EXHIBICIÓN DE AMOR

Isabel Preysler y Vargas Llosa, felicidad pública

La pareja hace su primera aparición conjunta formal en un acto en Nueva York

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, a su llegada a la fiesta de inauguración de la nueva tienda de Porcelanosa en Nueva York.

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, a su llegada a la fiesta de inauguración de la nueva tienda de Porcelanosa en Nueva York. / MAG

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Anoche, en Nueva York, alguien le dijo a Mario Vargas Llosa que se le veía estupendo y él respondió: "Será la felicidad".

Anoche, en Nueva York, alguien le preguntó a Isabel Preysler qué era lo más especial de la velada, y ella respondió: "La presentación de la nueva tienda, por supuesto, a eso hemos venido". A eso, y a más, cabría decir.

La inauguración de la nueva sede neoyorquina de Porcelanosa, la empresa de la que Preysler es imagen indisociable, era ocasión, también, para oficializar públicamente la relación más sonada de los últimos meses. Y sus protagonistas dieron sobradas muestras de ese nuevo plural ante las decenas de personas que se agolparon en el antiguo edificio Commodore Criterion remodelado por el estudio de Norman Foster en el triple cruce de Broadway, la Quinta Avenida y la calle 28 viendo entrar a los invitados VIP y luego en un cocktail y una cena desarrollados bajo las carpas instaladas en Madison Square, ya con unos 700 invitados.

Preysler lució un elegante diseño en cristales de Swarovski con aplicaciones de guipur estampado y encajes, impresionantes tacones y pendientes de diamantes en cascada. Ella y Vargas Llosa entraron en la alfombra roja cogidos de la mano. No se separaron. Y, según contaba a EL PERIÓDICO uno de los invitados a la cena posterior, "exhibieron su enamoramiento, como adolescentes", sin escatimar gestos ni miradas.

DESFILE DE FAMOSOS

Se les vio departiendo distendidamente con Richard Gere y otros invitados de renombre, entre los que se contaban Sarah Jessica Parker, Chelsea Clinton, Irina Shayk, Carolina Herrera, Nieves Álvarez, Arancha del Sol y Finito de Córdoba, Cayetano Rivera, el exministro José Bono, Alfonso Díez (viudo de la duquesa de Alba) o Meredith Vieria, una personalidad televisiva estadounidense. Y, más allá de las fotos y los saludos, se les escuchó también.

A la hora de los discursos --entre plato y plato de un menú compuesto por sopa de tomate, ensalada de langosta y mango, filet mignon y pastel de chocolate o de queso regado con albariño, rioja y champagne-- ella repasó la historia de Porcelanosa, a la que definió como "parte de la familia". El Nobel, por su parte, hizo también de embajador de la firma y aprovechó para destacar su presencia en Estados Unidos en un momento en que un candidato (el republicano Donald Trump) ha atacado a los inmigrantes.

Hubo flamenco de la mano del grupo El Porvenir y rumba. Los invitados se marcharon con una réplica en chocolate del edificio y con una bolsa que incluía de regalo una vela y un ejemplar de 'Travesuras de la niña mala', una novela de Vargas Llosa del 2006 que bebe de su fascinación por Madame Bovary y de la que 'The New York Times' escribió en su día: "Criaturas de apetito --por sexo, dinero, emociones, vida--, las chicas malas sacian su hambre lo primero, y lo último. Son terribles y son envidiables porque no se contentan con menos de todo lo que quieren. Porque, al final, no solo aceptan su naturaleza esencial, sino también las consecuencias de su elección de satisfacerla en vez de negarla".