Sabor mediterráneo con toque internacional
Maldita Barra: la veinteañera que soñaba con emprender y montó un restaurante que incluso acoge clases de yoga
Ana de Espona ofrece desde el desayuno hasta los cócteles más allá de la cena en un local junto al paseo de Gràcia donde monta todo tipo de actividades
Los mejores restaurantes a una calle (o menos) del paseo de Gràcia (1)
Los mejores restaurantes a una calle (o menos) del paseo de Gràcia (y 2)

Ana de Espona, propietaria del restaurante Maldita Barra. / Mariona Sorro


Ferran Imedio
Ferran ImedioPeriodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
Maldita barra y malditos los miedos. Seguro que Ana de Espona lo ha pensado alguna vez durante los últimos meses, después de habérselos quitado de encima casi de un plumazo. Ambos: la barra y los miedos.
Esa barra que había en el local cuando se quedó con él, que se alargaba desde la entrada hasta casi el fondo, y que hizo retirar, no sin dudas, para sentir totalmente suyo aquel espacio.
Esos miedos, propios pero también ajenos, que tanto la atenazaban. El temor suyo, el natural por emprender una aventura casi a ciegas. El temor que le infundían los demás, los amigos, los familiares, los conocidos, los saludados y hasta los del banco, que no le quisieron prestar nada. "Quien más quien menos me decía que fracasaría, pero en realidad estaban proyectando sus miedos sobre mí".
Maldita Barra
Rosselló, 242
Tf.: 634.162.591
Instagram: @malditabarra_
Precio medio (sin bebidas): 30 €
Seguramente influía su edad a la hora de abrir un restaurante: 22 años. Y su falta de experiencia en el sector. De hecho, ella solo quería emprender. "Desde pequeña, siempre quise ser emprendedora, de cualquier cosa. Me fascinaba", dice. Es puro nervio. Quizá por eso se hizo con un local en la calle del Rosselló junto al paseo de Gràcia que tenía licencia de restaurante cuando aún estaba acabando Administración y Dirección de Empresas. "Lo admito, comencé la casa por el tejado", sonríe.
"Pero tenía sensación de que iba a conseguirlo. Soy muy dura y voy a fondo hasta el final. Y aunque el proyecto sonaba a locura, todo está pensado, todo tiene un propósito", explica. El tiempo le ha dado la razón: Maldita Barra (sí, así se llama su restaurante, ¿quién dijo miedo?) ha cumplido 12 meses ofreciendo desde el desayuno hasta los cócteles más allá de la cena. Puedes pedir a cualquier hora cualquier plato de su carta mediterránea con toques internacionales, incluso de 'brunch'. "Lo estoy dando todo pero soy muy feliz".

La tostada de aguacate, queso feta y granada del 'brunch' del restaurante Maldita Barra. / Mariona Sorro
Como no sabía de restauración, se dejó asesorar por Jordi Llimon y Martín Bado. Con ellos diseñó una carta que incluye platillos para picar y compartir y platos principales: gilda; 'chips' de 'kale'; tostada da anchoa sobre pan de 'brioche' con mantequilla ahumada; boniatos con salsa brava; bocadillo de mortadela con rúcula, 'burrata' ahumada, pistacho caramelizado y tomate seco, 'rigatone' 'cacio e pepe' con huevo poché; salmón a la brasa con 'labne' y 'kimchi'; 'tagliata' de entrecot a la brasa... Todo ello regado por vinos a copas bien seleccionados. Apenas ha cambiado alguna cosa respecto al inicio; ha puesto más platos principales por la demanda de la clientela.

El bocadillo de mortadela, 'burrata' ahumada, pistacho caramelizado, rúcula y tomate seco del restaurante Maldita Barra. / Mariona Sorro
La oferta no es solo gastronómica; le gusta mezclar conceptos, una filosofía que vio en Hong Kong, donde estuvo los últimos meses de la carrera. En el amplio reservado monta todo tipo de actividades: clases de yoga matutino dirigidas por el centro Frizzant (con desayuno posterior), presentaciones de libros como el de la 'influencer' Gigi Vives o de colecciones de baño como la de Lia Swimwear... Si puede ser, de jóvenes emprendedoras como ella.
"Quiero hacer algo para Barcelona, dar voz a otros proyectos. Para mí, la comida es un vehículo de algo más. Quiero que la gente que viene tenga una experiencia 360 grados, que sienta que está en un espacio vivo al que quiera volver". Desde luego, el bonito detalle de escribir tu nombre en un botella vacía que reposa en la mesa que has reservado invita al regreso sin haber comenzado a comer.
Un cuadro con otras cuatro jóvenes emprendedoras
Para celebrarlo, el 2 de julio ha montado una fiesta con otras cuatro jóvenes emprendedoras como ella que quedarán inmortalizadas por obra y gracia de la pintora Susana Modrego con un cuadro en la que aparecerán ellas con De Espona, la anfitriona. Son Julieta Rueff (fundadora de Flamaid, una 'granada' disuasoria que emite una alarma sonora de 110 decibelios), Alba Rocafort (creadora de Fabbric, 'start up' que permite crear tu marca de ropa en dos meses), Eugenia Soler (modelo emergente) y Laura de Espona (hermana de Ana y propietaria de la agencia de viajes Waliki).
Jóvenes sin miedo, como la dueña de Maldita Barra, que lanza un aviso a navegantes: "Mi objetivo es abrir otro restaurante". Quien la conoce seguro que se lo imaginaba.
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