confesiONES en un reportaje que escribe en 'vanity fair'

Lewinsky entierra su aventura con Clinton

La antigua becaria lamenta «profundamente» lo sucedido entre ambos

Lewinsky, en el 2001, en una fiesta de 'Vanity Fair', en Hollywood.

Lewinsky, en el 2001, en una fiesta de 'Vanity Fair', en Hollywood.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Desde que en 1998 salió a la luz el romance de Monica Lewinsky con el entonces presidente de Estados, Unidos Bill Clinton, no se puede decir que la antigua becaria de la Casa Blanca haya permanecido lo que se dice desaparecida. En los años inmediatos al escándalo dio una entrevista a Barbara Walters; coescribió su historia con Andrew Morton, el biógrafo de Lady Di; apareció en dos ocasiones en Saturday Night Live y se hizo diseñadora de bolsos. Más adelante fue portavoz de Jenny Craig, una empresa especializada en pérdida de peso; fue apareciendo en especiales de MTV y de la televisión británica y hasta en algún reality, y se sacó en la London School of Economics un  máster en Psicología Social.

Aun así, Vanity Fair asegura que lleva «una década de silencio virtual». Y es el mejor imán para vender ejemplares del número de junio (que llega a las pantallas mañana y a los quioscos una semana después): incluye un reportaje escrito por la propia Lewinsky en el que declara llegada la hora de «enterrar el vestido», en referencia a la prenda que guardó con fluidos presidenciales.

«Lamento profundamente lo que pasó entre el presidente Clinton y yo», escribe la mujer de 40 años sobre su aventura sexual a los 21 que, insiste, fue «una relación consensuada entre adultos», donde «si hubo abuso llegó después», cuando se le convirtió en «chivo expiatorio para proteger su posición de poder».

Son palabras con trascendencia más allá del cotilleo teniendo en cuenta, por ejemplo, que recientemente Rand Paul, republicano con aspiraciones presidenciales, acusó a Clinton de «comportamiento de depredador» sexual. Y el artículo cobra ya dimensiones de polvorín.

El martes, Lynne Cheney, esposa del exvicepresidente republicano Dick Cheney, llegó a insinuar que su publicación es una estrategia preventiva de los propios Clinton para quitarse de encima el debate sobre el escándalo antes de que Hillary lance su candidatura a la Casa Blanca. Parece olvidar que Lewinsky pone en apuros a la exprimera dama al mostrarse sorprendida de que se culpara parcialmente a sí misma y le culpara a ella pero no a su marido.

Lewinsky insiste en que se ha decidido a escribir para tomar las riendas de su vida. Y porque le inspiró el caso de Tyler Clementi, un chico gay que se suicidó en el 2010 tras ser ciberacosado. Aunque reconoce que ella nunca intentó suicidarse dice que sí tuvo «fuertes tentaciones» en varias ocasiones y recuerda l angustia de su madre. «Gracias al Drudge Report fui posiblemente la primera persona cuya humillación global fue impulsada por internet», escribe Lewinsky, que se ha marcado como meta involucrarse «en esfuerzos a favor de víctimas de humillación y acoso on line y empezar a hablar sobre este tópico en foros públicos».