CONMEMORACIÓN

Una velada con García Lorca

El Hotel Majestic celebra el 80º aniversario de la estancia del poeta

Laura García Lorca, sobrina del poeta, el miércoles.

Laura García Lorca, sobrina del poeta, el miércoles.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Pensar en Federico García Lorca alejado de la crueldad de esa muerte que lo elevó a mito. Así se recordó el miércoles al poeta. En la cumbre de su fama, alegrándose del momento con los amigos, comiendo y bebiendo, estrenando su teatro por todo lo alto. Más vivo que nunca. Y en Barcelona, un escenario con el que no se le suele asociar pero que fue fundamental en su trayectoria. Aquí vino otras veces, pero de la estancia más larga y fructífera se cumplen ahora 80 años. Fue entonces cuando Margarida Xirgu protagonizó en el Teatre Principal el estreno absoluto de Doña Rosita la soltera.

No ha sido un organismo oficial quien lo ha celebrado sino el hotel que lo acogió durante los cuatro meses, de septiembre a diciembre, que duró su estancia en 1935, a solo siete meses vista del inicio de la guerra, a ocho de su muerte. El Majestic recogió el guante lanzado por el periodista Víctor Fernández, gran conocedor de Lorca, y celebró la ocasión con una cena en la que Laura García Lorca, sobrina del poeta y presidente de la fundación, fue la figura central. En el salón del hotel, una vitrina mostraba memorabilia. Una fotografía de la estancia del poeta en Argentina que lo muestra triste y ensimismado. Un ejemplar del Romancero gitano dedicado a Josep Palau i Fabre, entonces uno de los jóvenes periodistas que lo perseguían y que le realizó una de las mejores entrevistas, o el boceto original para el cartel de Doña Rosita, obra de Grau Sala.

 

La cena transcurrió al ritmo de los platos creados por el chef Nandu Jubany y que preparó un ilustrado banquete al mejor estilo años 30, con langosta thermidor, poularde rôtie y otros platos de tiempos pasados debidamente puestos al día

-sin olvidar el maridaje vinícola firmado por Quim Vila-. Culminado con un armagnac cuyas uvas se cosecharon al mismo tiempo que Lorca disfrutaba de Barcelona y han reposado en barrica 79 años antes de llegar a la botella. ¡Impresionante! Los comensales lo degustaron con unción y el momento propició el recuerdo. Gracias a un texto leído por Laura García Lorca se pudo imaginar a Lorca en las Ramblas, el día de Navidad, dedicando la función a las floristas de La Rambla  -«Nadie que visite Barcelona puede olvidar esta calle que las flores convierten en insospechado invernadero», escribió y leyó entonces-. Pero también con el aspecto vulgar con el que lo describió Palau i Fabra -en otro de los textos leídos-: «Vulgaridad que naturalmente desaparecía cuando tomaba la proa de la conversación, y él la tomaba siempre»-. Lorca, que no se perdía una en su apoteosis barcelonesa, también asistió a las funciones de Bodas de sangreYerma y su adaptación de La dama boba que se representaban en Barcelona por aquellas fechas. Pero también tuvo sus momentos más íntimos cuando se le evocó visitando la tumba de Albéniz en el cementerio de Montjuïc o el reencuentro con su amado Dalí, después de un largo y muy sentido alejamiento.

Otro homenaje

En el 35 también se le tributó en el Majestic una cena homenaje a la que acudieron Carles Soldevila, Josep Maria de Sagarra, Joan Puig i Ferrater María Luz Morales. Los participantes pagaron 17,50 pesetas, todo un pastón para la época. «A Federico le gustaba la cerveza, el vino y el ron», asegura la sobrina. O lo que es lo mismo, a Federico le gustaban la vida y sus celebraciones.