El creador de 'twin peaks' visita Madrid

Lynch medita

El director dice que la introspección cura la ansiedad

Lynch, ayer en el Festival Rizoma de Madrid.

Lynch, ayer en el Festival Rizoma de Madrid.

OLGA PEREDA
MADRID

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David Lynch (Montana, 1946) es un genio de cuyo cerebro han salido películas que no se pueden explicar sino experimentar: Cabeza borradora, Carretera perdida, Mulholland Drive.... Pero al genio no le apetecía ayer hablar del séptimo arte. «No sé nada de cine», soltó en Madrid cuando un periodista le preguntó sobre los recientes ataques del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a la industria española. El último y radical filme de Lynch, Inland Empire, es del 2006. Es muy probable que no haya otro. «Las ideas me fluyen, pero no sé cuál será mi próximo proyecto», añadió dubitativo el maestro, a quien ninguna disciplina artística se le resiste: pintura, fotografía, escultura, música, internet...

De lo que sí quería hablar el director de Twin Peaks era de lo que lleva décadas practicando: la meditación trascendental. ¿Y eso qué es? Respuesta: «Una bendición. Algo que permite rechazar la negatividad y abrazar las cosas positivas. Una técnica que hace que el mundo sea un sitio mejor. Un océano de amor puro que hace que las personas dejen de verse como enemigas».

INVITADO POR EL FESTIVAL RIZOMA / Invitado de lujo del Festival Rizoma, Lynch -luciendo su pelazo y su camisa blanca abotonada hasta el cuello sin corbata- mantuvo un encuentro con los periodistas, a los que repitió hasta la saciedad la importancia de la meditación, técnica que permite usar el 100% del cerebro y no una pequeña parte, como hacemos habitualmente. Hay muchos tipos de meditación, pero, ojo, la que él defiende a capa y espada es la trascendental, la «única». «¿Qué? ¿Vais a empezar a practicar la meditación mañana?», instó a los periodistas tras dejar claro que, aprender a meditar cuesta dinero. «Pero los precios -especificó- están bajando y es algo que casi todo el mundo se puede permitir, incluso en tiempos de crisis». Especialmente, si los resultados (visibles, según su propia experiencia, en dos semanas) son los que promete: «Quitarse de encima el estrés, la ansiedad, la depresión, el odio y el miedo».

FUMADOR COMPULSIVO / Tras su cita con la prensa, el maestro (todo en su vida suena muy zen, salvo la fortísima adicción que tiene al tabaco) se zambulló en el museo del Prado en una visita privada. Después, comida y cena también privadas. Y entremedias, una charla con público en el Reina Sofía, cuyas entradas estaban agotadas. Sus fans adquirieron packs que incluían la charla en la pinacoteca, entradas para ver sus películas en la Filmoteca y una fiesta nocturna. Todo por 75 euros.

En EEUU, Lynch ofrece charlas en prisiones, centros de jóvenes con riesgo de exclusión social y universidades. Convencido de que los jóvenes son los que más necesitan meditar para tratar de cambiar el mundo, el cineasta estará hoy en la Universidad Carlos III intentando convencer a los estudiantes de que «no importa lo que hagas en la vida ni qué trabajo tengas siempre y cuando sepas encontrar la felicidad». Como él.