El capricho del rubio de Pecos

Lleva casi cuatro décadas subiéndose a los escenarios, pero nunca lo había hecho solo. «Siempre seré el rubio de Pecos», reconoce Javier Herrero. Luce desde hace mucho el pelo cano pero conserva los inconfundibles agudos de su voz. Y este viernes, en la sala Luz de Gas, inicia una nueva faceta en solitario. «A modo casi de ensayo actué hace unos meses en un teatro de Madrid, y sentí cierto vértigo al salir, mirar a mi izquierda, y no ver a mi hermano Pedro. Pero luego todo fue de maravilla», asegura.

Mi capricho se titula el espectáculo. Boleros clásicos en clave pop, canciones propias y un buen número de éxitos de Pecos. «Tras la celebración de nuestro 25 aniversario estuvimos 12 años sin dejar de actuar y necesitábamos respirar un poco cada uno por nuestro lado». ¿Volverán? «Seguro. Aunque sea para decir adiós. Pero de momento,como a mí en casa se me cae el techo encima, me permito este capricho», dice.

Francisco Javier Herrero Pozo tiene 54 años, los últimos 16 junto a su esposa Blanca. «Ella es la que más me anima a no dejar de hacer cosas». Como su intervención en Tu cara me suena; curiosamente, la misma temporada que Ángeles de Camela. Ambos son de San Cristóbal de Los Ángeles (Madrid). «Cuando nuestra casa estaba constantemente rodeada de fans, ella, que era como de la familia, les bajaba nuestros autógrafos». Tal era el asedio que se trasladaron a Villaviciosa de Odón, donde aún reside.

En plena transición y en una barriada donde imperaba la moda quinqui, ellos querían ser cantautores progres. «Éramos de los que levantaban el puño con las canciones de Víctor Jara y Luis Pastor». El destino sin embargo les llevó a convertirse en punta del iceberg del fenómeno fans más convulso que aquí se recuerde.

DISCO Y LIBRO

Grabará el concierto de esta noche para un futuro disco y hace poco publicó una autobiografía de película. Desde los días que pasaron conviviendo junto a Dalí, quien afimaría que Javier cantaba como uno de los ángeles de la Capilla Sixtina, a sus inicios de la mano del famoso Capi. «Se plantó en la Moncloa para convencer a Adolfo Suárez de que podríamos ser un ejemplo entre los jóvenes, y al poco empezaron a hablar de nosotros en todos lados». Y sus encendidas canciones, a formar parte de la historia.