meatpacking Double Seven,que acabó en el hospital). Ella misma denunció a la revista Paris Match en enero del 2012 cuando publicó su relación con Gad Elmaleh, cómico francés de origen marroquí, 16 años mayor que Carlota y padre de su hijo. «El fin de semana de amor de la princesa y el humorista», tituló Paris Match junto a una foto de Carlota en zapatillas de deporte y sin maquillaje saliendo del apartamento parisino de su entonces pareja. Carlota denunció por invasión de privacidad y el juez obligó a la revista a llevar en portada la sentencia por violar sus derechos.

Historial de amoríos

Poco después de su primera portada en la revista Vogue llegó a su vida Gad Elmaleh, un actor de origen marroquí 16 años mayor que ella con quien tuvo a su hijo, Raphäel, en diciembre del 2013. Lo conoció en una fiesta y han vivido este tiempo entre París y Los Ángeles. Al parecer, ya no están juntos. Su primera relación conocida fue con el aristócrata Hubertus Arenque Frankensdorf entre los años 2001 y 2004. Se les vio juntos en las vacaciones familiares o en el Gran Premio de Mónaco.

Después llegó Felix Winckler, hermano de Cecile, una de sus mejores amigas. Un romance breve al que siguió el que mantuvo con Alex Dellal, hijo del multimillonario de origen iraní Guy Dellal y de la modelo brasileña Andrea de Magalhaes Viera, hermano de la diseñadora de zapatos Charlotte Olympia y de la modelo Alice Dellal. Y una de las familias más habituales en las revistas británicas. Hubo rumores de boda pero la cosa no cuajó. Ahora acaba de aparecer en la portada de la revista Voice con el cineasta italiano Lamberto Sanfelice, director de la película Cloro, proyectada en Sundance y en la Berlinale, estrenada este año y descrita como «bellísima, profunda y conmovedora» por la cuñada de Carlota, Beatrice Borromeo.

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