Los restaurantes de Pau Arenós

Restaurante Fukamura: el arte del 'nigiri' en una barra íntima para 6 personas

Daisuke Fukamura ha remodelado su restaurante hasta dejarlo irreconocible: ahora es un precioso espacio de madera

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Daisuke Fukamura, en la barra del restaurante que lleva su apellido.

Daisuke Fukamura, en la barra del restaurante que lleva su apellido. / Manu Mitru

Pau Arenós

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Daisuke Fukamura sonríe, y sonríe entre el alivio y la incertidumbre: ha transformado la taberna japonesa que abrió con su apellido en el 2009 en una barra para solo seis comensales y un menú 'omakase', que consiste en ponerse en sus manos. Las manos de Fukamura, fornidas y ágiles, ejercitadas en las manualidades del 'sushi'. Es un paso importante, por precio y por expectativas y por desnudez y exposición.

Una serie de contratiempos han hecho que Fukamura (1981) esté casi solo, con el auxilio en el servicio de Ana Rodríguez.

Fukamura

Còrsega, 479. Barcelona

Tf: 691.710.781

Menú degustación: 85 €

En la reapertura –los decoradores le han dejado el espacio fetén–, toma las decisiones sobre la marcha, según sus posibilidades: tiene un par de mesitas pero no sabe si las ocupará, puede que en el futuro disponga de carta, a lo mejor ficha a alguien más.

Los ‘nigiris’ de vieira, besugo y anguila de Fukamura.

Los ‘nigiris’ de vieira, besugo y anguila de Fukamura. / Manu Mitru

Lo definitivo, ahora y aquí, es que todos los platos pasan por sus dedos, que solo sirve a seis personas, que quiere profundizar en el sake (el especialista Roger Ortuño le ha hecho la carta) y que es él quien decide qué se come: «El 80% son 'nigiris'».

El arroz a punto, Minori del Delta, con dos vinagres, azúcar y sal, y los cortes de la pesca del día en la cajita de madera, llamada 'neta bako'. Cada pieza la manipula con tres movimientos de cartomago.

El solomillo a la brasa con 'shiitake' de Fukamura.

El solomillo a la brasa con 'shiitake' de Fukamura. / Manu Mitru

La ejecución del 'nigiri' está llena de variables: «Si el pescado es más duro, el corte es más fino y la cantidad de arroz, menor. El 'toro' [ventresca del atún] es muy graso y también necesita menos».

Si la boca que lo recibe es pequeña, adecúa el zepelín. Intuitivamente coge la porción correspondiente: la mano piensa, de la misma manera que los pies piensan al conducir un coche. Concluye que la cantidad de gramínea y de chicha está entre los 11 y los 15 gramos de cada, dependiendo del corte.

El arroz es resistente sin estar prieto y preserva una suave elasticidad. El fileteado es preciso, y examino los cuchillos comprados en el barrio de Asakusa, alguno de Kamata Hakensha, cerca de donde vivió y donde se formó, en Sushi Sei. El conjunto es un placer que se disuelve en la boca.

El comedor del restaurante Fukamura.

El comedor del restaurante Fukamura. / Manu Mitru

De los nueve 'nigiris', hay tres superiores en una percepción subjetiva, que son los nervios que unen mi lengua y mi cerebro: el de besugo, el de vieira gallega y el de anguila, pasada por la brasa del 'hibachi' y espolvoreada con 'sansho'.

«Mi especialidad es la anguila», aprendió el manejo en el Koy Shunka, la recibe viva del Delta y la mata: «Primero hay que hacerle un corte en la cabeza». Después, fijarla en una tabla y abrir de forma longitudinal. Me enseña el clavo.

Uno a uno, Fukamura deposita los 'nigiris' en una cerámica negra que ha hecho él –otra vez las manos– como también el recipiente en el que guarda la mezcla de soja/'mirin'/agua con la que pinta los pequeños proyectiles, a los que añade 'wasabi' fresco, y sí, son buenos (calamar, 'hamachi' de Japón, 'chutoro', 'toro', gamba de Huelva y cigala), aunque les falta un plus, un chispazo, un-algo-más que los haga únicos, que represente, en el futuro, el 'estilo Daisuke'.

Daisuke Fukamura, tras la barra de su restaurante.

Daisuke Fukamura, tras la barra de su restaurante. / Manu Mitru

De los cinco sakes, servidos en copa y fríos, elijo el primero y el último, el Kamikokoro Kissui, con solo ocho grados, y el Akitora Tiger.

Con el primero, he probado la ostra del Delta (¿por qué los cocineros locales no recurren habitualmente a ese nácar?) con salsa 'ponzu', huevas de salmón y 'sisho' y el 'sashimi' de calamar, en el que el germinado de guisante es suprimible.

Con el último, dos excelencias: la panceta ibérica asada lentamente y pasada por la parrilla, nabo 'daikon' con 'dashi' y una salsa con sake, jengibre y azúcar. Al ver Fukamura que meto el índice en la resbaladiza oscuridad, demuestra reflejos y prepara una bolita de arroz para que la impregne. El plato debería terminar así.

La entrada del restaurante Fukamura.

La entrada del restaurante Fukamura. / Manu Mitru

Queda el solomillo a la brasa, con 'shiitake' y una reducción de soja/'mirin'/mantequilla, y es una delicia grasa.

De postre, trufas de la pastelería Ochiai: es necesario resolver el final con algo propio.

Al salir observo una foto en blanco y negro con dos personas. ¿Quiénes son? «Los antiguos dueños. Tuvieron una marisquería 50 años”. A Fukamura le parece bonito el recuerdo. Puede que le dé suerte.

El equipo

Daisuke Fukamura y Ana Rodríguez.

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