Juste de Nin instala al conde de Montecristo en la BCN de posguerra

LUIS PLIEGO / BARCELONA

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Cuando un artista echa mano de unalter egosuele adornar la realidad. Ensalzar en el personaje las virtudes que apenas camuflan los defectos de la persona. Sin embargo,Lluís Juste de Nin,que ha trasladado en su segunda novela gráficaMontecristo 1941(Edicions de Ponent) la historia del personaje deAlexandre Dumasa la Barcelona de posguerra, ha optado por humanizar al conde justiciero, que ha dibujado con su característico bigote.

El director creativo de Armand Basi presentó ayer la nueva incursión en el cómic arropado por su colegaAntonio Miróy elconsellerde Cultura,Joan Manuel Tresserras."El conde de Montecristofue el primer libro que leí. Era un ejemplar muy antiguo del padre de un amigo. El esquema de la novela se quedó en mi cabeza para siempre", explicóJuste de Nin.

El libro es la segunda entrega de una trilogía sobre la historia de Catalunya.Montecristo 1941abarca desde el final de la guerra civil hasta el regreso deTarradellas."Mi protagonista es vulnerable, humano lleno de manías y afectado de fotofobia y lumbagia", añadió el dibujante.

Miró,en su primera aparición pública tras la polémica de us último desfile, trazó un perfil de su colega. "Juste tiene la suerte de ser familia deAnaïsyAndreu Nin.Iba para dibujante, pero se enredó en la moda. Ha tenido la serenidad de estar en un negocio como este y seguir con lo suyo. Los artistas necesitan hacer otra cosa como válvula de escape", dijo el modisto.