Religión polémica

Cienciología, secretos de una fe que asusta

La obsesión de Tom Cruise por su religión, principal motivo de su separación de una Katie Holmes a la fuga, ha vuelto a poner en el ojo del huracán a la cienciología, seguramente la fe más opaca de EEUU y la más llena de rostros conocidos de Hollywood

Arenga de Tom Cruise desde el púlpito instalado ante la sede de la cienciología inaugurada en Madrid en el 2004

Arenga de Tom Cruise desde el púlpito instalado ante la sede de la cienciología inaugurada en Madrid en el 2004 / DAVID CASTRO

RICARDO MIR DE FRANCIA / Washington

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Siete años después de que Tom Cruise declarara su amor por Katie Holmes saltando en el sofá del programa de Oprah Winfrey como un mal actor que sobreactúa, el matrimonio ha llegado a su fin. Holmes le ha pedido esta semana el divorcio, harta aparentemente del espacio que la cienciología ocupaba en la vida familiar. Algunos medios han apuntado a que la actriz temía que la hija de ambos (Suri, de 6 años) fuera educada bajo la férrea disciplina de los colegios de la cienciología o entrara en la orden religiosa de esta doctrina creada a mediados del siglo pasado por un escritor de ciencia ficción.

El sonado desencuentro ha puesto nuevamente bajo lupa a la cienciología, una fe envuelta por el secreto que desde sus orígenes ha conquistado a un buen número de famosos de Hollywood. Si para sus adeptos es una religión que aspira a crear un mundo mejor sobre una base ética, para sus críticos es una secta peligrosa que prescribe obediencia ciega y explota económicamente a sus fieles recurriendo a la intimidación cuando es necesario. Ni siquiera la justicia se pone de acuerdo sobre su estatus. En países como EEUU y España está reconocida legalmente como entidad religiosa, mientras que en AlemaniaFranciaCanadá o el Reino Unido no solo hay dudas sobre su beneficio público sino un acoso judicial notable.

Como todas las creencias, esta tiene también su profeta, Ron L. Hubbard, el hijo de un oficial de la marina nacido en Nebraska en 1911. Tras un paso fugaz por la universidad, Hubbard trabajó una temporada como guionista en Hollywood, pero la mayor parte de su tiempo lo dedicó a escribir relatos de ciencia ficción para las revistas baratas y populares de la época, como 'Astounding Science Fiction'. Hasta que la segunda guerra mundial dio un giro a su vida.

Según su propio relato, cayó gravemente herido en combate --una verdad refutada con pruebas años más tarde en un juicio--, pero logró recuperarse plenamente aplicando las técnicas que formarían más tarde la base de la cienciología, asentada en el medio millón de páginas que escribió hasta su muerte en 1986 y que abordan desde el origen del universo hasta estrategias empresariales. La piedra fundacional de su filosofía es 'Dianética', un libro a medio camino entre la psiquiatría y la autoayuda con el que pretendía reformular el tratamiento de la salud mental. Publicado en 1950, se convirtió casi al instante en un éxito de ventas.

'Auditoría' obligada

Su idea central es que los traumas de la vida se quedan almacenados en la mente de las personas, nublando su capacidad de raciocinio y distanciándolos de la realidad. El objetivo de la dianética es eliminar esos recuerdos dolorosos hasta que la mente quede "despejada". Para ello, los cienciólogos se someten a un proceso bautizado como auditoría. Ayudándose en un aparato semejante a un polígrafo, un auditor les hace preguntas para identificar las fuentes de estrés y poder superarlas.

Pero el proceso puede ser interminable porque la cienciología cree en la reencarnación. Su credo dicta que todos somos espíritus inmortales (thetán) atrapados en un cuerpo y para avanzar por el puente hacia la libertad total hay que revisitar los recuerdos no solo de esta vida sino también de las pasadas. Hubbard creía que la suya era "una ciencia precisa", pero tanto la Asociación Médica Americana como su equivalente psiquiátrico se mofaron de ella. Y ahí empezó el desprecio furibundo de la cienciología hacia la psicología y la psiquiatría, definida por Cruise como una "pseudociencia", así como los medicamentos que prescribe. 

Un vídeo lo ilustra en la sede de su iglesia en Washington, donde un cartel ofrece tours gratuitos a la entrada. Exquisitamente producido, el vídeo cuenta la historia de un jugador de fútbol americano que queda paralítico de cintura para abajo tras lesionarse durante un partido. Los traumatólogos dan su caso por perdido y lo dejan en manos de un psiquiatra que quiere someterlo a una terapia de choque para experimentar con su cerebro. Hasta que alguien deja una copia de 'Dianética' en su habitación y, tras leerlo con avidez, el paciente se cura de la noche a la mañana, como si le hubiera dado un sorbo al agua de Lourdes. 

"¿Un poco milagroso, no?", sugiere el visitante. "Pues sí, pero es que está demostrado que la dianética hace milagros", responde el guía. Al fondo, una frase de Hubbard describe el objetivo de la cienciología: "Una civilización sin locura, sin criminales ni guerra, donde los hombres capaces puedan prosperar y los seres honestos puedan tener derechos, y donde el hombre sea libre para ascender hasta alturas mayores". 

Estas promesas convencieron a Jeff Hawkins cuando tenía 21 años. "Eran los años 60 y muchos de nosotros buscábamos respuestas espirituales a los problemas de nuestro tiempo. Este sistema las ofrecía y solo nos pedía a cambio que corriéramos la voz para introducir nuevos miembros", cuenta al otro lado del teléfono desde Oregón. Ahí empezó para él un viaje de más de tres décadas hasta lo más alto de la jerarquía de esta organización que preside David Miscavige, el padrino de Cruise en su boda con Holmes en el 2006. 

La cienciología tiene al menos dos tipos de miembros. Por un lado, los públicos, aquellos que llevan una vida normal, tienen familia y un trabajo. Por otro, los empleados, gente como Hawkins, que no tiene suficiente dinero para pagar sus servicios o que deciden entregar su vida a la causa. Y lo del dinero no es una cuestión menor, porque en la cienciología casi nada es gratuito. Se paga por las auditorías, los tests de personalidad, los libros de Hubbard, los cursos para ascender de grado, los tratamientos purificadores (saunas) o las dietas vitamínicas. Un curso intensivo de 13 horas, por ejemplo, cuesta 7.800 dólares (6.335 euros).

No hay excusas

Y una vez dentro, raramente sirven las excusas, según le contó el año pasado al 'Tampa Bay Times' Hy Levy, un antiguo ejecutivo financiero de la cienciología en su centro espiritual de Clearwater (Florida). Si un feligrés se niega a seguir adquiriendo servicios, dijo Levy, se plantan en su puerta y se quedan durante horas presionándole hasta que cede, espían sus cuentas bancarias para comprobar si tienen fondos o le cobran sin avisar por productos que no ha solicitado. Hubbard no tenía reparos en mezclar teología y dólares. En un documento de 1972 le dijo a su departamento financiero: "Haced dinero y lograd que otra gente lo produzca para ingresar más". 

La iglesia niega las alegaciones de coacción y fraude, y asegura que las donaciones son voluntarias y se usan para financiar los 10.000 templos y sedes que tiene oficialmente en más de 160 países (en Madrid disponen de un edificio cerca del Museo del Prado). O para los programas de rehabilitación de drogadictos (Narconon) y prisioneros (Criminon), o para la ayuda de emergencia desplegada en grandes catástrofes, desde el huracán Katrina al terremoto de Haití. Pero varios jueces han puesto su credibilidad en entredicho. Un tribunal francés acusó a su franquicia local en febrero de "fraude organizado" por embaucar a sus miembros para adquirir servicios como los tests de personalidad o las curas de vitaminas. 

Hawkins sufrió un lento desengaño tras ascender por todos los escalafones de la cienciología, donde llegó a ser uno de los arquitectos de su estrategia de márketing en la época de mayor expansión, la década de los 80. "Lo dejé en el 2005 porque la organización no es lo que parece. Es bastante abusiva a pesar de su fachada pública y con los años se convirtió en algo más y más bizarro", asegura. Este diseñador gráfico era miembro de la Sea Org, la orden religiosa de la organización, su élite administrativa, cuyos miembros firman un contrato de 100.000 años para "mostrar su compromiso" y servir a la iglesia en esta vida y en las venideras.

Una vez dentro, como les ocurre también al resto de fieles, la cienciología les empuja a cortar todos los lazos con los amigos o familiares ajenos a esta doctrina porque los considera una amenaza potencial para sus creencias, según varias fuentes. En la Organización del Mar, un nombre que alude a aquellos años de finales de los 60 en los que Hubbard y sus seguidores surcaron el Mediterráneo durante años predicando su evangelio y reclutando "carne cruda" (como su fundador llamaba a los nuevos miembros), Hawkins trabajó codo con codo con el jefe Miscavige. Vivió en el complejo conocido como la Base Dorada, un antiguo resort para estrellas de Hollywood que hace de cuartel general de la jerarquía a unos 150 kilómetros de Los Ángeles, en pleno desierto.

A vista de pájaro, la Base Dorada parece un lugar idílico con jardines, campos de golf, villas monumentales y unos estudios de cine. Pero, acercando el zum, tiene otros elementos más propios de una prisión de máxima seguridad. Desde vallas con sensores y puntas afiladas a búnkeres camuflados para apostar francotiradores, según revelaban las imágenes públicadas esta semana por el 'Daily Mail'.

El relato de los "apóstatas"

"Miscavige amenazaba a los empleados, los humillaba y les hacía trabajar como animales. Siete días a la semana, durmiendo cuatro o cinco horas al día, sin vacaciones ni días libres y con castigo cuando protestaban o desafiaban las órdenes", afirma Hawkins. Su relato coincide con el de otros "apóstatas" , como los llama despectivamente la cienciología, que han descrito las condiciones de vida en el seno del campo base de la Sea Org como "cercanas a la esclavitud" y regidas por "una disciplina cuasi militar" . El salario de sus miembros-empleados no llega a los 30 euros semanales.

Tanto Hawkins como Marty Rathburn, otro disidente que llegó a ser un alto cargo de la organización, han acusado al jefe de la cienciología de maltratar físicamente a sus ejecutivos, golpeándoles en público, y han descrito lo difícil que resulta abandonar la organización. "De allí solo se puede escapar saltando literalmente la valla o, como hice yo, sometiéndote a un estricto chequeo de seguridad durante tres meses" , dice Hawkins, que ha contado su experiencia en el libro 'Deceitful Dreams' (Sueños engañosos). 

El temor de Katie

En la Sea Org también hay algunos niños, generalmente los hijos de los miembros de la jerarquía. Y es aquí donde supuestamente Katie Holmes temía que Tom Cruise enrolara a su hija, Suri. Algo que ha negado esta semana categóricamente la cienciología, al asegurar que la edad mínima para entrar en esta curia elitista son los 16 años. "Seguramente Suri hubiera tenido una experiencia bastante distinta a la de los niños normales de la cienciología, porque la verdad es que es bastante desagradable" , asegura el experto noruego Andreas Heldal Lund, autor de Operation Clambake, un blog crítico dedicado a recoger historias de excienciólogos, examinar el pensamiento de Hubbard o publicar documentos secretos.

"A estos niños se les separa de sus familias y se les trata como si fueran adultos, porque Hubbard creía que los niños son almas eternas atrapadas en cuerpos infantiles y, por tanto, hay que tratarlas como adultos".  La actriz de 'Dawson Creek' ya pudo hacerse una idea de los métodos educativos de la cienciología tras matricular el año pasado a su hija en el New Village Leadership, un colegio californiano ligado a la organización donde se imparte la tecnología de estudio de Hubbard. Además del énfasis en la escultura, este método hace un uso casi obsesivo de los diccionarios. "Hubbard creía que la falta de comprensión se debe a un mal entendimiento de las palabras. Así que la solución pasa por revisar el significado de las palabras, analizarlo y digerirlo hasta que se acepta una idea. En mi opinión no es más que una forma de autohipnosis y adoctrinamiento" , dice Andreas Lund.

Desde sus orígenes, la cienciología ha cultivado con especial dedicación la industria de Hollywood. Un documento interno de 1955 exhortaba a sus cuadros a ganarse a los famosos: "Es obvio lo que le pasaría a la cienciología si estos comunicadores de primer orden que se benefician de ella la mencionan públicamente". Con el paso de los años, la organización abrió Centros de Famosos, algo así como clubs con acceso reservado, en ciudades como Los Ángeles, París, Viena, Florencia, Londres y Nashville. "Los tratan con un cuidado extremo porque los consideran los mejores relaciones públicas posibles" , dice Lund.  "Para atraerlos a la fe, se introducen en sus círculos, los ayudan con contactos en la industria, los defienden públicamente y están a su lado si tienen problemas". 

De modo que el divorcio de Cruise y el aluvión de informaciones que está generando son un golpe duro para la cienciología, una vez más en el centro de sus desavenencias matrimoniales. El biógrafo de Lady DiAndrew Morton, ya escribió en la biografía no autorizada del actor que Nicole Kidman, su segunda mujer, se divorció "porque no quería que sus hijos [Isabella y Connor] crecieran dentro del ambiente de la cienciología".

Intolerancia a la crítica

Los dos hijos adoptados de ambos se quedaron a vivir con el padre después de que el acuerdo sobre la custodia nunca se hiciera público y Kidman ha reconocido que solo los ve "de vez en cuando". Esta vez, Holmes pretende luchar judicialmente para quedarse con la suya. De momento, se ha trasladado a Nueva York --donde los jueces suelen otorgar la custodia a la madre-- y ha inscrito a Suri en un colegio católico, la fe a la que pertenecía antes de sumarse a la cienciología después de casarse con Cruise.

Pero le espera una batalla complicada en la que contará con la ayuda de su padre, Martin Holmes, un prestigioso abogado, y, pase lo que pase, es prácticamente seguro que firmará un contrato de confidencialidad sobre su exmarido y la cienciología. La organización no tolera nada bien que sus antiguos miembros hablen mal de ella. Las demandas son habituales, así como las campañas de difamación e intimidación, según varias fuentes. "A mí trataron de desacreditarme diciendo que era un apóstata resentido y sin ninguna credibilidad", explica Hawkins. Hay expertos que ni siquiera se atreven a hablar de la cienciología. "Lo siento pero no hablo de ellos. No es seguro", respondió a este diario un académico californiano especializado en sectas.

El número exacto de fieles de la cienciología continúa siendo un misterio. En el 2009, la iglesia decía tener más de cuatro millones de feligreses en EEUU, pero algunos estudios han rebajado esa cifra a poco más de 50.000. De ser así, la iglesia de Hubbard está luchando por su supervivencia. El acoso crece, aunque no es nada nuevo. Ya en 1984 un juez del Tribunal Superior de Justicia británico emitió un duro veredicto contra la organización. "La cienciología no solo es inmoral sino socialmente repugnante. En mi opinión es corrupta, siniestra y peligrosa", sentenció Justice Latey